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El viudo de Bhutto sucede a Musharraf como presidente de Pakistán

El viudo de Bhutto, que contará con un Gobierno afín encabezado por su propio partido, tendrá que hacer frente a la espinosa rehabilitación de los jueces, la preocupante situación económica que sufre el país y la lucha contra los integristas islámicos. Mientras los legisladores votaban este sábado, al menos 20 personas murieron, entre ellas seis agentes, por la explosión de un coche bomba contra un puesto policial en las afueras de la ciudad norteña de Peshawar. El movimiento que aglutina a los


El viudo de la asesinada Benazir Bhutto, Asif Alí Zardari, consiguió este sábado llegar a la Presidencia de Pakistán y suceder a Pervez Musharraf al imponerse con una clara mayoría en una votación parlamentaria.



Una fuente de la Comisión Electoral informó a Efe de que el líder del gobernante Partido Popular (PPP) obtuvo 482 votos de los 702 en juego, aunque los resultados aún tienen que ser revisados para hacerse oficiales.



Se quedó lejos de la victoria el candidato de la Liga-N del ex primer ministro Nawaz Sharif, el ex jefe del Supremo Saiduzamán Sidiqui, con 153 votos, frente a los 45 del tercer candidato en liza, Mushahid Husain, senador de la Liga-Q, formación que daba apoyo al régimen de Musharraf.



Varios diputados e invitados entonaron cánticos de «Viva Bhutto» en el Parlamento nacional cuando se supo que Zardari había conseguido el número de votos necesarios para alzarse con la victoria.



«Es fantástico para las fuerzas democráticas. Cualquier persona que cree en la democracia piensa que es un día histórico», mantuvo el ministro de Energía, Raja Pervez Ashraf (PPP).



«El resultado es correcto y se tiene que respetar, pero me defrauda que la gente sólo haya votado en la línea del partido al que pertenece. Zardari tiene que asumir una gran responsabilidad ahora. El tiempo dirá si sus políticas son acertadas», dijo a Efe el candidato de la Liga-N.



Zardari hizo valer así el peso de su partido y de otras formaciones minoritarias en las asambleas nacionales y regionales, constituidas tras las elecciones del 18 de febrero, que estuvieron marcadas por la muerte de su mujer tras un mitin en Rawalpindi el 27 de diciembre de 2007.



Aunque los 1.170 legisladores nacionales y regionales fueron llamados a las urnas, el valor del voto de los diputados de las cámaras provinciales más grandes se pondera, de forma que los resultados se calculan sobre un total de 702 votos.



Musharraf, que salió reelegido como presidente en octubre de 2007, se vio forzado a dimitir el pasado 18 de agosto tras casi nueve años en el poder para evitar que la coalición gubernamental iniciase un proceso parlamentario de destitución contra él.



El viudo de Bhutto se había comprometido a rehabilitar «inmediatamente» después de su abandono a los jueces destituidos por Musharraf durante la declaración del estado de excepción en noviembre de 2007.



Pretendía así complacer a la Liga-N, que apostó desde el principio por una restauración completa e inmediata de los jueces, pero la formación de Sharif abandonó el Ejecutivo después de que Zardari señalara que los acuerdos con sus socios «no son sagrados como el Corán».



El regente de la dinastía Bhutto se postuló entonces a la Presidencia y ha mantenido en los últimos días que recortará los poderes que implican su cargo.



«Zardari quiere hacer un equilibrio de poderes. El Parlamento debe decidir si los poderes presidenciales para disolver las cámaras y cesar al Gobierno deben ser suprimidos», matizó hoy a Efe una diputada del PPP, Farzana Raja.



«Zardari hereda una Presidencia con los poderes que tenía Musharraf y esto es un motivo de preocupación. Eliminar estos poderes debería ser su primera tarea ahora», exhortó el portavoz del partido de Sharif, Sidiq Faruq, en declaraciones a Efe.



El viudo de Bhutto, que contará con un Gobierno afín encabezado por su propio partido, tendrá que hacer frente a la espinosa rehabilitación de los jueces, la preocupante situación económica que sufre el país y la lucha contra los integristas islámicos.



Mientras los legisladores votaban este sábado, al menos 20 personas murieron, entre ellas seis agentes, por la explosión de un coche bomba contra un puesto policial en las afueras de la ciudad norteña de Peshawar.



El movimiento que aglutina a los talibanes paquistaníes, que ha perpetrado varios atentados en las últimas semanas, reivindicó el ataque.



El regente de la dinastía Bhutto



Tras sufrir cárcel, exilio y el desprecio de sus conciudadanos, que lo apodaron «el señor diez por ciento», Asif Alí Zardari, líder del Partido Popular de Pakistán (PPP), consiguió la mayoría de votos necesaria para proclamarse presidente de Pakistán.

La fuerza del PPP y sus aliados en las Asambleas del país, encargadas de la votación, lo convirtieron en favorito para suceder a Pervez Musharraf.



Para llegar hasta aquí, Zardari no ha dudado en prescindir de su principal socio tras la victoria electoral del PPP en febrero, el ex primer ministro Nawaz Sharif, tras declarar que, para él, los acuerdos entre ambos no eran «sagrados como el Corán».



Era una ruptura previsible, habida cuenta de que Zardari pasó casi once años en la cárcel con cargos levantados durante los Gobiernos de Sharif, que le dieron su fama de corrupto por las supuestas comisiones que cobraba.



Nacido en Nawabshah, en la provincia de Sindh (sudeste), el 21 de junio de 1956 en el seno de una familia de terratenientes de origen baluchi, el joven Zardari sólo cursó estudios de secundaria.



En 1987, se casó en matrimonio concertado con Benazir Bhutto, la heredera de una dinastía política, educada en Oxford (Reino Unido), que un año después -y con sólo 35- se convirtió en la primera mujer al frente del Gobierno de Pakistán.



Zardari es popularmente considerado el responsable de la corrupción que acabó tempranamente con los dos Gobiernos de su esposa, alternos con Ejecutivos de Sharif.



Tras la caída del primer Gobierno de Bhutto, Zardari fue acusado de extorsión y pasó tres años en prisión, hasta ser exonerado al recuperar su esposa el poder, en 1993.



De nuevo cayó Bhutto (octubre de 1996) y otra vez Zardari terminó en prisión, esta vez por un periodo de ocho años durante los cuales se levantaron una docena de casos contra él, entre ellos por el asesinato de su cuñado, Murtaza Bhutto.



El PPP mantuvo siempre que los cargos, ninguno de los cuales llevó a una condena firme, fueron motivados políticamente y que la estancia en prisión y las torturas sufridas en ella resintieron gravemente la salud de Zardari, diabético, aquejado del corazón y de dolencias de espalda.



«La corrupción es un estado mental. Una persona corrupta (…) no habría sacrificado ocho años de su vida en prisión. Podría haber aceptado un acuerdo y haberme marchado» al exilio, dijo en una entrevista que concedió en 2005.



La cárcel, el exilio y la temprana muerte de Bhutto en un atentado a fines de 2007 separó a la pareja Bhutto-Zardari, que pasó junta apenas cinco años de su matrimonio y tuvo tres hijos: Bilawal (1988), Bajtawar (1990) y Asafa (1996).



Cuando fue excarcelado en 2004, Zardari se trasladó a Nueva York y no a Dubai, donde su esposa e hijos vivían en el exilio desde principios de 1999.



«Soy un completo extraño para mis hijos», se lamentó una vez, aunque las crónicas de la época reflejan una vida de placer y lujo en la ciudad de los rascacielos, acorde con su fama de vividor y apasionado del polo y las mujeres.



No obstante, Benazir siempre defendió en público el apoyo de su esposo y negó los «rumores venenosos» sobre su supuesto alejamiento.



Cuando Bhutto regresó a Pakistán el 18 de octubre de 2007, tras lograr una amnistía de Musharraf, su marido no la acompañaba.



Aunque ocupó algún puesto ministerial en los dos Ejecutivos de Benazir, Zardari no era miembro del PPP ni candidato a las elecciones en las que su esposa cifraba su retorno al Gobierno, a principios de 2008.



Su asesinato en un atentado el 27 de diciembre de 2007 precipitó el ascenso de Zardari a la cúpula del PPP, que lo nombró «copresidente» tras designar al joven Bilawal, estudiante en Oxford, heredero nominal del puesto de su madre.



En los meses transcurridos, Zardari se ha hecho con todas las riendas del poder, alternando estancias en Islamabad con viajes de negocios al extranjero, sin olvidar fomentar el culto que muchos paquistaníes profesan a la familia Bhutto.



EFE

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