Publicidad

Crisis financiera da vuelco a la campaña electoral en Estados Unidos

El candidato republicano debió revisar su posición sobre la intervención pública de la aseguradora American Internacional Group (AIG), considerando que hasta ahora era un abierto partidario de una menor regulación financiera para lograr la prosperidad mediante el libre mercado. Pero con la calamidad acampada en Wall Street, los promotores de esa visión están ahora mudos en Washington, ya que el Ejecutivo ha puesto dinero no sólo para AIG, sino que para salvar también a los gigantes hipotecarios



La crisis en los mercados cambió de la noche a la mañana los temas y el tono de la campaña electoral estadounidense, y puso a la defensiva a John McCain, el candidato que había abogado por menos regulación financiera.



Hace una semana, el debate era sobre si el demócrata Barack Obama se refería a Sarah Palin, la «número dos» del republicano McCain, cuando dijo que «por pintar los labios a un cerdo, no deja de ser un cerdo», una expresión común en inglés y que se asimila a la española «aunque la mona se vista de seda, mona queda».



Esa controversia beneficiaba, según los expertos, a la campaña de McCain, que había acusado a Obama de sexista. Con la explosión en Wall Street, todo eso quedó en el olvido y quien está ahora en la silla incómoda es McCain.



Su difícil posición se puso de manifiesto hoy, cuando revisó su postura respecto a la intervención pública de la aseguradora American Internacional Group (AIG).



En un comunicado, McCain señaló que la administración «se ha visto forzada a comprometer 85.000 millones de dólares para evitar el colapso de AIG» y dijo que el objetivo debe ser proteger a los clientes de la empresa y no a sus directivos.



Ayer, en cambio, McCain fue categórico en su oposición a que la mano del Gobierno sostuviera a AIG.



«No, creo que el contribuyente estadounidense no debería cargar con el peso de AIG, y estoy contento de que el secretario (Henry) Paulson parece haber tomado la misma postura», afirmó entonces en una entrevista con la cadena ABC.



Esa opinión se encuadra en la percepción republicana del Gobierno como un impedimento frecuente al florecer económico y del libre mercado como el camino hacia la prosperidad.



Con la calamidad acampada en Wall Street, los promotores de esa visión están ahora mudos en Washington y el Gobierno republicano ha puesto dinero público para salvar no solo a AIG, sino también a los gigantes hipotecarios Freddie Mac y Fannie Mae, y el banco de inversión Bear Stearns.



Obama, por su parte, cree haber encontrado un talón de Aquiles en su oponente.



La intervención de AIG «es el veredicto final de la filosofía económica fallida de los últimos ocho años», dijo hoy en un comunicado.



«El senador McCain ha apoyado esta filosofía durante sus 26 años en Washington», añadió.



En las encuestas, los votantes tradicionalmente han dicho que confían más en los demócratas en temas económicos, por lo que las lágrimas en Wall Street deberían ayudar a Obama.



Además, las crisis económicas «siempre son un riesgo para el partido en el poder, particularmente un partido que ha ocupado la Casa Blanca por más de siete años», según Sebastian Mallaby, un analista del Centro de Relaciones Exteriores, un instituto independiente.



Esos factores puede explicar el sesgo que ha tomado la intención de voto en los últimos días.



Tras la Convención Republicana, a principios de septiembre, McCain eliminó la ventaja de Obama e incluso lo adelantó, gracias principalmente a su elección de la telegénica Palin como compañera de fórmula.



Ahora ese viento parece que se le ha terminado y en poco más de una semana McCain ha perdido dos puntos porcentuales, aunque aún le saca uno a Obama, según RealClearPolitics, que hace una media de una veintena de sondeos.



Las alarmas han sonado en la campaña del senador y McCain ha adoptado un tono mucho más duro frente a las compañías de Wall Street, a las que acusó hoy de vivir una «cultura de casino» y desarrollar «una gestión imprudente».



En su comunicado también pidió «regulación fuerte y eficiente», lo que supone un cambio palpable de sus posturas anteriores.



Como senador y presidente del Comité de Comercio votó a favor de relajar las normas que ciñen las operaciones de las compañías financieras.



Por ejemplo, en 1999 apoyó una ley del entonces Senador Phil Gramm, uno de sus principales asesores económicos actualmente, que desmanteló los muros que separaban el sector de los seguros, la banca tradicional y la banca de inversión, según el diario The Washington Post.



Eso permitió que AIG entrara de cabeza en el negocio de avalar títulos con garantías hipotecarias, que le generaron las pérdidas multimillonarias que la han hundido.



EFE

Publicidad

Tendencias