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El joven de la villa miseria que pasó de la cárcel a la gran pantalla

El joven de la villa miseria que pasó de la cárcel a la gran pantalla

Ni los guardias ni abogados que por entonces se burlaban de su afición por la literatura se podrían imaginar que años después, rehabilitado, acabaría exhibiendo una película, «Diagnóstico Esperanza», en el popular cine Gaumont de Buenos Aires y llenaría cada día la sala.



Cuando tenía sólo 16 años, César González entró en «cana» (cárcel) para cumplir una condena por secuestro extorsivo.

Ni los guardias ni abogados que por entonces se burlaban de su afición por la literatura se podrían imaginar que años después, rehabilitado, acabaría exhibiendo una película, Diagnóstico Esperanza, en el popular cine Gaumont de Buenos Aires y llenaría cada día la sala.

«Hay una sentencia puesta por la sociedad de que si sos de la villa sos ignorante, bruto, salvaje, bárbaro», cuenta este joven de 24 años.

«Salí hace 3 y medio de estar en cana. Conocí la reja y conocí los tiros que conocen miles de pibes. Con la diferencia que yo, por lo menos, me percaté que hay un sistema que si el pibe de la villa no despierta, termina muerto», le dice a BBC Mundo.

El poeta sin maquillaje

González -o Camilo Blajaquis, su seudónimo como poeta- ahora trabaja con otros jóvenes artistas en riesgo de exclusión.

Editó dos libros y una revista antes de crear «Diagnóstico Esperanza», su ópera prima en el cine, que retrata la lucha de un joven de la villa Carlos Gardel, en las afueras de Buenos Aires, por salir de un círculo de pobreza, drogas y violencia.

Su intención con esta cinta es ofrecer una vista de su barrio «sin maquillaje», con sus gracias y miserias. Pero contada por y desde esta zona marginada de la capital argentina.

«Las cárceles las habitamos nosotros, digamos, a los noticieros amarillistas le damos el contenido nosotros. A toda esa parte bizarra de la televisión, le escribimos el guión nosotros. Y por eso creo que, bueno, llama tanto la atención que aparezca un negro de la villa y les diga : ‘Miren que estamos pillos'», dice.

Su película, como el resto de sus trabajos artísticos, ha sido aplaudido por la crítica argentina.

Y sin apenas presupuesto, editando en su pequeño apartamento de La Gardel, ha desafiado la manera en que tradicionalmente se ha contado en el cine la vida en las villas, a menudo paternalista o caracterizando a los jóvenes como delincuentes en potencia.

«Esta película es para decirle a los villeros que no hay que pedir tanto permiso, hay que animarse a ser uno autor mismo de su obra», sentencia.

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