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Pablo Jofré sobre el fenómeno Trump: “Él es la expresión de la esencia más totalitaria que consume a la sociedad estadounidense” Explica que el candidato republicano juega con la ignorancia de una sociedad que poco conoce el mundo

Pablo Jofré sobre el fenómeno Trump: “Él es la expresión de la esencia más totalitaria que consume a la sociedad estadounidense”

El analista internacional considera que Donald Trump representa la ignorancia supina y el influjo de la violencia para dirimir las contradicciones. “Es expresión de una sociedad que se fagocita a sí misma, que se autodestruye en sus bases éticas”, dice, agregando que el candidato republicano “simboliza lo más execrable de una sociedad que agrede para vivir, de una sociedad que ve en el mundo un campo de negocios y explotación, no de colaboración”.


Mientras importantes donantes del partido Republicano urgen que se rompan las relaciones con Donald Trump (por las denuncias de distintas mujeres que dicen haber sido agredidas por él), el candidato republicano decide abrir un nuevo frente de batalla: a casi tres semanas de la elección presidencial, amenazó con demandar al New York Times si no se retractaban y pedían disculpas públicas por sus recientes publicaciones (que según el demandante, tenían como objetivo difamarlo).

Como si no fuera mucho, el magnate también acusó al empresario mexicano Carlos Slim de injerencia en la campaña electoral, indicándolo como responsable de querer destruir sus ambiciones presidenciales.

Según Pablo Jofré (analista internacional), Trump ve a la sociedad estadounidense como un campo fértil donde desarrollar sus teorías más descabelladas. “Ve en las mujeres norteamericanas un trofeo machista, en los inmigrantes a quienes deberían servirle, a los musulmanes como una cultura que ignora y desprecia. Ese algo que tiene Trump es el virus de la ignorancia”, dice.

 –¿Cómo explica que un candidato, abiertamente autoritario y misógino, logre concitar un apoyo significativo en la población estadounidense?

 –Primero, la democracia representativa estadounidense no es, en modo alguno, un modelo ni un ejemplo a seguir donde la corporatocracia, donde el poder del dinero y los vínculos del establishment político se entrelazan con lo que se conoce como el complejo militar industrial (concepto que no suele gustar a los analistas que se niegan a sacudirse la modorra de considerar a este país como un ejemplo de democracia).

Segundo, no es tan claro que concite apoyo de una mayoría significativa de estadounidense, en el sentido que las cifras de adhesión provienen de empresas encuestadoras que en estos tiempos deben ser las instituciones menos creíbles del planeta con un margen de error muy significativo.

 –Pero, ¿es Donald Trump representativo del partido republicano?

-Trump llega a la nominación por las características de un partido  sin nombres significativos, que perdió las dos últimas elecciones a manos de un candidato demócrata como Obama, lo que generó un debilitamiento de las huestes republicanas que “exigen” una voz distinta, fuerte, que se enfrente al campo demócrata y esa voz aparece en este personaje peculiar, que escapa a los moldes tradicionales y que es parte del show político que suele mostrarnos la política estadounidense.

Una política donde lo que se dice, el cómo se dice importa más si ello es verdadero o no, si tiene sustento o no. Y Donald Trump en ese juego, en ese show tiene mucho camino andado y ha logrado concitar interés en virtud de sus promesas electorales, tan absurdas como presentes en la temática social estadounidense: inmigrantes, papel de Rusia en el concierto internacional, la necesidad de mejorar la economía donde él se presenta como un empresario exitoso.

-¿Quiere decir que juegan con la ignorancia de la gente?

-Claro, Trump y en general los aspirantes de este talante juegan con la ignorancia de una sociedad que suele mirarse el ombligo y que poco conoce del mundo o que suele asignar responsabilidad a sus descalabros a temas etéreos: el terrorismo internacional, la droga que viene de México o Colombia, las armas de destrucción masiva que poseen países como Corea del Norte o el peligro que representa la cultura musulmana. Suscita apoyo porque trata temas que preocupa a ese ciudadano que perdió el trabajo y le asigna la responsabilidad a los Tratados de Libre Comercio o el que se permita que entre tanto mexicano, latino, musulmán en lugar de cerrar la puerta. O de aquellos sectores sociales menos instruidos donde cala con mayor hondura el mensaje fuerte, amenazante, de destruir todo aquello que le hace mal a su sociedad.

-¿Cómo evalúa la democracia estadounidense a nivel de partidos?

-Los partidos políticos estadounidenses, en este caso el republicano, no deciden sus candidatos en votación democrática, son más bien núcleos con poder de decisión, de funcionarios partidistas que organizan el procesos de elección del que será el candidato presidencial del partido y donde el factor dinero juega un papel central; y eso Trump lo tiene de sobra.

-Pero también tiene otras cosas de sobra: una visión autoritaria, una actitud xenofóbica…

-En épocas de crisis, de baja estima, de creencias en soluciones autoritarias, los candidatos que despiden cierto olor fascistoide suelen tener un apoyo que los medios de comunicación suelen exaltar para después ir decantando hacia posiciones más críticas. Y esa visión totalitaria, esa verbalización racista y una conducta radical, misógina, de desprecio tanto a mujeres como a inmigrantes son parte del ADN  de un personaje como Donald Trump y de una parte importante de una sociedad como la estadounidense que tiene la violencia como parte de vida cotidiana y ve en Trump – parte de esa sociedad – un adalid en la defensa de la conservación del derecho a portar armas y solucionar todo con el poder que otorga la violencia.

– Donald Trump es expresión de algo. ¿Cómo podría definir ese «algo»? 

-Donald Trump es la expresión de la esencia más totalitaria que consume a la sociedad estadounidense, de la ignorancia supina, del influjo de la violencia para dirimir las contradicciones. Es expresión de una sociedad que se fagocita a sí misma, se autodestruye en sus bases éticas. Una sociedad que desprecia al otro, al que es diferente, que no ha logrado saldar las cuentas ni con su población negra, ni latina y menos aún con su población originaria. Trump representa lo más execrable de una sociedad que agrede para vivir, de una sociedad que ve en el mundo un campo de negocios y explotación, no de colaboración. Trump ve a la sociedad estadounidense como un campo fértil donde desarrollar sus teorías más descabelladas. Ve en las mujeres norteamericanas un trofeo machista, en los inmigrantes a quienes deberían servirle, a los musulmanes como una cultura que ignora y desprecia. Ese algo que tiene Trump es el virus de la ignorancia, del fascismo que ha dado ejemplos clarísimos a lo largo del siglo XX. Es el ejemplo vivo de lo peor que puede dar un país que se cree llamado a ser luz y faro del mundo, un país que cree tener un destino manifiesto como el propio Trump lo cree y ese tipo de personajes y ese algo que poseen  son un peligro para humanidad.

 –¿Es, como algunos han sugerido, peligroso que Donald Trump sea presidente de los Estados Unidos?

-Creo que no ha existido presidente estadounidense desde el fin de la segunda guerra Mundial (por dar una fecha) que no haya representado un peligro para la humanidad, ya sea por las intervenciones militares, las agresiones políticas, militares, económicas. La desestabilización de gobiernos que no les son sometidos. Ya sea en apoyo de los golpes militares fascistas, pasando por la desestabilización de procesos revolucionarios en Cuba, Nicaragua, Irán. Estados Unidos y sus administraciones de gobierno son la expresión de la búsqueda de la hegemonía mundial disfrazada de la necesidad de dar un ejemplo de democracia.

-Es decir, tanto demócratas como republicanos en el mismo saco.

-Demócratas y republicanos han sido un castigo para las luchas de liberación de los pueblos, han sido un látigo permanente para los afanes de autodeterminación. Han sido un azote para aquellos procesos que han buscado caminos alternativos. Sobre los hombros de los presidentes estadounidenses pesan millones de víctimas desde la Guatemala de Arbenz, pasando por el Chile de Allende, la Nicaragua sandinista, El Salvador, en Vietnam, Corea, en Camboya. En Afganistán e Irak, en Siria y en Libia. ¿Dónde no ha estado involucrado Estados Unidos sin que ello signifique muerte y destrucción? Si Trump llega al gobierno esa conducta no va a variar, incluso más puede incrementarse. Lo mismo con Hillary Clinton, es parte de la conducta y de la política exterior estadounidense

 

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