Publicidad

Etiopía otra vez: un millón de personas amenazadas por el hambre y la sed

No posee el glamour de las estrellas que protestan por el Tíbet y por eso no es una noticia de primera plana en Occidente. Pero en el desierto de Ogaden, al sureste de Etiopía, una guerra absurda impide que el agua y los alimentos lleguen a las aldeas. Súmele una larga y desoladora sequía y lo que viene puede ser una bomba. Las organizaciones humanitarias están preparadas para ayudar, pero se les impide el acceso a la zona.


Por Hans Andringa (Radio Nederland)



El ejército etíope combate en el desierto de Ogaden contra un movimiento de independencia regional y con los guerrilleros de la vecina Somalía. Sus habitantes, nómadas que se desplazan de un lugar a otro con rebaños de camellos, se agolpan en torno a pozos de agua, cuyo número es cada vez más reducido. Las organizaciones humanitarias dan la voz de alarma, pero el gobierno etíope lo considera exagerado. Al-Ha es uno de los lugares donde todavía se puede encontrar agua.



"No tenemos ya alimentos ni agua. Ni para nosotros ni para nuestros animales. Y cada vez viene más gente a nuestro pozo a buscarla. No hay suficiente", nos comenta uno de los pobladores.



Organizaciones no gubernamentales e internacionales, como el Programa Mundial de Alimentos de la FAO, intentan mejorar la situación, pero se ven obstaculizados por la presencia de los soldados etíopes en la región. Como medida de seguridad, los transportes de ayuda humanitaria deben ser escoltados por militares que no están siempre disponibles por ser también requeridos para la lucha contra el Frente de Liberación Nacional de Ogaden, ONLF por sus siglas en inglés, o contra unidades que traspasan la frontera desde Somalia.



Henri trabaja para la ONU y se ocupa de la seguridad en el territorio y nos dice: «hay una operación militar activa. El ejército etíope lucha contra el ONLF y contra el Frente para la Liberación de Somalia Occidental. Esta última agrupación dice ser responsable del atentado en el 2007 contra unas instalaciones petroleras en Obole. En el incidente perdieron la vida habitantes locales y ciudadanos chinos que tenían autorización para explotar el petróleo. Después de ese atentado, el ejército gubernamental comenzó a mostrar más interés por la zona, decisión que ha afectado negativamente a la población».



«Exageran la situación»



La historia de Henri es confirmada por el ministro holandés de Ayuda al Desarrollo, Bert Koenders, que visitó recientemente la región. El ministro coincide en que las acciones militares obstaculizan el abastecimiento de ayuda humanitaria: «Ogaden es un territorio enormemente subdesarrollado y, por ello, muy vulnerable. La sequía amenaza con convertir la situación en una catástrofe humana y, por esa razón, hemos pedido al gobierno autorizar el acceso a la región de los transportes comerciales. Por otra parte, constatamos violación a los derechos humanos. De esta manera, los habitantes de Ogaden podrían convertirse tanto en víctimas de la sequía como de los intereses militares".



Estos parecen ser más importantes para el gobierno de Addis Abeba que la situación de los habitantes de Ogaden, lo que dio pie a que el ministro Koenders congtemplara durante su visita a Etiopía abordar esta cuestión con el primer ministro de Etiopía, Melis Zenawi.



El ministro holandés comenta que «no hay suficiente ayuda. Por eso hacemos un llamamiento al gobierno para que haga más en ese sentido. Naturalmente que hay intereses militares en la región, pero la población no debe pagar las consecuencias. Hay que llevar agua allí. Las operaciones bélicas deben ser de corta duración. Los militares tienen que proteger a la población y no ponerla en peligro».



El primer ministro etíope, Melis, opina que los intereses militares son, de momento, más importantes que los habitantes de la zona. No parece quedar impresionado por las noticias que hacen referencia a la sequía y a la hambruna en el Ogaden. «Haremos lo que sea necesario, pero debo informarle que las organizaciones humanitarias han avisado más de una vez. Después de haber investigado, observamos que la situación no era tan crítica como decían. Debemos evitar llegar a tal punto que si realmente hay un problema y necesitamos ayuda, el mundo no diga ‘exageran la situación», comenta el primer ministro Melis Zenawi.



Las organizaciones humanitarias mantienen firme su opinión de que se necesita ayuda a gran escala para evitar una catástrofe. Sin embargo, nadie espera que el primer ministro Melis cambie de opinión por el momento. A los habitantes de Ogaden no les queda sino confiar en que las lluvias primaverales sean suficientes para paliar el problema.





______

Publicidad

Tendencias