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Ballenero japonés retiene a dos ecologistas en aguas de la Antártica

Se trata del británico Giles Lane, de 35 años, y el australiano Benjamin Potts, de 28, quienes abordaron el pesquero japonés Yashin Maru 2, que había entrado ilegalmente en la reserva de ballenas del Antártico, desde un «zodiac» del navío Steve Irwin.


Un ballenero japonés en aguas de la Antártica mantiene retenidos este martes a dos ecologistas, un británico y un australiano, que subieron a bordo para protestar por la caza de cetáceos, denunció el grupo Sea Shepherd Conservation Society.



«Les impidieron abandonar (el barco) cuando subieron a bordo y entregaron una carta» de protesta, explicó el director internacional de Sea Shepherd, John Vasic, según la agencia de noticias AAP.



Vasic identificó a los ecologistas como el británico Giles Lane, de 35 años, y el australiano Benjamin Potts, de 28, quienes abordaron el pesquero japonés Yashin Maru 2, que había entrado ilegalmente en la reserva de ballenas del Antártico, desde una «zodiac» botada por el navío Steve Irwin.



Los marineros nipones mantuvieron a los ecologistas atados a un mástil durante tres horas, en un clima helado, antes de meterlos adentro, según Vasic.



«Tenemos una foto que prueba que los tenían amarrados, y los mantuvieron bajo el frío durante varias horas», explicó y agregó que denunciaron el hecho a las autoridades británicas y australianas.



El velero del grupo ecologista vigilaba a varios balleneros japoneses desde el 1 de enero para impedir su caza anual de cetáceos, que Japón justifica por motivos de investigación científica.



El incidente tuvo lugar el mismo día en que un juez australiano declaró ilegal la caza de ballenas en la reserva marítima australiana de la Antártica.



El magistrado James Allsop, del Tribunal Federal, falló a favor de la demanda presentada en 2004 por el grupo ecologista Humane Society International contra la compañía nipona Kyodo Senpaku Kaisha.



La empresa japonesa ha cazado unas 1.253 ballenas mink, nueve ballenas de aleta y un número indeterminado de ballenas jorobadas en la reserva marítima declarada por Australia en sus dominios de la Antártica.



La flota ballenera de Japón zarpó en diciembre con el objetivo de conseguir 1.300 cetáceos, pese a que la Comisión Ballenera Internacional pide a Tokio que detenga su programa.



Noruega es el único país del mundo que permite la caza comercial de ballenas, pero Japón e Islandia capturan más de 2.000 ejemplares al año con fines científicos.



EFE

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