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Cambios y alianzas en carrera de Santos y Zuluaga a la Presidencia colombiana

Cambios y alianzas en carrera de Santos y Zuluaga a la Presidencia colombiana

Así se está gestando la búsqueda de las coaliciones para sumar votos el próximo 15 de junio, teniendo en cuenta que los tres candidatos «derrotados» ayer en las urnas tienen tanto poder como el 60 % de los votantes que se abstuvieron de votar, unos 20 millones de colombianos, para cambiar los equilibrios.


Los cambios en las campañas y la búsqueda de alianzas dominaron este lunes  la jornada de resaca electoral en Colombia con miras a la segunda vuelta, después de que el candidato uribista, Óscar Iván Zuluaga, lograra el domingo el 29,25 % de los votos frente al 25,69 % del presidente Juan Manuel Santos.

Zuluaga, claro vencedor de la primera vuelta, ofreció una rueda de prensa a primera hora del día para referirse al tema que seguramente marque estas tres semanas de campaña, el proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), así como para «abrir la puerta» a las otras opciones políticas.

Pero Santos mantuvo silencio y le entregó el testigo de portavoz a su jefe de debate, el expresidente César Gaviria (1990-1994), quien como reconoció en las radios locales salió «empoderado» de la leve derrota y autorizado para hacer los cambios necesarios en la campaña santista de cara a la segunda ronda del 15 de junio.

Zuluaga hizo hincapié en la promesa de campaña que ha defendido desde que fue elegido en la convención del movimiento político Centro Democrático: la suspensión provisional de las conversaciones con las FARC en La Habana hasta que la guerrilla no declare un cese el fuego permanente.

Pero esta vez dio un paso más y mostró que es «un amigo de la paz» al plantear que los jefes guerrilleros involucrados en crímenes de lesa humanidad puedan pagar penas reducidas de seis años de cárcel mientras que los rebeldes rasos que no hayan cometido graves delitos podrían no ir a prisión.

Zuluaga además dejó las «puertas abiertas» a los tres candidatos que no lograron pasar a la siguiente vuelta, la conservadora Marta Lucía Ramírez, la izquierdista Clara López y el verde Enrique Peñalosa, para sellar «acuerdos programáticos».

Ramírez obtuvo 1.995.698 votos (15,52 %), seguida por López con 1.958.414, equivalentes al 15,23 %, y último fue Peñalosa, que recibió el apoyo de 1.065.142 electores (8,28 %).

En su discurso de victoria del domingo, Zuluaga incluso invitó expresamente a unirse a Ramírez, con quien coincide en muchos puntos de vista y de quien destacó su «liderazgo, talante y vocación patriótica».

Ramírez no se ha pronunciado públicamente pero fuentes de su campaña dijeron a Efe que ha estado reunida con su equipo analizando el panorama mientras se reúne en los próximos días el Directorio Nacional del Partido Conservador para definir su posición frente a la segunda vuelta.

La candidata se identifica con el uribismo pero un importante grupo de congresistas conservadores defiende que se mantenga el apoyo que se la ha dado a Santos en estos años de Gobierno.

Santos optó por entregarle a Gaviria la coordinación de cambios políticos, administrativos y financieros de la campaña, mientras, según medios locales, se establecen contactos con sectores conservadores y de la coalición de izquierda que representa López.

Mientras López afirmó esta mañana en Caracol Radio que decantarse por aliarse con Santos o con Zuluaga es «una decisión muy compleja» porque los dos representan un «modelo económico injusto», la Unión Patriótica, el partido de su compañera de fórmula, la candidata a la Vicepresidencia, Aída Avella, valora sumarse a la propuesta de paz del presidente.

El partido de López, el Polo Democrático Alternativo (PDA), estudiará en una reunión cuál será su postura, dado que hay fuertes opositores tanto a la política de Santos como a la de Zuluaga.

Por su parte, Peñalosa reconoció en RCN La Radio que ambos candidatos «finalistas» le han contactado para buscar su respaldo, lo que consideró «normal», al dejar claro que la Alianza Verde va a hacer política para poder influir de alguna manera en el cambio del país, pero que también se puede quedar «al margen».

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