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Lisette Lagnado: «Santiago es ideal para encuentro iberoamericano de arte»

Este año la 27ª versión de la Bienal de Arte de Sao Paulo trae por tercera vez parte de su muestra a Chile. Un continuidad que, sumada a las condiciones artísticas que ofrece el panorama nacional, podría dar el pie para que Santiago fuera sede de un masivo encuentro de arte en 2009, según la curadora brasileña Lisette Lagnado.


Lisette Lagnado: curadora de la bienal de arte de Sao Paulo 2007 y que propone evento cultural iberoamericano con sede en Chile.

Santiago se ha ido convertido en una plaza que ofrece excelentes condiciones para los artistas iberoamericanos: un público tolerante y dispuesto a indagar en diferentes temáticas, una disposición abierta por parte de estamentos gubernamentales para financiar proyectos, el apoyo del Museo de Arte Contemporáneo (MAC), entre otras instancias.



Una opinión que Lisette Lagnado, curadora de la 27ª versión de la Bienal de arte de Sao Paulo en Brasil, comparte plenamente y pretende traducir en un hecho concreto a la brevedad. "Me parecía muy interesante tener en Chile una muestra internacional. Acá existe una buena voluntad para organizar una trienal o un encuentro iberoamericano de arte y esta muestra que hoy traemos a Santiago puede transformarse en el primer paso", dice la curadora, refiriéndose a la versión local de la bienal de Sao Paulo abierta al público en el MAC de la Quinta Normal.



«Realmente acá existe un respeto para el pensamiento curatorial. Para mí volver a Chile es como ir a una ciudad donde existe una dignidad para el pensamiento, para hacer cosas experimentales. Me siento profesionalmente tranquila aquí", afirma Lagnado sobre las buenas condiciones que el país ofrece para concretar el evento.



Vital resulta en esta propuesta, dice la curadora, el trabajo realizado por la Dirección de Asuntos Culturales (Dirac) de la Cancillería con la versión local de la bienal de Sao Paulo, un patrocinio que podría repetirse en un eventual encuentro iberoamericano de arte con sede en Chile.



«Tuvimos mucha suerte porque nos contactamos con Emilio Lamarca, director de la Dirac, quien estuvo dispuesto a recibir nuestra propuesta que fue muy diversa en cuanto a artistas y obras que calzaban bajo el concepto de convivencia", indicó.



No obstante, la posibilidad, que tendría lugar en 2008, tras una cuarta versión de la bienal de Sao Paulo de ese año, cuenta con un rival: Valencia. «Lo curadores de esta bienal también queremos hacer una muestra en Valencia. Para mí Santiago es una excelente plaza. En ambas ciudades existe la voluntad y deberá ser decisión de los curadores dónde realizar este encuentro", cuenta Lagnado.



Globalización artística



Este año, la bienal de Sao Paulo, en su 27° versión, mostró un rostro distinto, que se tradujo en un profundización temática que nunca antes había experimentado. Todo indica que esta variación se debe a la serie de cambios administrativos que el evento artístico sufrió, partiendo por la forma en que fue escogido el curador general y su equipo de trabajo.



A diferencia de las versiones anteriores, esta vez el curador se eligió por concurso público y no a través de un comité. Al instalar un proceso democrático y delegar en un jurado internacional la elección de los candidatos, la junta organizadora se sujetó a la decisión que tomara el grupo de expertos encabezado por Lisette Lagnado.



Esto permitió la aparición de proyectos muy radicales, ya que los curadores invitados tuvieron la libertad de proponer todas las ideas que consideraran pertinente, incluyendo el cuestionamiento de la estructura misma del evento, rompiendo con una tradición. "Para mí es importante plantear la existencia de la globalización, que es algo incontenible, que está en todos lados, alrededor de nosotros", cuenta Lagnado sobre la temática que ocupó cada rincón de la bienal este año: la convivencia.



En un mundo donde la globalización y el concepto de la "aldea global", acuñado a mediados de los sesentas por Herbert Marshall McLuhan, parece apoderarse de todo. Los artistas convocados crearon una serie de instalaciones que evocan el tema y que muestran la realidad de los efectos de la globalización y, en muchos casos, la resistencia de ciertos espacios y lugares a contar con comunes denominadores universales que desplazan a sus propias culturas.



«Con esta serie de obras, quisimos plasmar la resistencia del mundo a la globalización", dice la curadora de la muestra sobre la otra cara de la humanidad, una que se resiste al avance del tiempo.



"Esto se refleja muy bien en la obra de Helio Melo, que es un artista que no maneja contemporáneamente la técnica, trabaja de una manera un poco primitiva, pero está mostrando como los personas trabajan con el caucho y como es su relación con la flora y fauna y los recursos naturales, algo mucho más personal en contraste con las transnacionales, que llegaron a explotar los recursos naturales en Brasil", indica.



No obstante, la intención de generar un debate sobre la explotación desmedida de los recursos naturales en la región no se encuentra de manera explícita en las obras. "En esta bienal el tema de la convivencia y la explotación de recursos está implícito en las obras, pero se transforma en algo explícito en la serie de foros y mesas redondas que hicimos mientras la muestra estuvo abierta en Sao Paulo", señala Lisette Lagnado.



Intereses diplomáticos



Otro aspecto que diferenció a esta versión de la bienal de Sao Paulo de las anteriores fue la ausencia del financiamiento de embajadas, que en el pasado resultó preponderante para su realización.



Buscando recursos desde otras fuentes, los artistas lograron la independencia necesaria para configurar una muestra variada, con artistas jóvenes y otros de renombre internacional y, así, conseguir una exhibición equilibrada que antes era difícil de concebir por la serie de intereses culturales y económicos que los países interventores establecían. "La verdad es que no había presupuesto para hacer una muestra glamorosa y, personalmente, no quería hacer eso", señala Lisette Lagnado sobre la independencia con al que contaron este año en materia de gestión.



"Lo más importante para mí era conservar la coherencia de la muestra y cuando se trabaja con embajadas, se trabaja con intereses de por medio. Cada país elige a un artista de nombre importante para su país. Por ejemplo, Suiza quería llevar artistas jóvenes a Sao Paulo y no artistas consagrados. El artista que queríamos nosotros era para ellos un artista muy consagrado y se negaron a pagar la totalidad del dinero que necesitábamos para traer su obra y solo pagaron una parte", relata.



"La bienal de Sao Paulo es propositiva, no pasiva. Algunas veces los nombres coinciden con los propósitos de las embajadas y otras veces con los propósitos de la organización artística. Pero la mayoría de las veces se termina imponiendo un criterio que artísticamente no es válido", concluye.



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