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Ejército peruano da de baja a oficial que violó a recluta tras darle licor

El ministro de Defensa dio esta información ante una comisión del Congreso, en presencia de la agredida, a raíz del revuelo que provocó la denuncia del caso por parte de la recluta en los medios de comunicación.


El Ejército de Perú dio de baja a un oficial que abusó sexualmente de una joven recluta, a la que antes hizo tomar licor en el bar de un cuartel militar, informó este martes el ministro de Defensa, Antero Flores Aráoz.



El funcionario precisó que se había dado la sanción de baja al mayor Miguel Gómez Ormeño por haber incumplido el reglamento del Ejército al ordenar a la recluta Sadit Raymondi que realizase labores que no correspondían a su reclutamiento, como servir licor o permanecer hasta la madrugada reunida con militares de mayor grado.



Flores Aráoz aclaró que las Fuerzas Armadas sólo pueden investigar la falta disciplinaria, pues la comisión de delito es vista por el Ministerio Público y el Poder Judicial.



El mayor Gómez ordenó a la recluta vestir de civil para servir licor y comida a un grupo de oficiales reunidos en un ambiente social de un cuartel en Lima.



Sin embargo, cuando la reunión estaba por concluir, el militar le ordenó beber licor mezclado con leche y se ofreció a llevarla a su casa.



La recluta finalmente perdió la conciencia y amaneció en un hostal, donde aparentemente sufrió abusos por parte del oficial.



El ministro de Defensa dio esta información ante una comisión del Congreso, en presencia de la agredida, a raíz del revuelo que provocó la denuncia del caso por parte de la recluta en los medios de comunicación.



Flores Aráoz añadió que el consejo de investigación que recibió la denuncia de Raymondi concluyó este martes en la necesidad de separar del Ejército al mayor Gómez Ordóñez, que también acudió a la televisión para proclamar su inocencia.



Los demás involucrados en la denuncia han recibido diversas sanciones que incluyen el arresto, agregó la autoridad.



El responsable de Defensa reconoció la dificultad de controlar a los integrantes de las Fuerzas Armadas para evitar que beban licor en los establecimientos militares y manifestó que los cuarteles no son lugares de «parranda»



EFE

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