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Berlusconi, acorralado por los frentes judicial, político y económico

La visita de Berlusconi anoche al presidente de la República, Giorgio Napolitano, levantó todas las alarmas del país y por una hora se temió la posible dimisión del presidente de Gobierno.


Los frentes judicial, político y económico, que tiene abiertos el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, además de los escándalos de chicas, emergen con fuerza en un momento en el que las dudas sobre la solvencia de Italia se intensifican y el país es asediado por los mercados financieros internacionales.

Por ello, la visita de Berlusconi anoche al presidente de la República, Giorgio Napolitano, levantó todas las alarmas del país y por una hora se temió la posible dimisión del presidente de Gobierno.

En el frente judicial, Berlusconi afronta cuatro procesos que no le dan tregua: el juicio por el caso Mills, en el que está imputado por supuesta corrupción en acto judicial; el proceso Mediatrade y el de Mediaset, implicado por supuesta apropiación indebida y fraude fiscal, y el caso de la joven marroquí Ruby R., en el que está acusado de inducción a prostitución de menores y abuso de poder.

Para que no falte detalle, una jueza de Milán pidió el enjuiciamiento del mandatario por la publicación de escuchas telefónicas obtenidas de manera ilícita en el diario «Il Giornale», propiedad de su familia.

Además, la Fiscalía napolitana no ceja en su decisión de interrogar al mandatario sobre el chantaje al que fue supuestamente sometido por el empresario Giampaolo Tarantini, el conseguidor de jóvenes para sus fiestas en sus residencias de Roma y Cerdeña.

Según la Fiscalía de Nápoles, Tarantini, que está detenido, obtuvo dinero de Berlusconi a cambio de declarar que el mandatario desconocía que algunas de las chicas que frecuentaban sus fiestas eran prostitutas.

Además, el excolaborador de Berlusconi Walter Lavitola, que hizo de intermediario en los pagos a Tarantini, fue advertido por el presidente del Consejo de que no regresara a Italia, según unas escuchas telefónicas filtradas por la Fiscalía de Nápoles.

A la imagen que ofrece Berlusconi, de 74 años, se suma el desajuste económico y las dudas de la solvencia de Italia.

Los dos planes de ajuste de 79.000 millones de euros y 54.000 millones de euros, respectivamente, aprobados por el Ejecutivo por la presión de los mercados internacionales y el Banco Central Europeo (BCE), no parecen ser suficientes para calmar a los mercados.

La agencia de mediación de riesgos Standar&Poor,s rebajó el pasado lunes la calificación crediticia de Italia de «A+» a «A» por la menor capacidad de maniobra por parte del Ejecutivo de Berlusconi «para hacer frente a los desafíos macroeconómicos debido a la fragilidad de la coalición en el Gobierno».

También siete bancos italianos fueron rebajados ayer en su calificación crediticia por la misma agencia.

Así, los intereses pagados hoy por Italia, cuya deuda pública supone el 120 % del PIB, han alcanzado un nuevo récord histórico desde la era euro, hasta los 412 puntos básicos y un rendimiento de 5,84 por ciento.

La intempestiva contestación de Berlusconi a la calificación de S&P empeoró aún más las cosas pues aseguró que la agencia está viciada por las consideraciones políticas «dictadas por los medios de comunicación», unas declaraciones que no convencieron ni a los empresarios, ni a la oposición ni a los sindicatos, que exigen con fuerza la dimisión de Berlusconi.

Para la presidenta de la patronal, Confindustria, Emma Marcegaglia, «en este país está minada la credibilidad» y pidió «un plan de liberalización, privatización e inversiones en infraestructuras. O en caso contrario, mejor cambiar de Gobierno».

«La fragilidad de la coalición del Gobierno» como decía S&P y una débiles perspectivas de crecimiento del 0,7 por ciento anual hasta 2014 muy por debajo de lo esperado, además de todas las dificultades que surgen para gobernar, están minando también la fidelidad de su única aliada de Gobierno.

La Liga Norte, que es la única socia del Pueblo de la Libertad (PDL) de Berlusconi, relanzó con fuerza hace unas días su idea de un referéndum para la independencia de la Padania, la hipotética nación que reúne a las regiones del Norte de Italia, al grito de «secesión, secesión».

La propia Liga Norte está dividida en sus bases, hartas de continuar apoyando a Berlusconi, y se encuentra escindida también en las filas de Gobierno donde se vislumbra un distanciamiento entre el ministro de Interior, Roberto Maroni, y el líder de la formación, Umberto Bossi.

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