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UE proclama carta de derechos fundamentales en polémica sesión

Tratado compendia por primera vez el conjunto de derechos civiles, políticos, económicos y sociales de los ciudadanos de la Unión Europea. Parlamentarios, especialmente de derecha, pedían someter el texto a un referéndum.


Los líderes de la Unión Europea proclamaron y firmaron hoy la Carta de Derechos Fundamentales durante un acto solemne celebrado en el hemiciclo de la Eurocámara, donde una minoría de diputados euroescépticos protagonizaron una alborotada protesta.



La Carta, a la que el nuevo Tratado de Lisboa otorga carácter jurídico vinculante en toda la Unión salvo en Polonia y Reino Unido, compendia por primera vez el conjunto de derechos civiles, políticos, económicos y sociales de los ciudadanos de la UE.



Una minoría formada por diputados de Izquierda Unitaria Europea y, sobre todo, de formaciones de extrema derecha y contrarias a la integración comunitaria, agitó el acto con sus carteles y gritos a favor de que el nuevo Tratado de Lisboa sea sometido a referéndum.



La enorme mayoría del hemiciclo trató de responder con largas y fuertes ovaciones a los discursos de los oradores, pero no impidió que la ceremonia se viese afectada, ante la irritación visible del presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Pöttering, quien llegó a pedir sin éxito a los alborotadores que abandonasen el pleno.



Previamente, Pöttering había definido la Carta de Derechos Fundamentales como el fruto de 50 años de construcción comunitaria sobre las «ruinas» de la II Guerra Mundial.



«La Carta prueba que, al crear la UE, hemos sacado la lección más importante de nuestra historia: el respeto a la dignidad de los seres humanos, la defensa a la libertad que hemos conquistado, a la paz, la democracia y al Estado de derecho», dijo el democristiano alemán.



En su discurso, celebró que el nuevo Tratado otorgue carácter jurídicamente vinculante a la Carta y permita así invocarla ante la justicia europea, salvo en el caso del Reino Unido y de Polonia, que han negociado obtenido sendas exenciones.



«Los derechos humanos y fundamentales son indivisibles. En interés de todos los ciudadanos de la UE, todos los Estados de la Unión debería adherirse a este consenso europeo», dijo, cuando el alboroto ya distraía la atención del hemiciclo.



Para entonces, los miembros de Izquierda Unitaria que al inicio del acto exhibían sus camisetas y pancartas en favor de someter a las urnas el nuevo Tratado, escuchaban sentados.



El ruido procedía exclusivamente de la minoría que forman los diputados del Frente Nacional francés, del Partido por la Independencia del Reino Unido o de la extrema derecha polaca, búlgara y rumana, que coreaban a gritos «referéndum, referéndum».



La gran mayoría de los eurodiputados respondió con largas ovaciones, en especial cuando, recién llegado a la tribuna de oradores, el primer ministro portugués y presidente del Consejo Europeo, José Sócrates, proclamó que la de hoy era «seguramente la ceremonia más importante» de toda su «carrera política».



En medio de una agitación creciente, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, cerró el turno de oradores con un breve discurso en el que se refirió a la Carta como consagración de «los principios básicos de la dignidad humana».



Los presidentes de las tres instituciones procedieron después a la firma del documento y el acto concluyó con los sones grabados de la Novena sinfonía de Beethoven, el oficioso himno europeo.



En posteriores intervenciones, los líderes de los principales grupos políticos condenaron la actuación de los extremistas, incluido el de Izquierda Unitaria Europea, Francis Wurtz.



El socialista alemán Martin Schulz recordó que entre los agitadores habituales del parlamento de la República de Weimar se encontraba Adolph Hitler.



Seis capítulos



La Carta, redactada en 2000 por una convención de parlamentarios y representantes gubernamentales, se basa en la tradición constitucional europea y en convenios internacionales.



Dividida en seis capítulos -dignidad, libertad, solidaridad, igualdad, ciudadanía y justicia-, compendia derechos ya consolidados en el acervo internacional, como la vida y la dignidad, la prohibición de la tortura, las libertades de pensamiento, expresión o reunión, la no discriminación, la propiedad o la tutela judicial.



Junto a ellos, reconoce otros novedosos, derivados de las innovaciones tecnológicas, como el derecho a la protección de datos o la bioética, o de la evolución social -no habla de matrimonio entre hombre y mujer sino simplemente de matrimonio.



Fue incorporada íntegramente en el proyecto de Constitución Europea de 2004, pero el abandono de ésta tras los referendos francés y holandés la dejó sin estatuto jurídico.



El Tratado de Reforma, que será firmado mañana en Lisboa por los jefes de Estado y Gobierno de la UE y emprenderá así su proceso de ratificación, no recoge el texto de la Carta, pero su artículo 6 le reconocer carácter jurídico vinculante



EFe

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