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Gran Bretaña espera a Nick en una carrera sin ganadores

Ximena Orchard
Por : Ximena Orchard Periodista. Cursa estudios de comunicación política en el Reino Unido.
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Mientras el país sigue en compás de espera, especulando sobre la realización de nuevas elecciones, es Clegg –el gran perdedor en términos absolutos- quien tiene el poder de inclinar la balanza. De su decisión depende no sólo el futuro gobierno británico sino el futuro de su partido y su propio capital político.


El fantasma de un Parlamento dividido ya se instaló en Westminster y todos los cuentos de terror que se han contado acerca de los riesgos de la ingobernabilidad son discutidos en la calle, en Internet y en transmisiones televisivas sin pausa.

Aunque hay quienes creen que David Cameron tiene las llaves de Downing Street casi en el bolsillo, la votación que recibió no le permite cantar victoria. Gordon Brown vio como el electorado le dio la espalda y Nick Clegg aún se pregunta como su mejor campaña se tradujo en un resultado tan lamentable.

El frenesí del triunfo no se ve aún en ninguna parte. David Cameron lleva cinco años al frente de los Tories, tratando de sacudirse la carga del Nasty Party y los otros clichés asociados a la era Thatcher. Tuvo a la gran mayoría de la prensa respaldando su campaña abiertamente y un presupuesto millonario.

En ese escenario, lo suyo no puede ser interpretado como una carrera ganada. Y el prospecto de formar un gobierno de minoría, aunque posible, demandará desgastadoras negociaciones permanentes.

El Laborismo no está acusando el golpe que recibió en las urnas. Gordon Brown sigue en su oficina y en su primera aparición publica post electoral se aferró a la imagen de estadista llamando a los partidos a tomarse todo el tiempo que consideren necesario para explorar posibles acuerdos, además de declarar que el sistema electoral debe pasar la prueba de un referendo popular, en un claro gesto hacia los Liberal Democrats, que han llevado la bandera de la reforma electoral por largo tiempo.

La situación más contradictoria es la de Nick Clegg y su emergente tercera mayoría. Porque su mediático despegue terminó teniendo cero impacto a la hora de los recuentos y en el día después de la elección, se transformó en blanco fácil de toda clase de comentarios insidiosos.

[cita]La BBC se pregunta quién gobierna hoy Gran Bretaña, porque lo cierto es que nadie está en posición de reclamar el puesto.[/cita]

Sin embargo, tanto Conservadores como Laboristas están cortejándolo sin pudores. Porque incluso habiendo perdido asientos en el Parlamento, hoy tiene la varita mágica en su mano para tocar la cabeza del próximo primer ministro.

La Constitución le da la primera opción al gobierno en ejercicio de intentar alianzas que le permitan formar gobierno. Si no lo logra, la opción es de los Conservadores.  Realizadas las ofertas y desatadas las negociaciones, es todo cuestión de tiempo. La BBC se pregunta quién gobierna hoy Gran Bretaña, porque lo cierto es que nadie está en posición de reclamar el puesto. Los números finales no lo permiten.

Y mientras el país sigue en compás de espera, especulando sobre la realización de nuevas elecciones, es Clegg –el gran perdedor en términos absolutos- quien tiene el poder de inclinar la balanza. De su decisión depende no sólo el futuro gobierno británico sino el futuro de su partido y su propio capital político.

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