Publicidad

Israel conmemora la destrucción de los templos de Jerusalén

Según una tradición religiosa, la destrucción de los templos fue un castigo divino por salirse el pueblo judío del camino que Dios le había dictado en la Torá, y sólo cuando regrese a él lo verán reconstruido.


Israel conmemora este domingo, la destrucción de los bíblicos templos de Jerusalén con una jornada de luto en la que los judíos más observantes respetan también un estricto ayuno hasta el anochecer.



Conocida como el «Tishá B’Av», o noveno día del mes hebreo de Av, en esta jornada los judíos recuerdan la desaparición de los templos construidos primero por el rey Salomón y, después, el que fuera remodelado por su sucesor Herodes.



En sus rezos los judíos cantan las llamadas «kinot» o «lamentaciones», compuestas en época medieval y que describen el sufrimiento de sus antepasados desde la destrucción del templo.



También se abstienen de vestir ropas caras en señal de humildad y duelo, y es costumbre usar zapato de lona.



El templo de Salomón fue destruido por el rey babilonio Nabucodonosor en el 587 a.C., y el de Herodes en el 70 d.C. por las legiones romanas al mando de Tito, en ambos casos dando inicio al primer y segundo éxodo judío.



Para recordar la que consideran la peor tragedia espiritual de su historia, cientos de miles de judíos se concentraron desde por la mañana en la sinagogas de todas las ciudades israelíes, mientras que en Jerusalén lo hicieron frente al Muro de los Lamentos, el último vestigio del templo y el lugar más sagrado para el judaísmo.



Por detrás de este muro, donde la tradición judía sitúa sus dos santuarios, se alzan hoy las mezquitas de Omar y de Al Aqsa, esta última la tercera en jerarquía para el Islam después de las de La Meca y Medina.



Son también el centro espiritual de las demandas políticas palestinas en Jerusalén, en cuya parte oriental aspiran a declarar la capital de su futuro estado.



La destrucción de los dos templos de Jerusalén, que según la creencia coincidió en el mismo día del calendario hebreo, supuso el final de la independencia política judía hasta 1948, cuando se creó el moderno Estado de Israel.



Según una tradición religiosa, la destrucción de los templos fue un castigo divino por salirse el pueblo judío del camino que Dios le había dictado en la Torá, y sólo cuando regrese a él lo verán reconstruido.



Otras teorías lo atribuyen a las divisiones espirituales y a las disputas políticas internas en el reino de Judea, que alentó las invasiones de los imperios de la época que destruyeron Jerusalén hasta sus cimientos.



Una encuesta realizada hoy en ese sentido por la edición digital del diario «Yediot Aharonot» y la asociación Gesher (Puente) muestra que los israelíes siguen viendo con temor una posible destrucción de Jerusalén como consecuencia de sus propias divergencias religiosas y políticas.



De una muestra de 500 personas encuestadas, el 42 por ciento cree que la partición de Jerusalén entre israelíes y palestinos -según se estipula en las negociaciones de paz- es hoy la principal amenaza a la ciudad santa.



Sólo un 20% cree que «nada» puede poner en peligro a la Jerusalén, y que ésta es «una ciudad fuerte y floreciente».



La directora de Gesher, Shoshi Becker, recordó que Jerusalén fue destruida por el «odio infundado» entre distintas corrientes judías hace dos mil años, y dijo que la «belleza de la ciudad radica precisamente en la variedad de su etnias y tradiciones».



EFE

Publicidad

Tendencias