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Cinco nuevos socios tendrá la hoy casi inmanejable Europa de los 25

Con el ingreso de Rumania y Bulgaria ya aprobado a la Unión Europea, y las negociaciones iniciadas en ese mismo ámbito con Turquía, Croacia y Marruecos, los partners de la UE aumentarían de 25 a 30. Una perspectiva nada favorable en el marco de una región cuyos dos líderes, Alemania y Francia, viven problemas no menores.


El entusiasmo que inspira a los tres arquitectos -un belga, un británico y un italiano- en los preparativos para construir el nuevo edificio-sede de la Unión Europea (UE) en Bruselas, el que dotado de gran claridad y transparencia tendrá un costo cercano a los 250 millones de dólares, contrasta profundamente hoy con la oscuridad que domina a los líderes del viejo mundo que no encuentran soluciones acertadas para afrontar la crisis que pone en tela de juicio el ideal integracionista pregonado hace 54 años por Monnet, Schuman y Adenauer.



La idea del gran proyecto arquitectónico consistente en que la luz exterior ilumine el interior del nuevo edificio de cemento, madera y vidrios, no concuerda con la urgente necesidad de que además de luz se espera el ingreso a la sede de nuevas ideas. Esta es la única forma para que el gigante dormido, que ya cuenta con 25 socios, pueda reanudar su marcha.



El 2005 ha sido "el año perdido" para la UE o "el año de la incertidumbre", aunque si ha ganado en experiencias y sabiduría, ya que no es tan fácil que 25 estados se pongan de acuerdo como si fueran siempre los antiguos quince. Aparte de los actuales revuelos políticos internos en Alemania, Francia e Italia, el panorama se ha visto empeorado por la difícil situación económica, que en gran parte ha producido el espectacular alza de precios de los combustibles.



La elección empatada entre socialistas y conservadores en Alemania, que ha impedido hasta ahora la formación de un nuevo gobierno sólido, como también la deteriorada salud que afecta al presidente francés Jacques Chirac y el descontento social de los sindicatos franceses que se han manifestado en las calles de París contra el gobierno del primer ministro Dominique de Villepin (Unión Centrista), sólo desde hace cuatro meses en el cargo, han detenido el motor franco-alemán que durante los últimos 54 años llevó la batuta en el avance de una Europa caracterizada por la paz y el progreso económico.



Alemania y Francia sabían entonces lo que había que hacer y lo que no, pero hoy ninguno de los dos sabe ni siquiera lo que se puede hacer dentro de sus propias fronteras para parar el descontento popular.



Desde ya, Alemania está en deuda con la UE debido a su déficit fiscal que arrastra desde el 2002, el que podría llegar este año a un 4 por ciento del PIB. Según el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, este déficit no debe superar el 3 por ciento. Sin embargo, Francia también registró un déficit de 3,6 por ciento el 2004, así como igualmente lo hicieron Grecia (6,6%) e Italia (3,2%).



La crisis es generalizada y se aprecia en todos los sectores de la Europa integrada, lo que no significa que el caos absoluto esté a la vuelta de la esquina, porque los 25 estados que la componen, a pesar de los reveses, conservan la fuerza necesaria para abandonar el letargo y volver a producir.



El presidente alemán, Horst Kohler, fue muy claro y trasmitió optimismo al decir en Francia que "Alemania es un país sólido que está en un proceso de reformas, del cual saldrá fortalecido".



Sin embargo, por el momento falta que se den ciertas condiciones para salir de esta crisis, lo que dependerá de factores internacionales, como son una regulación del precio del petróleo, lo que se espera ya para el 2006 o, en el peor de los casos para el 2007, o el control de varios temores o turbulencias internacionales, como es el déficit estadounidense, el terrorismo, la violencia que afectan a Irak y Afganistán, la energía atómica de Iran y la ofensiva comercial china con precios muy bajos.



En la misma línea está la necesaria disminución de los costos de producción (prestaciones sociales) para captar inversionistas de otros continentes. Todo esto está en el pensamiento de los analistas, porque una Europa inestable puede producir dolores de cabeza en todo el mundo, especialmente en países en desarrollo como son algunos latinoamericanos que han confiado en una Europa próspera.



El euro frente al dólar baja casi en picada; lo mismo que el crecimiento económico de la UE estimado ahora para este año en sólo 1,2 por ciento contra casi 2 por ciento de enero o febrero. Para países poderosos como Alemania, se predice un escuálido crecimiento de 0,8 por ciento.



Italia, prácticamente en recesión, ha agravado su crisis tras la dimisión del ministro de economía Doménico Siniscalco (el segundo de esta cartera que renuncia en 14 meses). Desacuerdos con el presupuesto para el 2006 y con el presidente del Banco Central, Antonio Fazio, aceleraron este desenlace. Así, el gobierno derechista de Silvio Berlusconi parece que seguirá caracterizándose por un bajo crecimiento y un déficit presupuestario en continuo aumento.



Tras las múltiples dificultades en la negociación de la Constitución de Europa, vino la debacle cuando Francia y Holanda, en respectivos referéndums, dieron en mayo y junio un claro "no" a la nueva Carta, que fue un duro golpe para los más entusiastas europeístas. El rechazo fue consecuencia de pensamientos nacionalistas, críticas a la burocracia europea, oposición al neoliberalismo y desacuerdos con la globalización. Posteriormente, en junio, la Europa de los 25 no pudo ponerse de acuerdo en el presupuesto de 2007 a 2013. Nuevamente, no se dieron los impulsos claves, como ocurrió en viejos tiempos, para hacer ceder a países con posiciones más rígidas.



La luz llegó al fin este mes de octubre cuando se acordó dar inicio a las negociaciones con Turquía (también con Croacia) para que puedan ambos incorporarse a la UE. Aquí surgen dudas de si esto debe verse como un avance o el inicio de una nueva era de dificultades, porque el costo del ingreso de Turquía sería para la UE de 27.000 millones de euros anuales, dinero que no está disponible, menos cuando aún no hay un nuevo presupuesto.



Con Bulgaria y Rumania, ya aprobados, y luego Marruecos, los nuevos socios de la UE aumentarían a 30. Los analistas más avezados se preguntan: ¿no sería más cuerdo primero estabilizar y consolidar antes de seguir ampliando y evitar así una nueva crisis en el marco de una ya casi inmanejable UE?



walterk@vtr.net

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