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Las dudas sobre la desaparición del compañero del náufrago salvadoreño

Las dudas sobre la desaparición del compañero del náufrago salvadoreño

La familia del mexicano que murió en altamar pide explicaciones a José Salvador Alvarenga, el sobreviviente que llegó a Micronesia tras 13 meses a la deriva.


Antes de embarcarse a cazar tiburones en el Océano Pacífico, Ezequiel Córdova Ríos viajó a Ciudad Juárez, Chihuahua, para probar suerte y acompañar a su padre que allí vive. Trabajó en el área de la construcción, pero en julio de 2011 decidió regresar a Costa Azul, Chiapas, el pueblo donde nació.

Después, en noviembre de 2012, se embarcó con José Salvador Alvarenga, pescador salvadoreño a quien sus compañeros conocían como La Chancha por su aspecto robusto.

Ya no regresaron. El bote de siete metros de eslora quedó a la deriva, arrastrado por la corriente marina hacia el oeste. Ezequiel murió al poco tiempo, según ha dicho su compañero quien un año más tarde fue rescatado cerca de Islas Marshall.

La familia pide una explicación. «Esperamos los resultados del fallecimiento de mi hijo. Lo que nosotros queremos es que se entable una conversación con esta persona», dijo el padre del joven, Nicolás Córdova Cruz, al periódico Diario de Juárez.

Lo que realmente sucedió con el joven mexicano es un misterio. Hasta ahora la única versión es la del sobreviviente quien asegura que arrojó el cuerpo al agua.

José Salvador Albarengo muestra signos de retención de líquido.

José Salvador Albarengo muestra signos de retención de líquido.

Las autoridades mexicanas no han establecido la forma como murió, reconoce a BBC Mundo un portavoz de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).

«Un enviado a las Islas Marshall está preguntando, más que para iniciar una investigación, saber qué pasó», explica. «Se está indagando qué pasó con el paradero de esta persona».

Personal de la Cancillería ya contactó a la familia del náufrago tanto en Ciudad Juárez como en Costa Azul, para ofrecer su apoyo y asegurar que esclarecerá el destino final de Ezequiel.

«Es muy duro»

Cuando zarpó de Chiapas para pescar tiburones, el joven mexicano tenía 22 años de edad y su compañero 37, quince de los cuales había vivido sin documentos migratorios en Costa Azul.

Quienes le conocieron cuentan que el salvadoreño llegó como muchos otros centroamericanos a la región, es decir para solicitar empleo primero en un restaurante y después con los pescadores del sitio.

Alvarenga vivía en una pequeña palapa (choza) de madera a unos metros de Chocohital, la playa de donde zarpaban los botes cada madrugada.

De allí salieron a la pesca de tiburones, pero cuando no volvieron ni contestaron los mensajes de radio que desde tierra firme les enviaron, se organizó una búsqueda que se prolongó por 15 días, según dijo Romeo Córdova Ríos, hermano mayor del joven, a un canal local de Televisa.

En la búsqueda participaron pescadores de Playa Azul con ayuda de aeronaves del gobierno de Chiapas, sin éxito.

La familia no denunció la desaparición ante las autoridades porque siempre creyeron que regresaría. No fue así. «Ya no vamos a tener esperanza de nuestro hermano con vida, es muy duro para nosotros», dijo Román Córdova.

Reencuentro

Como ocurrió desde el primer momento en que se supo del rescate de Alvarenga, en la desaparición del joven mexicano hay varias dudas pendientes de respuesta.

La familia quiere tener más detalles de lo que ocurrió en alta mar.

La familia quiere tener más detalles de lo que ocurrió en alta mar.

Por ejemplo su familia y otros pescadores de Costa Azul conocían al salvadoreño con otro nombre. «Dijeron aquí como se llamaba era Cirilo Vargas, ahorita aparece y se hace llamar José Salvador Alvarenga», dijo Nehemías Córdova, hermano del náufrago.

Tampoco tienen claro cómo es que no se pudo localizar el bote donde viajaban a pesar de una búsqueda tan extensa, que inició muy poco tiempo después que no regresaron a la playa.

Al final, sin embargo, el padre y los hermanos de Ezequiel tienen claro que sólo al entrevistarse con el sobreviviente despejarán sus dudas. Y para eso necesitan ayuda, dijo Román.

«Que las autoridades nos apoyen, que podamos tener una conversación con esta persona y que él nos explique realmente qué pasó con mi hermano, cómo fueron sus últimos momentos de vida con él».

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