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Factor Sharon coloca el proceso de paz palestino israelí al borde del abismo

Con Sharon y a partir de la desaparición del legendario Arafat y la elección del actual Presidente Abbas, al parecer comenzaba una nueva generación de negociaciones entre palestinos e israelíes. La habitual violencia armada del conflicto parecía frenarse y se vislumbraba la posibilidad de un proceso diferente, esta vez con dos líderes manejando sus respectivas tiendas políticas.


A 20 días de cruciales elecciones parlamentarias en la Autoridad Palestina -programadas para el 25 de enero-, y con la salud al límite del Primer Ministro israelí Ariel Sharon, se resiente un centro de poder vital para las posiciones políticas palestinas representadas por el actual Presidente Mahmoud Abbas. Pero no todo es tan mecánico y simple.



Con esta nueva situación y la elevada violencia entre israelíes y palestinos, el proceso de negociación y paz se ve nuevamente amenazado.



Quizás como nunca antes, desde que palestinos e israelíes acercaron posiciones para el gradual desmantelamiento de los asentamientos de colonos judíos en territorios palestinos, se había visto una violencia tan expandida.



En Gaza, en Cisjordania, en Jerusalén Oriental y en la frontera con Egipto se registran episodios de extrema violencia que hacen recordar el caos de décadas pasadas, con muchas tonalidades directamente de guerra sin cuartel.



De pronto, en consonancia con la deteriorada salud de Sharon, las posiciones se endurecieron en ambos lados. Se confirmaron cinco ataques suicidas por parte del grupo islámico Jihad. La franja de Gaza permanece prácticamente sitiada por la Fuerza Aérea israelí. Al mismo tiempo el Ministerio de Defensa israelí declara que el grupo islámico Jihad estaría detrás de la utilización de cohetes caseros Quassam en zonas de Cisjordania, y Jerusalén Oriental.



Esta activa y directa participación del grupo Jihad, en una supuesta alianza con sectores más radicales de Hamas, significa un evidente retroceso del proceso de negociaciones, que se había mantenido dentro de las claves propias del circuito más próximo del conflicto.



La más patente intervención de Jihad, marca un regreso tanto a la interpretación panislámica de la aspiración palestina, como a la visión ultra militarizada de la protección del Estado de Israel. No es que Jihad haya estado completamente ausente en el pasado, pero el grupo permanecía neutralizado por el ascendiente de un grupo de líderes palestinos encabezados por el actual presidente M. Abbas, interesados en fortalecer el proceso de negociaciones, neutralizando el unilateralismo de la opción armada.



Por su parte, la seguridad de Israel arrestó en Jerusalén Oriental a candidatos como Mustafá Barghouthi, líder del grupo de la Iniciativa Nacional Palestina, y a los independientes Ahmed Ghneim y Hami Rajabi, por desarrollar actividades políticas ilegales a favor de la Autoridad Palestina. También fue confrontada por la policía israelí, una experimentada líder palestina como Hanan Ashrawi candidata a la reelección y que forma parte de un partido llamado "La Tercera Vía".



Los ríos profundos del poder



Sin embargo, detrás de esta nueva espiral de violencia, el deterioro acelerado de la salud de Sharon no es el factor principal.



La espiral de violencia no debe sorprender, y claramente es producto de la débil plataforma política construida en torno a los últimos acuerdos en ambos sectores.



El retiro de Israel de la franja de Gaza, y el desalojo de los colonos judíos ha sido, tanto para la Autoridad Palestina como para el gobierno israelí, un arma de doble filo.



Para la Autoridad Palestina, el tomar control de una zona desmantelada como Gaza, sin presupuesto, y en la práctica sitiada por aire, tierra y mar por las FFAA israelíes, ha significado una pérdida de credibilidad de los partidarios de la moderación, encabezados en estos momentos por el actual presidente. Ghada Kami, que ha trabajado en Gaza en tareas humanitarias, reporta en The Guardian en forma lapidaria que: "Si la formación del Estado Palestino no es una realidad en un futuro inmediato, toda la ayuda externa que recibe Gaza forma parte de un agregado a una ocupación israelí que no ha concluido".

Por este deterioro de credibilidad de la actual autoridad palestina, se ha detectado que los grupos más enraizados en la lucha armada, encabezados por Hamas, tienen posibilidades de elevar en un alto porcentaje su participación en el parlamento palestino. .



Están también, los acuerdos no concluidos respecto al retiro de colonos judíos de Cisjordania, y Jarusalén Oriental. Este es el plato fuerte de las negociaciones. Al respecto, en el lado israelí, siempre ha existido una actitud que va desde el duro rechazo de los grupos más recalcitrantes pro colonos, a la racionalidad política de un grupo no menor de israelíes, que piensan que en definitiva, la estabilidad y la paz se lograrían con la entrega de Cisjordania y Jerusalén Oriental.



Con Sharon y a partir del desaparecimiento del legendario Arafat y la elección del actual Presidente Abbas, al parecer comenzaba una nueva generación de negociaciones entre palestinos e israelíes.



La habitual violencia armada del conflicto palestino israelí parecía frenarse y se vislumbraba la posibilidad de un proceso político diferente, esta vez con dos líderes políticos -Sharon y Abbas- manejando sus tiendas políticas.



Con Sharon disminuído, se desnuda ese manejo en apariencia -a lo que se agrega su retiro del Likud y la formación de su nuevo partido de centro- y puede ser el detonante mayor de una olla a presión de contradicciones políticas no resueltas y acumuladas, tanto en las formaciones políticas que sustentan a la Autoridad Palestina, como en las que sustentan al Gobierno y el Estado israelí.



Una fuente contactada señala con un dejo de ironía macabra que "la situación actual – con una salud embargada de Sharon- es como el regreso de Arafat". O sea: el debilitamiento de las posiciones más proclives a la negociación en la Autoridad Palestina y el fortalecimiento de las posiciones tendientes al enfrentamiento armado, en ambos sectores. "No es que Sharon sea una garantía de paz y de soberanía para los palestinos; pero él dio pasos decisivos, e inéditos hasta el momento", agrega.



Es decir, por mucho que Sharon tuviera detractores en el lado palestino, desde el punto de vista de fortalecer un proceso de negociación política, él significaba la mejor carta para las posiciones representadas por Abbas en el sector palestino. Según observadores locales, en la ecuación, Sharon y/o el que lo suceda eventualmente, es más importante para los dos lados por la sencilla razón de que encabeza un Estado.



Abbas, muy a pesar suyo y del proceso de paz, sin contar con un estado propiamente tal, y con las reducidas herramientas a su disposición, también puede ser clave para las aspiraciones menos militarizadas y más políticamente racionales de los israelíes.



La elección del parlamento palestino y el voto de 200.000 palestinos excluidos



La Autoridad Palestina, eufemismo del protocolo internacional para referirse a un estado palestino que no existe en estricto rigor, ha determinado que se celebren elecciones para elegir un nuevo parlamento palestino este 25 de enero. Las últimas elecciones fueron en 1996. La constitución de un parlamento palestino es esencial para enmarcar la formación del estado palestino dentro de la negociación política, amortiguando la presión por la confrontación armada. El partido Fatah que respalda la actual presidencia de Mahmoud Abbas, podría obtener cerca de un 45 % de los miembros del parlamento.



Usando el dualismo clásico de moderados y extremistas – aunque en las claves palestinas esta taxonomía se extravía en el foco más agudo-, Fatah, que hoy representa la moderación, tiene por contendiente al Partido Hamas. Hamas supuestamente sería la antítesis de la moderación y albergaría al extremismo.



Por la dinámica interna de la política palestina, Fatah es partidario de la postergación de las elecciones mientras 200.000 palestinos de Jerusalén Oriental no estén autorizados a votar por el gobierno israelí. Algunos observadores locales sostienen que la posición de Fatah se fortalece con estos votos. Hoy, por el protocolo de las negociaciones, los palestinos de Jerusalén Oriental no forman parte de ese ficticio "Estado Palestino", que está representado por las Autoridad Palestina, por lo tanto no pueden votar.
Hamas es partidario de que las elecciones se lleven a cabo sin más trámite el día 25 de enero y demanda que Fatah le exija al gobierno israelí la autorización para que estos 200.000 palestinos voten.



Observadores internacionales del proceso electoral palestino han señalado que corresponde a los palestinos de Jerusalén la decisión de votar, y han criticado la política del gobierno israelí de impedirles su derecho a voto. La Casa Blanca ha puesto presión y a través de un vocero expresó que las elecciones no deberían postergarse y que los 200.000 deberían votar.



Sin embargo, hay un factor que continúa distorsionando procesos políticos que podrían manejarse a través de carriles más locales e internos: la ocupación deIrak.. Aunque parezca redundante, como ya lo han afirmado en foros y parlamentos, Irak y su espectáculo diario estimula la violencia y detracta la importancia de la política provista de un mínimo de racionalismo. Este conflicto palestino israelí está muy inmerso en ese contexto que expande el fenómeno Irak, a pesar de tener claves históricas propias.





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