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El Reino Unido tendrá las elecciones más inciertas desde 1992

Gordon Brown afronta la campaña electoral en desventaja en las encuestas sobre intención de voto, que le sitúan a una distancia de entre 4 y 10 puntos del conservador David Cameron, lo que da una idea de lo incierto del resultado final y ofrece como escenario político más probable un Parlamento sin una mayoría absoluta, algo que no sucede desde 1974.


El Reino Unido acudirá a las urnas el 6 de mayo en las elecciones generales más inciertas desde 1992, cuyo resultado se decidirá entre la continuidad que representa el primer ministro, el laborista Gordon Brown, y el cambio generacional que propone el líder del Partido Conservador, David Cameron.

Si se cumplen los pronósticos de las encuestas sobre intención de voto, que auguran una pelea cerrada en las urnas, las elecciones serán las más disputadas desde que el conservador John Major se impuso hace 18 años contra pronóstico al laborista Neil Kinnock.

Aquellas elecciones prolongaron un periodo conservador en el gobierno que duró 18 años y que terminó en 1997 con la victoria de Tony Blair, en un cambio generacional que puede repetirse dentro de un mes si Cameron (43 años) consigue convertirse en el primer ministro británico más joven de los últimos 200 años.

La fecha del 6 de mayo estaba cantada desde hace meses, al coincidir con las elecciones locales que se celebrarán en Inglaterra, pero Brown terminó con meses de especulaciones sobre la convocatoria electoral tras cumplir el trámite de reunirse con la reina, que procedió a la disolución oficial del Parlamento.

Brown compareció frente al 10 de Downing Street acompañado por su Gobierno al completo y pidió a los 45 millones de británicos que serán convocados a las urnas dentro de un mes que sigan confiando en el Partido Laborista para cimentar la recuperación económica.

Su breve discurso dejó claro que los laboristas jugarán sus cartas destacando el papel desempeñado por su líder para hacer frente a la peor recesión desde la II Guerra Mundial y el temor a que una victoria de los «tories» frene la aplicación de los programas de estímulo de la economía actualmente en vigor  ponga en peligro la recuperación.

Brown, convertido en primer ministro en 2007 al suceder a Tony Blair, se enfrenta por primera vez al veredicto de las urnas y su intención es hacerlo desde la imagen de un gestor eficaz y trabajador, lejos de la brillantez y el carisma de su antecesor, pero con el conocimiento de lo que representa ser clase media.

Frente al origen casi aristocrático de su oponente, el primer ministro reivindicó su pertenencia a una familia escocesa de clase media que le enseñó «los valores de la responsabilidad y el trabajo duro», y se comprometió a trabajar para quienes menos tienen.

El líder laborista afronta la campaña electoral en desventaja en las encuestas sobre intención de voto, que le sitúan a una distancia de entre 4 y 10 puntos de Cameron, lo que da una idea de lo incierto del resultado final y ofrece como escenario político más probable un Parlamento sin una mayoría absoluta, algo que no sucede desde 1974.

Brown ha demostrado ser un corredor de fondo, que pudo haber ganado claramente las elecciones si las hubiera convocado en noviembre de 2007 -cuando se planteó la posibilidad y gozaba de una elevada popularidad tras suceder a Blair- y que ha sobrevivido incluso a tres intentos dentro de su partido para derrocarle.

Hace menos de un año era un cadáver político, al que Cameron superaba en 20 puntos en la intención de voto, pero sus posibilidades han mejorado en paralelo a la recuperación económica.

Enfrente tiene a un líder «tory» que ha logrado devolver a los suyos la convicción en la victoria tras la «depresión» en la que les dejó sumido el Nuevo Laborismo de Blair en la última década.

Cameron ofreció hoy la imagen de la juventud, la ilusión y el entusiasmo, y escenificó el cambio generacional compareciendo ante los medios frente a su casa tras una sesión de «footing».

El líder conservador dijo que estas elecciones «son las más importantes de la última generación» y reiteró este mensaje en un discurso frente al Parlamento, en el que, parafraseando al ex presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy, pidió a los ciudadanos que piensen «qué pueden hacer por su país».

El mensaje de Cameron fue el del inconformismo -«no tenemos que soportar otros cinco años de Gordon Brown»- y el de presentar a su partido como «una alternativa conservadora moderna, con liderazgo, energía y valores, capaces de hacer avanzar este país».

Cameron subrayó que trabajará por los ciudadanos que definió como «los gran ignorados: los jóvenes, los viejos, los ricos, los pobres, los que viven en ciudades y los que viven en el campo».

Los focos estuvieron centrados en Brown y Cameron, pero también en el líder del Partido Liberal Demócrata, Nick Clegg, que puede tener la llave de la legislatura si las empresas demoscópicas aciertan y no hay una mayoría clara parlamentaria.

Clegg, cuyo partido podría obtener hasta un 20 por ciento de los votos, destacó que estas elecciones son «el principio del fin de la era Gordon Brown», a quien responsabilizó «de los mayores errores que se han cometido durante los últimos 13 años». EFE

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