El documento identificó a 521 personas presuntamente implicadas con estos grupos, entre los que se cuentan varios concejales de Río, que están acusados de pertenecer a estas bandas.
Los grupos de paramilitares, que extorsionan a los vecinos a cambio de seguridad, han desplazado a los narcotraficantes en 171 favelas de la ciudad brasileña de Río de Janeiro, informaron este miércoles fuentes oficiales.
Estos grupos, formados por ex agentes y actuales miembros de diversos cuerpos de seguridad del estado, continúan ganando fuerza en las barriadas pobres de Río, tradicionalmente controladas por las bandas de narcotraficantes, confirmó a la prensa el diputado regional Marcelo Freixo.
El dato fue recogido por un informe confidencial de la secretaría de seguridad regional, que fue filtrado a la prensa.
El documento identificó a 521 personas presuntamente implicadas con estos grupos, entre los que se cuentan varios concejales de Río, que están acusados de pertenecer a estas bandas.
El estudio fue elaborado con base en las denuncias recogidas por una línea telefónica de la policía para la atención al ciudadano y por los informes policiales en los que aparece implicado algún paramilitar.
Estos grupos paramilitares, conocidos en Brasil como «milicias», han sustituido a los narcotraficantes, todavía presentes en cerca de 600 favelas, gracias al uso de la fuerza y administran la justicia por su cuenta propia, al margen de las autoridades públicas.
Sus acciones han recibido el rechazo del Gobierno y las autoridades judiciales, que ahora están concentradas en evitar que estos grupos empañen las próximas elecciones municipales de octubre.
Las milicias, al igual que los narcotraficantes, están acusadas de extorsionar y amenazar a los vecinos de las favelas que controlan para que voten por sus candidatos en los comicios que elegirán a los alcaldes y concejales de cerca de 5.500 ciudades brasileñas.
El Tribunal Superior Electoral todavía no ha descartado la posibilidad de movilizar al Ejército para asegurar las garantías democráticas en las favelas.
EFE