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Líderes de la UE analizan la guerra en Georgia y las relaciones con Rusia

Aunque los europeos han condenado desde el primer momento el recurso a las armas por ambas partes, el alarde de fuerza realizado por Moscú dentro de las fronteras de un país soberano considerado aliado de Occidente ha llenado de indignación e inquietud las capitales de la UE.


Los líderes de la Unión Europea celebran hoy una cumbre extraordinaria en Bruselas para analizar las consecuencias de la guerra en Georgia y, muy especialmente, su impacto sobre sus relaciones con Rusia.



La reunión, que comenzará a las 15.00 horas (13.00 GMT), ha sido convocada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, artífice del principio de acuerdo que permitió a mediados de agosto detener los combates entre Rusia y Georgia.



Tras dos semanas de campaña relámpago contra Georgia (del 8 al 22 de agosto), desencadenada en respuesta al intento georgiano de recuperar la capital suroseta, Rusia se ha asegurado por la fuerza el control de las regiones separatistas de Osetia del Sur y Abjasia.



En vísperas de la reunión de Bruselas, el primer ministro británico, Gordon Brown, ha abogado abiertamente por una revisión en profundidad de las relaciones entre Europa y Rusia.



Pero de la cumbre de hoy no se espera ninguna decisión radical como la imposición de sanciones contra Moscú por su uso desproporcionado de la fuerza y su violación de la integridad territorial de la pequeña república caucásica.



Lo más que acordarán los gobernantes comunitarios, según han adelantado fuentes de la actual presidencia francesa de la UE, será poner «bajo observación» sus relaciones con el poderoso vecino del Este.



A diferencia de la OTAN, que ha cancelado hasta nueva orden sus reuniones políticas regulares con Moscú y la cooperación militar, la Unión no quiere suspender el diálogo con Rusia, su principal proveedor de gas y gran suministrador de petróleo.



A principios de julio, la UE y Rusia comenzaron la negociación de un ambicioso acuerdo bilateral con el que Europa pretendía involucrar a Rusia en una relación «estratégica» a largo plazo.



Los gobiernos de la UE se encuentran ahora profundamente divididos sobre la continuación de esas negociaciones, cuya próxima ronda está prevista para los días 15 y 16 de septiembre.



Polonia y las repúblicas bálticas, que ven en los sucesos de Georgia la prueba del resurgir de la Gran Rusia, encabezan el grupo de los que exigen una respuesta firme y sanciones.



Por el contrario, Alemania apela al realismo y a ejercer toda la persuasión para conducir de nuevo a Rusia a los canales pacíficos de resolución de conflictos.



La cumbre de Bruselas debería permitir al menos a los europeos hacer una exhibición de unidad ante el poderoso vecino ruso.



El Consejo Europeo instará a Rusia a respetar todos los compromisos contraídos en el acuerdo de alto el fuego del 12 de agosto.



Rusia debe cumplir todavía el punto que se refiere a la retirada de sus fuerzas «a las líneas anteriores al comienzo de las hostilidades» y acceder a la apertura de un proceso de «discusiones internacionales» sobre la estabilización de Osetia del Sur y Abjasia.



Moscú tampoco da muestras de querer respetar los apartados del acuerdo de paz que estipulan el establecimiento de un «mecanismo internacional» de pacificación, al que los Veintisiete quieren contribuir a través de la OSCE fundamentalmente.



El reconocimiento por Rusia de la independencia unilateral de las dos regiones disputadas no ha hecho sino empeorar las cosas, pues aleja la perspectiva de despliegue de una misión imparcial de observación en las zonas que ahora han quedado bajo control total de los rusos.



EFE

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