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El futuro presidente del Parlamento Europeo critica la prepotencia de Merkel

Según el alemán, Martin Schulz, da la impresión de que la mandataria ordena y manda a los demás líderes de la región.


El nuevo presidente del Parlamento Europeo a partir del próximo martes según un pacto de legislatura entre el Partido Popular y el Socialdemócrata europeos, el socialista alemán Martin Schulz, ha afirmado que «Angela Merkel haría bien en no dar la impresión de que da ordenes en la UE».

En una entrevista con la Agencia Efe, el que con toda probabilidad será elegido pasado mañana en Estrasburgo como nuevo presidente de la Eurocámara en sustitución del conservador polaco Jerzy Buzek, dice «lamentar» que «Merkel dé la impresión de ser la que ordena y manda».

«El gobierno alemán no está dando explicaciones ni en su país ni en Bruselas cuando debería dar la cara porque es el país que más beneficio extrae de estar en la Unión Europea», ha señalado el socialista germano.

Schulz culpabiliza de la cacofonía comunitaria para hacer frente a la crisis a «la imposibilidad de los gobiernos de ponerse de acuerdo pese a las cumbres infinitas en que se reúnen sin resultados».

«Si hay división en la UE es por culpa de los jefes de Estado y de Gobierno», ha añadido.

El presidente entrante en la Eurocámara dice que sus principales cometidos serán «frenar la renacionalización de la política comunitaria» enfatizada por la crisis y «reconquistar la confianza de los ciudadanos europeos en Europa».

El socialista alemán asume la presidencia de la Eurocámara en un momento en el que Europa es una marea azul de gobiernos conservadores, con la única esperanza del triunfo en primavera en Francia de François Hollande en el horizonte.

Este panorama no se debe, según él, sin embargo, a la incapacidad de los gobiernos socialistas de conservar los pilares del Estado de bienestar en los tiempos de crisis.

«Nosotros (los socialistas) estamos luchando por mantener el estado del bienestar, son los conservadores los que presionan para mermarlo con sus recortes de presupuesto público», ha afirmado.

«A mi no me parece razonable reducir única y exclusivamente los recursos públicos como medida anticrisis y no invertir también a nivel económico, en crecimiento y en materia de empleo, sobre todo juvenil», ha dicho.

Interrogado sobre la falta de medidas de austeridad en la Eurocámara y el sentimiento generalizado en España de que los eurodiputados son unos privilegiados, Schulz reconoce que los eurodiputados «tienen una buena asignación» pero advierte de que «el trabajo no es nada fácil».

«No es sencillo legislar para 500 millones de europeos en 27 países y tratar de gestionar desde asuntos económicos hasta la política de inmigración o la lucha contra el cambio climático».

Por otro lado, el futuro líder del PE se mostró con las manos atadas ante la posibilidad de reducir una de las dos sedes del PE -la de Estrasburgo- para evitar gastos innecesarios al erario público comunitario y volvió a pasar el peso a los gobiernos de la UE.

«Las dos sedes (Bruselas y Estrasburgo) están recogidas en los tratados. Para renunciar a una hay que modificar los tratados y eso hay que hacerlo con el visto bueno del Consejo Europeo», ha explicado.

Schulz asegura que él mismo impulsó una campaña en 2006, cuando el PE lo presidía el socialista español Josep Borrell, para la unificación de sedes, pero que en el Consejo Europeo se encontró con el «no» de todos y cada uno de los países, que no querían enrarecer sus relaciones con el socio francés, el máximo beneficiado de la sede en la Alsacia.

¿Cómo un librero de profesión termina siendo el presidente del Parlamento Europeo?.

A esta pregunta, responde con una sonrisa germana enérgica para explicar después con su tono y maneras contundentes que «los eurodiputados, como los libreros, son personas inteligentes, leen mucho».

Schulz explica que empezó a militar en las juventudes socialdemócratas alemanas en Renania Wesfalia con 17 años y que combinó su librería con varios cargos políticos locales y regionales.

Si Europa fuera un libro sería «un tratado de filosofía de difícil lectura», responde.

«Convendría que fuera un manual más sencillo y práctico», reconoce.

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