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Berlín superó marca del millón en ‘fiestódromo’ de Puerta de Brandeburgo

Sin incidentes destacables, berlineses y visitantes festejaron la llegada del Año Nuevo en el recinto de unos dos kilómetros junto a su emblemático monumento.


La «milla festiva» formada por la Puerta de Brandeburgo, Berlín, y sus aledaños recibió más de un millón de personas para la entrada en el 2008 y marcó así un nuevo récord de asistencia al recinto tradicional para este tipo de multitudinarias fiestas.



Sin incidentes destacables, fuera de algunas asistencias por exceso de alcohol y lesiones por caídas o encontrones, berlineses y visitantes festejaron la llegada del Año Nuevo en el recinto de unos dos kilómetros junto a su emblemático monumento.



Apenas un centenar de tales asistencias de los servicios sanitarios y siete heridos, todos ellos leves, fueron el balance policial, a primera hora de la mañana, de una fiesta más multitudinaria y en paz que nunca.



La Puerta de Brandeburgo y la adyacente Avenida 17 de Junio se consolidaron así como «fiestódromo» por antonomasia de Alemania, con la mayor fiesta del país y probablemente una de las más concurridas del continente.



Velaron por la seguridad más de un millar de policías, 500 guardias de seguridad privados, 1.300 bomberos y 150 voluntarios de la Cruz Roja.



La «milla festiva» junto a la Puerta de Brandeburgo es, desde la caída del Muro, lugar idóneo para las más populares concentraciones humanas de la capital alemana, sean grandes acontecimientos históricos y ciudadanos o, como ocurrió en el Mundial de Fútbol 2006, para transmisiones deportivas multitudinarias.



Ante el monumento y resto del circuito se habían dispuesto tres grandes escenarios, así como ocho carpas y multitud de tenderetes de comida, bebidas y souvenirs.



A la «milla del millón» estaba prohibido entrar con cohetes o petardos, así como con botellas de cristal, y cada asistente fue sometido a un registro previo por los guardias privados apostados en los accesos.



Las temperaturas, sobre los cero grados, fueron benignas, para lo que es el invierno berlinés, y tampoco llovió, lo que favoreció la afluencia a la fiesta.



Mientras en la Puerta estallaba, puntualmente a las 00.00, un gran espectáculo de pirotecnia, el resto de la ciudad se convirtió asimismo en escenario de miles de otros «sucedáneos», de acuerdo a la pasión berlinesa por recibir el año a petardazos desde balcones, terrazas, puentes y colinas de la ciudad.



EFE

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