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La polémica acompaña a la circuncisión como medida contra el sida en Kenia

En la controversia social surgida en el país se han mezclado las dudas sobre la efectividad, los riesgos sanitarios e incluso cuestiones étnicas, mientras el último informe de la ONU apunta que el sida en Kenia, lejos de haber remitido, como se esperaba, aumentó un 3 por ciento en 2007.


La polémica acompaña al uso de la circuncisión como medio para frenar el contagio del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que causa el sida, una medida que han empezado a aplicar varias organizaciones kenianas apoyadas por el Gobierno.



Ya en abril pasado, el Ministerio de Salud inició una campaña que aseguraba que la circuncisión reducía las posibilidades de contraer VIH, lo que desató la polémica, pero para David Ojakaa, director de programas de la Fundación para la Investigación Médica de África (AMREF), la medida es útil y es partidario de aplicarla.



«No tenemos ningún motivo para dudar de resultados científicos de estudios particulares que, al margen de lo que dice el Gobierno, han demostrado que esta práctica disminuye en un 50 por ciento las probabilidades de contagio», dice a Efe Ojakaa.



Nelson Otwoma, también de la AMREF, suscribe esa afirmación y añade que «la explicación radica en que se elimina la piel más blanda del pene, el prepucio, que es la más susceptible de sufrir infecciones porque tiene más receptores».



Ojakaa, por su parte, agrega que el aumento de la enfermedad «es en realidad una victoria, ya que se debe a que los tratamientos aplicados a la población contagiada están dando resultado (…), y hay más casos de gente infectada porque viven más tiempo».



Sin embargo, en otros sectores sociales la medida no es bien recibida, ya que la circuncisión tiene connotaciones culturales y étnicas, que, por ejemplo, han llevado al Consejo de los Luos a rechazarla tajantemente.



Los Luos, una de las etnias mayoritarias de Kenia, después de los Kikuyu y los Luhya, a la que pertenece el primer ministro, Raila Odinga, han afirmado que se trata de «un plan para desacreditarnos, ya que tradicionalmente estamos en contra de la circuncisión».



Según su Consejo, «Uganda, donde el índice de hombres circuncidados es muy bajo, es el país puntero de la región en cuanto a medidas preventivas y Sudáfrica, que tiene una larga tradición de circuncisión, también tiene un porcentaje altísimo de VIH».



Peter Cheru, director del Programa Nacional del Control de VIH (NASCOP), institución dependiente del Ministerio de Salud, en declaraciones a Efe, responde a los Luos que «Uganda lleva luchando muchos más años que Kenia contra la expansión del virus», y por eso tiene mejores resultados.



En cualquier caso, la circuncisión se sigue practicando en Kenia con medios muy precarios en algunas zonas rurales y, durante el mes de agosto, los Bukusu celebran una de sus fiestas más populares, en la que sirve de ritual para el paso de niño a hombre.



Centenares de adolescentes pasan por la cuchilla en un acto que debe dejar constancia de su hombría, y muchas veces se utiliza la misma para muchos, por lo que se convierte en una vía de contagio.



Este año, según la prensa local, dos médicos controlaron la esterilización de los instrumentos, aunque muchos de ellos compartieron la misma cuchilla, pues el control es difícil debido la precariedad sanitaria de sus comunidades.



Instituciones y organizaciones como NASCOP y AMREF, además de la Coordinadora de ONG de lucha contra el VIH de Kenia (KANCO), abogan por implantar la circuncisión de forma paulatina.



Para Leonard Odini, de KANCO, debe ser una «medida preventiva complementaria a la educación, los métodos anticonceptivos y la formación», aunque, como los demás y el propio Gobierno, insiste en que «no se impondrá en ningún caso, pues es una decisión voluntaria».



El Consejo de los Luos les responde que «aquellos que se circunciden no contarán con nuestra bendición», a lo que Ojakaa apostilla: «La cultura es dinámica, no me sorprendería que la apoyasen en unos años».



EFE

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