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Russia today

Sin duda el equipo de asesores de la mandataria habrá elaborado minuciosos reportes sobre el estado de las cosas en Rusia de manera que estará enterada de la compleja situación económica que enfrenta el país, y que puede llegar a convertirse en un pésimo socio comercial. Echemos un vistazo al panorama económico con el que se encontrará la presidenta en Rusia.


La presidenta Bachelet visitará la Federación Rusa entre el 2 y el 4 de abril. Se trata sin duda de una visita de trascendencia si se toma en cuenta la diversidad del programa, que va desde la suscripción de acuerdos de carácter científico, tecnológico y hasta cultural. Se sabe que la mandataria prestará especial atención al tema energético, pues Rusia, como gran exportador de gas y petróleo, es atractiva para Chile en ese campo.

También abordará con su contraparte rusa las diversas formas de aumentar el comercio y promover las inversiones. Detengámonos en este punto. Sin duda el equipo de asesores de la mandataria habrá elaborado minuciosos reportes sobre el estado de las cosas en Rusia de manera que estará enterada de la compleja situación económica que enfrenta el país, y que puede llegar a convertirse en un pésimo socio comercial. Echemos un vistazo al panorama económico con el que se encontrará la presidenta en Rusia.

Bachelet llega a un país enredado en una situación de incertidumbre sobre el futuro de su economía: la producción industrial del país cayó un 20% en enero mientras la bolsa de Moscú ha retrocedido un 70% desde el verano boreal. El rublo (la divisa rusa) ha perdido la tercera parte de su valor y la crisis financiera global combinada con la caída de los precios del petróleo ha colocado a Rusia en una delicada posición, que lleva a los principales analistas a pronosticarle serios problemas económicos en los próximos años.

Resulta que la economía rusa sufre de varios males que la amenazan seriamente: el sistema bancario se halla atrapado por el caos, el sector empresarial es impredecible, los inversionistas desconfiados. Existe además una fuerte dependencia a la exportación de materia prima, principalmente crudo y gas. Europa y Rusia están conectadas por una red de oleoductos y gasoductos de la que dependen gran parte de los países comunitarios. Siguiendo esa lógica es comprensible la preocupación acerca de que los problemas de una Rusia debilitada internamente se puedan ver proyectados en el exterior.

Uno de los sectores más amenazados es precisamente el bancario. En Rusia hay una enorme cantidad de bancos, pero tan sólo dos de ellos tienen una participación en el mercado superior al cuatro por ciento. El resto son bancos locales pequeños, en los cuales sólo unos pocos clientes tienen depósitos, y casi por norma sumamente endeudados. Ello hace a esos «cuasi bancos» propensos a desaparecer en cualquier momento.

Durante el período en que Rusia registraba un crecimiento económico promedio del 7% los bancos se endeudaron profundamente en divisa extranjera y en cosa de dos años la deuda externa rusa se duplicó. Con la crisis el flujo de dinero foráneo se redujo, el capital extranjero se replegó y el rublo se debilitó un 37 por ciento con relación al dólar. Esto consiguió colocar a gran parte de la banca al borde del abismo. Tan es así que entre junio y febrero el Banco Central se vio forzado a destinar 210 mil millones de dólares, una tercera parte de sus reservas en divisa extranjera, para palear la crisis del sector.

«La situación podría ser menos grave si no fuera por la fragilidad de las instituciones del Estado», opina el economista polaco Maciej Szymanski. Todo ello ha sido causante de un reflujo de capital mayor al necesario. Cuando llegó la hora crítica, los prestamistas le hicieron saber al Kremlin que no desean arriesgar sus capitales, replegándose inmediatamente a un lugar seguro. Esto ejerció aún más presión sobre el Banco Central para aprobar un paquete financiero de rescate. Ahora, Moscú tiene puestos sus ojos en el «fondo reserva» donde ha venido depositando sus excedentes de capital que han entrado gracias a los precios récord del crudo registrados recientemente. (El petróleo, junto con el gas, representan dos terceras parte de las exportaciones de Rusia, el resto corresponde a la industria química y mineral. En los últimos años el precio de estos últimos ha decaído tres veces).

Todo esto se proyectará según los expertos en la peor recesión desde 1998 y se alcanzará un déficit del 10 por ciento del presupuesto del Estado. El Gobierno quiere cubrir ese hueco precisamente con las «reservas del petróleo», donde los economistas estiman que hay un 17 por ciento del PIB anual. Según el Ministerio de Finanzas se trataría exactamente de 136 mil millones de dólares, lo que alcanzaría para sobrellevar la crisis durante dos años.

En otras palabras, todo dependerá de la rapidez con la que Rusia supere la crisis. Dos años de reserva pueden parecer mucho, pero con los profundos problemas estructurales por los que atraviesa el país, la abrupta caída del rublo y en medio de una recesión financiera, no es tanto tiempo. Según uno de los índices bursátiles más importantes de Estados Unidos, el Index S&P, las perspectivas económicas para Rusia son negativas, y ello se reflejará en elevado gasto y dificultades a la hora de cumplir las necesidades financieras externas del país. Otra cosa. El debilitamiento del rublo obligará al Gobierno a estimular la producción nacional dándole preferencia a los productos de fabricación local por sobre las importaciones. Además, en caso de que Rusia pierda la capacidad de cumplir sus compromisos financieros, como sucedió en 1998, las consecuencias para la economía global tendrán alcances inimaginables.

Tenga esto en cuenta, Presidenta.

 

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