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Estados Unidos, el mundo islámico y más allá

Mirko Macari
Por : Mirko Macari Asesor Editorial El Mostrador
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El anunciado discurso hacia el mundo islámico, pronunciado en El Cairo este 4 de junio, estuvo desprovisto de elucubraciones, maquinaciones, recomendaciones arrogantes o superfluas y las propuestas directas a la vena. Desde una perspectiva amplia, dirigido hacia el mundo en general.


Los discursos clave de Barack Obama dejan escaso margen para leer entrelíneas y presionar la tonsura en la búsqueda de lecturas oblicuas. Como que en la reflexión central no hubiera ni espacio ni tiempo para más confrontaciones, y tampoco para mensajes elípticos.

Esta vez no fue distinto. El anunciado discurso hacia el mundo islámico, pronunciado en El Cairo este 4 de junio, estuvo desprovisto de elucubraciones, maquinaciones, recomendaciones arrogantes o superfluas y las propuestas directas a la vena. Desde una perspectiva amplia, dirigido hacia el mundo en general.

No tuvo la distorsión que muchas veces proviene del academicismo. Situó al planeta en su estado actual, enfocando la visión en el Medio Oriente y el mundo islámico, que no es diametralmente diferente al resto de las tierras con conflictos.

Alguna vez dijo en otras palabras, que no había espacio ni tiempo para más confrontaciones, especialmente  aquellas cargadas de odio innecesario basado en el prejuicio y en la imposición de una idea sobre la otra.

Las múltiples vertientes de su formación cultural, hacen de Barack Obama no solamente un personaje excepcional para ocupar el cargo de presidente, sino que lo hace pensar efectivamente en forma global. Por los antecedentes recogidos frente a la actual crisis, es legítimo dudar que otros personajes a la par posean esa cualidad.

Su propuesta de pacificación hace pensar y es atrevida. Un indicador es el rechazo de la extrema derecha israelí, o del extremismo de Hamas y el mundo clerical iraní, o del neoconservadurismo sin fronteras de izquierda o de derecha. Es desafiante para aquellas legiones agrupadas en polarizaciones puestas al límite que todavía les sustentan el poder y rentabilidad.

El equivalente de ese mundo islámico a quién dirigió su discurso, está repartido porque la esencia de los problemas es la misma: prejuicio, abuso, exclusión, desigualdad, exceso de suposiciones, y expectativas exageradas respecto a la naturaleza humana y por extensión de la política.

El tema más preocupante del discurso es que propone metas que no todas dependen de su visión ni de su voluntad política, aunque gobierne el país con mayor gravitación.

Mientras él presenta una visión centrada en la construcción de metas conjuntas que le da cierta integración a su propuesta, gran parte de los receptores potenciales de esta postura y sobre todo aquellos que están contribuyendo a los conflictos, responden a un escenario fragmentado y dividido.

Muchos de sus interlocutores son una variada gama de líderes políticos, económicos, y militares, así como formadores de ideas y de gente en general, que al estar absorbidos en sus prioridades y a veces desde la precariedad, no ven más allá del interés corporativo, o inmediato.

Es el «encierro» corporativo como si fueran los nuevos muros, con polarizaciones que todavía parecen funcionar.

Nada es perfecto

Aún considerando el planteamiento constructivo del discurso, su explicación o disculpa como algunos le llaman, sobre la invasión a Irak como una «guerra por opción», y evitable, es insuficiente. Es muy limitada en cuanto a reconocer el error en términos del multilateralismo virtualmente destruido, la pérdida de las confianzas y el gran fraude de información.

Es discutible decir que Irak está mejor ahora que con Saddam Hussein, por tener un régimen de elecciones libres. En Irak todavía hay una ocupación, está en guerra, y no se han recuperado derechos civiles básicos, hechos reconocidos por su propio gobierno.

Como que Irak hubiera estado absorbido por los tres ejes de violencia que amenazan a Occidente: el conflicto palestino- israelí que vendría a ser el nido de los problemas de occidente con el mundo islámico; el extremismo islámico centrado en la amenaza concreta de Al Queda y aliados en la desintegración de la región centro sur de Asia, e Irán con su ambición nuclear.

El tema de la invasión a Irak y la variable energética quedó en la nebulosa,  y que es donde fallan las explicaciones de vínculos de Saddam Hussein con Al Queda y  se revela el fraude de información sobre las armas de destrucción masiva. La invasión a Irak merece una elaboración más acabada  porque contribuye en gran medida a que el sentimiento anti estadounidense en el mundo islámico y árabe haya aumentado.

Los nudos con el mundo islámico o el mundo pos colonial no son de fabricación exclusiva de EE.UU. sino que hay siglos de dominación europea occidental sobre el resto.

Así como Barack Obama plantea para EE.UU. el concepto de «perfeccionar la Unión», la frase es aplicable al mundo, partiendo de la idea de unidad de naciones en pos del bien común.

En su viaje por Europa se detectó no obstante el constante desfile de rodeos, y artificios, y cuánto de drama ha pasado bajo el puente de la unión europea, que tampoco es mucha unión, a la hora de una postura internacional con un propósito común.

Décadas de prestidigitación neoconservadora en el mundo generan ejemplos como el de Ángela Merkel, la jefa de estado alemana. Todo un producto proveniente de la cascada de contradicciones generadas en el derrumbe de la ex República Democrática Alemana, encabeza el gobierno occidental más distanciado de la actual administración norteamericana, y con su proximidad con Bush divulgada en la prensa.

El espíritu de auto referencia del gobierno de Merkel es tal, que rehúsa a fortalecer el tipo de alianzas que EE.UU. intenta impulsar para reducir los espacios de confrontación. China y Rusia se han mostrado más sensibles en este sentido para organizar una contención al extremismo.

Alemania ha mostrado la tendencia de que cuando se le presenta la oportunidad, utiliza la inestabilidad intrínseca de la Unión Europea para construir su propia base de nuevo poder. Esto sea para dirigirlo hacia las oberturas rusas o chinas, o para, -como en este caso-, no aceptar el liderazgo de EE.UU. en son de pacificación. Para Alemania la Unión Europea es tal en la medida que gira en torno a sí misma.

Como que Alemania estuviera sufriendo el «síndrome del país nórdico», que al no haber constituido un poder colonial universal en la historia, se convierten en seudo poderes a través de contorsiones y manipulaciones en el entramado del poder internacional, jugando ese difícil rol de ser juez y parte.

Sería osado augurar que de cumplirse el itinerario (de EE.UU.) de no imponer modos de vida, y forjar el esperado nuevo orden de acuerdo a la carta fundamental de Naciones Unidas, se estaría poniendo fin a la doctrina Monroe. Aún así, por allí parece navegar el  presidente que cada vez que hace un discurso como éste sorprende.

«No solucionaremos los problemas encerrados en nuestras esquinas», dijo antes de ser Presidente, y lo repitió ahora. Parecía el secretario general de Naciones Unidas que nunca hubo.

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