Publicidad

Escándalo de la leche adulterada cambia los hábitos de las madres chinas

El actual escándalo ha llevado a muchas mujeres chinas a abandonar el «naifen», que es como se conoce a la leche en polvo, hasta hace poco un producto que daba prestigio social y que ahora se ve como un peligro.



Con más de 53.000 bebés enfermos y 7.000 toneladas de productos lácteos retirados en las tiendas de toda China, las madres del país asiático están comenzando a regresar a una costumbre que se estaba perdiendo en el país, la de dar de mamar a sus hijos.



La obsesión por mantener la línea o el estresante ritmo de la vida moderna, que quita a muchas madres chinas tiempo para estar con sus hijos recién nacidos, habían conseguido disminuir en gran medida el número de mujeres en el país que alimentaban con su leche a sus bebés.



«Di de mamar a mi hijo los primeros cuatro meses, pero luego el trabajo ya no me lo permitía, así que ahora tengo que usar leche en polvo», cuenta Xue Laiyin, una madre de Beijing que trabaja en una escuela como administrativa.



Su compañera de trabajo, Jian Yilin, cuyo hijo tiene ya tres años, no renunció en su momento a dar de mamar a su niño, pero para conseguirlo tuvo que mudarse a una casa que estuviera al lado de su oficina.



Cifras oficiales hablan de un 30 por ciento de madres chinas que ya no dan de mamar, aunque en ciudades como Pekín o Shanghai esa cifra aumenta hasta el 50 por ciento.



La alternativa a ello era la leche en polvo para bebés, que hace apenas cinco años sólo era comercializada en China por marcas extranjeras como Nestlé a precios muy caros para la mayoría de las familias.



Por ello, alimentar a bebés con este tipo de productos también comenzó a convertirse en un símbolo de prestigio, en un país donde el rápido crecimiento económico también ha producido cierta obsesión por el estatus social.



La moda de dar leche en polvo en lugar de la materna atrajo a las empresas chinas, que comenzaron a lanzar productos alternativos a los de las multinacionales extranjeras hasta 10 veces más baratos, llegando así a las zonas rurales del país y a las familias urbanas de renta baja.



También atrajo a los primeros falsificadores, pero en 2004 un primer caso de leche para bebés adulterada, que causó la muerte de 13 niños y afectó a otros 171, causó la ruina de 40 pequeñas compañías lácteas.



Pero a la vez hizo ganar credibilidad a grandes firmas nacionales como Sanlu, principal implicada en el actual escándalo y que hasta hace dos meses era vista por el Gobierno chino y los medios como un modelo de producción.



El actual escándalo ha llevado a muchas mujeres chinas a abandonar el «naifen», que es como se conoce a la leche en polvo, hasta hace poco un producto que daba prestigio social y que ahora se ve como un peligro.



Al mismo tiempo, el Ministerio de Sanidad chino, que nunca se opuso al uso de los lácteos artificiales para bebés, ahora reconoce que hay que aumentar el número de madres chinas que den de mamar a sus hijos.



«Las madres jóvenes de hoy en día afrontan una fuerte presión, y a veces no tienen suficiente leche. Como resultado, la proporción de niños en el país que se alimentan de leche en polvo es muy grande», admitió la semana pasada el ministro de Sanidad de China, Chen Zhu.



EFE

Publicidad

Tendencias