Publicidad

Ultraderecha se perfila como gran beneficiada de las elecciones en Austria

Aunque el FPí– está dirigido por un grupo de ideólogos de tendencia ultraderechista, el granero de sus votos proviene de antiguos bastiones socialdemócratas: los barrios obreros más desfavorecidos, aseguran los analistas.



Los partidos de la derecha populista se perfilan como los que más crecerán en las elecciones anticipadas de Austria del próximo domingo, castigando a las dos formaciones mayoritarias en un ambiente de incertidumbre económica.



«Entre los inmigrantes hay ovejas negras, y tienen que ser expulsadas». Con mensajes como este, directos y simples, Heinz-Christian Strache se ha convertido en el líder incontestable del Partido Liberal Austríaco (FPí–).



Con un discurso radical contra la inmigración, la Unión Europea (UE) y un populismo social que promete defender al «hombre de la calle» de los grandes intereses corporativos, el FPí– puede sumar en el mejor de los casos hasta el 20 por ciento de los votos, el doble que en las últimas elecciones.



«La mayoría de sus votos vienen de los enfurecido perdedores de la ‘modernización’, movilizados con lemas contra los extranjeros y contra Europa», explicó Anton Pelinka, uno de los analistas políticos más reputados del país.



Aunque el FPí– está dirigido por un grupúsculo de «ideólogos de tendencia ultraderechista», según Pelinka», el granero de sus votos proviene de antiguos bastiones socialdemócratas: los barrios obreros más desfavorecidos.



A Strache lo suelen describir como un clon de Jörg Haider, quien llevó al FPí– a sus cotas de mayor popularidad al alcanzar casi el 27 por ciento de los votos en 1999. Su participación en el Gobierno fue sancionada por la UE con un aislamiento diplomático al país.



Pero sus caminos se separaron cuando Haider creo en 2005 la Alianza para el Futuro de Austria (BZí–), de una escisión del FPí–. Desde entonces Strache califica a su antiguo mentor de «traidor».



Ahora Haider, quien podría lograr hasta el 8 por ciento de los votos, trata de mostrarse algo más moderado, mientras que su antiguo alumno y ahora rival ofrece un perfil más agresivo.



Aún así, Haider ha dejado claro que desea una «Austria para los austríacos» y defiende expandir al resto del país la prohibición de edificar mezquitas y minaretes, algo que ya está en vigor en Carintia, la región de la que es gobernador.



«Tenemos que proteger nuestros valores, la cultura mayoritaria y nuestras tradiciones de la creciente islamización», argumenta un sonriente Haider en miles de carteles electorales.



Strache carece del carisma y de la esgrima retórica de Haider, pero ofrece una imagen de frescura con 39 años y habla un lenguaje llano que llega a sus votantes.



Al igual que Haider, Strache no ha condenado los crímenes nazis, no ha mostrado arrepentimiento por ellos y su actitud es la de una calculada ambigüedad.



En un reciente debate televisado defendió incluso la conveniencia de eliminar del código penal -sin hacer la menor alusión al nazismo- el delito de «negacionismo», es decir, la refutación del Holocausto y los crímenes del Tercer Reich.



Otra de las controversias de la campaña han sido unas fotos en las que un joven Strache aparece con ropas de camuflaje, en lo que aparentan ser ejercicios paramilitares con personas que después fueron condenadas por actividades neonazis.



EFE

Publicidad

Tendencias