Publicidad
Dilma Rousseff asegura que mayor democracia y crecimiento son causa de protestas en Brasil Presidenta explica la «catarsis nacional» que vivió el gigante sudamericano en junio pasado

Dilma Rousseff asegura que mayor democracia y crecimiento son causa de protestas en Brasil

Con motivo de una entrevista al diario El País por la aparición de ese medio español en portugués, la mandataria dijo que aprendió dos cosas de las multitudinarias manifestaciones callejeras: «Primero, que las personas, siempre, cuando tienen democracia quieren más democracia. Cuando tienen inclusión social, quieren más inclusión social. Salir de la miseria sólo es el principio. Segundo, que un Gobierno tiene que escuchar la voz de las calles. Un Gobierno no puede quedarse aislado escuchándose a sí mismo».


La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aseguró que «la democratización y el crecimiento» son los causantes de las multitudinarias manifestaciones que coparon las calles de las principales ciudades del país. Ocasión en que los brasileños dijeron estar cansados de las deficiencias crónicas de los servicios públicos, educación, sanidad, y de una clase política plagada por la corrupción.

Con motivo de una entrevista al diario El País por la aparición de ese medio español en portugués, la mandataria explicó: «Esas manifestaciones fueron fruto de dos procesos: la democratización y el crecimiento. El crecimiento del salario, del empleo, del crecimiento de las políticas sociales que elevaron a la clase media a millones de personas. Esas personas que salieron de la miseria tenían reivindicaciones relacionadas con cuestiones de salud, de educación, de movilidad urbana».

«¿La clase media hizo las manifestaciones?», preguntó Rousseff, a lo que contestó: «Nuestra clase media no tiene los mismos patrones de renta que puede tener la estadounidense, ¿no? Hablamos de la nueva clase media. Porque hay una cosa interesante en Brasil. Si sumas la clase media que hoy es mayoritaria en Brasil en términos porcentuales, con las clases alta y media alta, tienes un 60% del país. Nosotros nos centramos mucho en las clases más pobres. Pero también tenemos que tener una política para las clases medias en lo que se refiere a la calidad de los servicios públicos».

En ese sentido, dijo que de las manifestaciones aprendió dos cosas: «Primero, aprendemos que las personas, siempre, cuando tienen democracia quieren más democracia. Cuando tienen inclusión social, quieren más inclusión social. O sea, que en política y en la acción de Gobierno, cuando obtienes una meta, sólo es el principio. Salir de la miseria sólo es el principio. Es el principio de otras reivindicaciones. Eso es lo que las protestas muestran. Segundo, que un Gobierno tiene que escuchar la voz de las calles. Un Gobierno no puede quedarse aislado escuchándose a sí mismo. Ser capaz de convivir con manifestaciones es intrínseco a la democracia. No es un episodio fortuito, o un punto fuera de la curva: es la curva».

«Es la curva. Y esa es una cuestión importante. ¿Por qué? Porque el Estado tiene poder represor y de coerción. Entonces, si no sabe tratar con las manifestaciones, cae en un equívoco político serio. Fueron manifestaciones pacíficas. ¿Que hubo grupos infiltrados que eran violentos? Los hubo. Ahora, esos grupos no pueden ser la razón para descalificar las manifestaciones. Hoy hay en Brasil la conciencia de que esa violencia no tiene nada que ver con la democracia. Esa gente de caras tapadas que destruye propiedades públicas y privadas y hiere a las personas no está ejerciendo la democracia: está ejerciendo la barbarie. Eso es una cosa. Ahora, las manifestaciones pacíficas… ¿sabes lo que hacen? Rejuvenecer al país. Hacen que el país sea más capaz de tratar con sus características, con su diversidad, con sus diferencias… Y ser capaz de tratar con las diferencias, lo quiera o no la gente, es intrínseco a la democracia. Entonces, mirar a las manifestaciones como algo que tienes que escuchar y no reprimir es fundamental», acotó la jefa de Estado.

De igual modo, recalcó que las cinco grandes reformas propuestas por ella contribuyeron a una salida institucional a esas manifestaciones. «En el caso de la salud, nosotros hicimos el programa Más Médicos. Todo lo que nosotros prometimos en los cinco pactos lo hemos cumplido. Prometimos una mejora considerable en la cuestión de la salud pública. No sólo inversiones en centros de salud, puestos de urgencia, atención en hospitales, pero también en médicos. En Brasil teníamos una cantidad inmensa de zonas sin atención médica: las periferias de las grandes regiones metropolitanas, las ciudades del interior… Y en las más lejanas era peor: las situadas en las fronteras, y en el norte y noreste del país. También escaseaban los médicos para determinadas poblaciones: la población indígena, y población quilombola [núcleos rurales formados en el siglo XIX por esclavos negros huidos]. Por el lado de los servicios públicos: el Pacto por la Movilidad Urbana resultó en una inversión de 143.000 millones de reales (45.000 millones de euros) en transporte urbano: metro, VLT [tranvía], BRT [sistema rápido de autobuses, como el Transmilenio de Bogotá], y carriles exclusivos para autobuses. Es la primera vez que un Gobierno federal hace ese volumen de inversiones. Es bueno recordar que en Brasil no se consideraba adecuado invertir en metro en la década de los noventa. ¿Por qué no? Porque se decía lo siguiente: el país no tiene renta suficiente para invertir en metro. [Más] el pacto de educación. Y el pacto por la reforma política, que hemos enviado al Congreso, y que creo que es fundamental, porque implica una reforma electoral que trate de todo: de financiación de campañas, pero también, como consecuencia, una mejora sistemática en la cuestión ética que es la corrupción. Ahora bien, la condición de esos pactos es la estabilidad fiscal».

Publicidad

Tendencias