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Sobreviviente de ejecución de rehénes de las FARC: Timochenko va a ser perseguido «hasta el infierno»

«A eso de las nueve y cuarto escucho los primeros disparos a unos 20, 30 metros y se viene la granizada de disparos; y siento los impactos, uno en la cara y uno en cuello, y se me ocurre que lo único es irme al monte y se me pegan dos guerrilleros, y me logré esconder hasta que pasó todo», relató en una entrevisata a Caracol Radio.


El policía colombiano Luis Alberto Erazo, único rehén sobreviviente de la masacre de las FARC, se mostró hoy convencido de que la Fuerza Pública perseguirá a «Timochenko», el nuevo jefe de esa guerrilla, «hasta el infierno».

En una entrevista con Caracol Radio, la primera desde que fuera encontrado el sábado con vida después de que sus cuatro compañeros de cautiverio fueran ejecutados, explicó que desde hacía un mes y medio caminaban por la selva debido a la cercana presencia del Ejército y que eran encadenados por las noches,

Al campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) donde se produjo la matanza en medio de una operación militar habían llegado el día anterior, es decir, el viernes.

Después de haber asesinado a los policías Edgar Yesid Duarte Valero, Elkin Hernández Rivas y Álvaro Moreno, así como al sargento mayor del Ejército José Libio Martínez, este último en cautiverio desde hacía casi 14 años, las FARC persiguieron a Erazo e intentaron matarlo, pero logró escapar.

El superviviente se cura de sus heridas y recibe atención en el Hospital de la Policía de Bogotá, adonde fue trasladado el domingo desde el sureño departamento de Caquetá.

Erazo relató a Caracol que cuando el viernes llegaron a ese lugar, les encadenaron y les dijeron que no se moverían de allí, pero alrededor de las seis de la mañana del sábado les pidieron que se alistaran porque se iban de nuevo.

«A eso de las nueve y cuarto escucho los primeros disparos a unos 20, 30 metros y se viene la granizada de disparos; y siento los impactos, uno en la cara y uno en cuello, y se me ocurre que lo único es irme al monte y se me pegan dos guerrilleros, y me logré esconder hasta que pasó todo», relató Erazo.

«A las cinco de la tarde salí de mi escondite, llevaba como media hora y escucho unos ruidos extraños y me empiezo a acercar, estaba oscureciendo. De noche los gatos son pardos. Un guerrillero piensa que es un soldado y el otro que es un guerrillero», prosiguió.

Entonces Erazo se dirigió a un claro en la selva: «veo unos uniformados que trabajaban con una motosierra, uno con un casco y unos visores y dije, estos son soldados, me ven y echan mano a las armas y dije soy policía, y ellos: somos del Ejército, me abrazaron y venga para acá».

El sargento detalló que días antes, el que ejercía de comandante, un tal «Arturo», les «había dicho que en caso de disparos (…) debían correr hacia el lado de ellos», que si hubiera un ataque de la Fuerza Pública ellos «les entregarían a sus familias o morirían a su lado».

Pero «yo corro hacia el monte y mis compañeros corren hacia ellos y los matan a mansalva», reveló sobre esos trágicos momentos, al agregar que estaban custodiados por «unos 42 guerrilleros» en ese momento.

Antes de llegar a esa situación habían caminado «desde hace un mes y medio», paraban en un lugar dos o tres días y proseguían, por la cercanía de la Fuerza Pública.

«Siempre andábamos al sur de Caquetá, a unos 170 kilómetros de Florencia (la capital) y a 30 kilómetros del río Caquetá, hacia el Oriente», afirmó.

También dijo que llevaba diez años con los que denominó como «los de Patascoy»: los soldados José Libio Martínez, asesinado el sábado, y Pablo Emilio Moncayo, liberado en marzo de 2010, en alusión a la base militar donde habían sido secuestrados en 1997.

Y reveló que los guerrilleros no conocen la selva tanto como daría la impresión, sino que se mueven gracias a la tecnología: «los GPS les dice donde deben conseguir el agua y con la brújula llegan a cualquier lugar», relató.

Manifestó que los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) les trataron «con amabilidad, como dando esa confianza para hacer de las suyas».

«En unas épocas se ponían murrietas (enfadados), otras de buen genio, lo soltaban a uno en el día y encadenaban de seis de la tarde a seis de la mañana y permitían la calistenia (gimnasia) para que cuando llegue la caminata no lo cojan los calambres», relató sobre su largo cautiverio.

También que no tiene conocimiento de donde está el nuevo jefe de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, alias «Timochenko», pero dejó claro que «donde esté le va a caer la Fuerza Pública».

«La Fuerza Pública llega hasta el infierno, lo van a traer, lo van a dar de baja», aseguró.

Erazo seguirá por ahora en la Policía Nacional: «es mi institución, ella me ha dado lo que soy y lo que tengo».

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