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Agenda valórica y el cordón bíblico le dieron el triunfo a Bush

Según encuestas a boca de urna, el 22% de los votantes manifestó que la agenda moral valórica era el principal tema de la elección por sobre cualquier otro como la economía, el terrorismo y la guerra en Irak. Es más, el 61% del votante que acude a lo menos una vez por semana a la iglesia votó por Bush, y sólo un 44% lo hizo por Kerry.


La agenda valórica fue la que le dio en bandeja el triunfo electoral al presidente de Estados Unidos, George W. Bush. El apoyo transformado en votos por conservadores evangélicos giró la balanza a favor de Bush por sobre su contrincante, el demócrata John F. Kerry. Esta agenda moralizadora y cultural es la fuerza que movilizó a gran parte del electorado religioso evangélico y conservador a votar a favor de Bush. Como resultado, Estados Unidos es cada vez más un país profundamente dividido en dos facciones políticas, sociales, culturales y religiosas.



En esta elección los temas valóricos como el rechazo al aborto; en favor de la familia tradicional y en contra del divorcio; en oposición al matrimonio homosexual y en contra del uso de las células madres son los temas que Bush articuló claramente durante su presidencia y campaña electoral.



Estos valores religiosos movilizaron a su electorado no solo dándole la presidencia, sino que además el control del Senado, la Cámara de Representantes y la facultad para nominar libremente jueces a Corte Suprema que sean de ideas valóricas similares a la del presidente. La agenda valórica le dio el mandato electoral que Bush buscaba, logrando la mayoría absoluta de los votos con el 51%, mientras que Kerry solo logró el 48%.



Según encuestas a boca de urna, el 22% de los votantes manifestó que la agenda moral valórica era el principal tema de la elección por sobre cualquier otro como la economía, el terrorismo y la guerra en Irak. Es más, el 61% del votante que acude a lo menos una vez por semana a la iglesia votó por Bush, y sólo un 44% lo hizo por Kerry. A la inversa de aquellos que acuden en forma irregular o no acuden a la iglesia, quienes votaron en un 55% a favor de Kerry, mientras que el 41% lo hizo por Bush.



Meta política clara



Es importante resaltar que el Partido Republicano, es un partido unido y claro en su agenda política. Una agenda creada en 1980 por Ronald Reagan, centrada en puntos clave: insertar al país del norte en el mundo globalizado abandonando el aislamiento en favor del libre comercio; recortar impuestos; acabar con el estado de bienestar social e implementar una agenda valórica conservadora y evangélica como objetivo para acabar con la separación constitucional entre Estado y religión.



Esa visión de partido e idea central es la que mueve al Partido Republicano y que es llevada a cabo magistralmente por Bush, quien fue capaz de transformarla en el apoyo electoral real movilizando a la base conservadora y moralizante.



Desde la elección de Reagan, el Partido Demócrata ha sido incapaz, en cambio, de definir en qué cree y cuál es su ideología como partido; además de ser incapaz en definir su base electoral o de cómo incorporar temas valóricos no religiosos en el centro su visión como partido.



Durante sus 8 años de presidencia Bill Clinton fue también ineficiente a la hora de plasmar su visión de un partido centrista, preocupado por la economía e interviniendo en ella si es necesario, fiscalmente responsable y capaz de reducir el bienestar social a ciertos temas clave como la jubilación e inversión en salud pública.



John Kerry no supo tampoco definirse ante la base demócrata. Fue Bush quien lo calificó como alguien sin valores esenciales. Hay que agregar que los demócratas han sido incapaces de captar estados rurales sureños y del interior, estados que se definen esencialmente por sus valores culturales religiosos. Son esos valores los que han cimentado la base electoral de Bush y han convertido al Partido Republicano en el partido de mayoría. Ese votante es esencialmente blanco, rural, de bajos ingresos, con poca educación y con un profundo fervor religioso.



La base demócrata sólo existe en los estados de ambas costas y estados norteños esencialmente industriales, que cuentan con diversidad social y una riqueza cultural no vista y ni siquiera adivinada en el interior del país. En el interior uno puede ver a un votante esencialmente rural y blanco -el clásico red neck– con un gran apego a valores religiosos y conservadores. Junto a ese votante hay que agregar que Bush supo captar a nuevos votantes usando la agenda del terror.



Bush subió su voto femenino en cinco puntos a un 48%; el voto urbano a favor de Bush subió 20 puntos a un 45%; el voto latino a favor de Bush subió en 9 puntos al 44%. En el voto católico, Bush aumentó su votación en cinco puntos y 6 puntos dentro del voto judío.



Estados como California, Nueva York o Pennsylvania, a pesar de su peso electoral en población y diversidad social, no representan la realidad moral y cultural que prima en los estados rurales del sur y del interior, en la llamada »América profunda» y ese es el fracaso demócrata.



La agenda valórica legitimó a Bush como mandatario, mientras que Kerry y los demócratas ahora buscan su identidad y alma como partido político. O es un partido liberal diverso culturalmente, de corte social demócrata, o un partido centrista sin identidad clara, como ha sido desde Clinton en adelante. Mientras los demócratas buscan su identidad, Bush y los republicanos cuentan con todas las herramientas para seguir profundizando y llevando a cabo la revolución moral cultural y valórica iniciada por Reagan en 1980.





Jorge Garretón es periodista chileno residente en Canadá.


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