Publicidad
The Walking Dead que desentierra Donald Trump Una mirada a los efectos que ha provocado el candidato republicano

The Walking Dead que desentierra Donald Trump

«Gane o pierda el candidato republicano, Estados Unidos se enfrenta a la realidad de millones de votantes enardecidos por mensajes hostiles contra las minorías y las instituciones básicas de la democracia», advierte Fernando Peinado, reportero de Univisión en las elecciones presidenciales de EE.UU.


Fernando Peinado reportea las elecciones presidenciales en Estados Unidos para la cadena Univisión y ya tiene una conclusión respecto al proceso, que va más allá del resultado: «Gane o pierda el candidato republicano, EE.UU. se enfrenta a la realidad de millones de votantes enardecidos por mensajes hostiles contra las minorías y las instituciones básicas de la democracia».

Su análisis comienza advirtiendo lo que hasta hace poco era impensado: «Algunas imágenes de los mítines de Donald Trump parecen sacadas del castillo de los horrores políticos: una muñeca de Hillary Clinton con una soga al cuello, un simpatizante con una camiseta en la que se lee: ‘Que se joda el Islam’, otros mostrándole el dedo corazón a la prensa…A algunos estadounidenses les cuesta reconocer estas escenas como las de su propio país, pero no son situaciones sacadas de los eventos de campaña de un grupúsculo marginal, sino de los mítines del candidato presidencial republicano, uno de los dos grandes partidos que se han turnado el poder durante el último siglo y medio».

Una situación que para el reportero político constituye una «atmósfera altamente tóxica».

En ese sentido, recuerda que el republicano «ha liderado una campaña populista que ha sembrado la ira contra minorías e instituciones básicas de la democracia, alentando así fuerzas que sabíamos que existían pero creíamos irrelevantes. En lugar de usar mensajes abiertamente racistas, el candidato ha hecho comentarios hostiles contra grupos minoritarios, como indocumentados o musulmanes, lo que le ha servido para ganar votantes racialmente conservadores».

Producto de lo anterior, dice, algunos de sus seguidores han perdido el miedo a usar lenguaje ofensivo. «En sus mítines y en sus perfiles de redes sociales, se autodefinen como deplorables, el insulto que se le deslizó a Clinton y que ellos ahora portan como una insignia de honor», agrega.

Por ejemplo, Janet Levy, una simpatizante de Trump en Palm Beach, comentaba: «No puedes llamar a nadie retrasado mental, tienen que ser mentalmente discapacitado, no puedes llamarle negro, tiene que ser afroamericano, estás tan preocupado por no ofender a nadie que nos vamos a volver locos».

Hace hincapié que en las redes sociales sus seguidores se refugian en el anonimato para proferir impunes insultos y amenazas. Donde suma apoyo de los supremacistas blancos, nuevos extremistas, la derecha alternativa o Alt-Right.

Trump ataca constantemente a la prensa, los bancos internacionales o la Reserva Federal, a quienes ha demonizado señalándolas como participantes de una «conspiración contra él y el pueblo estadounidense». Todo ésto, en un momento de baja confianza en las instituciones, advierte el reportero.

Incluso, hablan abiertamente de ir a una rebelión en caso de derrota.

El enviado por Univisión asegura que de acuerdo a las estadísticas el número de grupos de odio creció un 14% en 2015 y los crímenes de odio contra los musulmanes han llegado a su punto más alto desde el 9/11.

Entonces, se pregunta: ¿Pero quiénes son realmente los seguidores de Trump? La respuesta no parece fácil: «En sus multitudinarios eventos se codean seguidores de todas las clases sociales, desde obreros sin estudios universitarios hasta las elitistas ‘Trumpettes'».

«Una idea que se generalizó durante la campaña era que el republicano ha conectado con los votantes blancos sin cualificación y los afectados por la globalización cuyos agravios son percibidos por lo general como legítimos, pero varios análisis desmontan la idea de que los seguidores del republicano sean desproporcionadamente pobres o de clase obrera», comenta.

De hecho, aclara, los votantes del republicano en primarias tenían un ingreso mediano anual por familia de $72,000, mayor que los $62,000 de ingreso mediano anual para las familias blancas no hispanas en Estados Unidos, según un análisis de Nate Silver, el gurú de la estadística electoral.

Para ello, cita un estudio hecho por el profesor de UCLA Michael Tesler, quien descubrió que existe una alta correlación entre las actitudes contra los musulmanes, los inmigrantes y los afroamericanos y el apoyo al candidato entre los votantes de primarias. «Tesler mostró que el apoyo a esas posturas radicales era mucho menor entre los seguidores que votaron a John McCain y a Mitt Romney, los dos anteriores nominados presidenciales republicanos», señaló.

Tesler escribió en el diario The Washington Post: «Trump es el primer candidato republicano de la era moderna en ganar la nominación del partido gracias al resentimiento racial».

Además, la recesión ha jugado un papel importante, que evidencia el malestar de los votantes ante el estancamiento de los ingresos de la clase media.

Como si fuese poco, está la lucha en todo el mundo entre el «pueblo» frente a las «elite», como en los casos de Grecia, España, Reino Unido, Francia o Suecia, donde aparecen líderes de derecha, ultranacionalismo y búsqueda de enemigos extranjeros.

«No son mensajes nuevos pero en estos tiempos están resultando tener un poderoso magnetismo. A muchos latinoamericanos el lenguaje de Trump y su «movimiento» les resultan familiares, pero en Europa y Estados Unidos esta ola de líderes populistas no tiene precedentes en la historia reciente. En nuestro país, ningún populista llegó tan lejos como Trump. Ni Huey Long en los 30, ni George Wallace en los 60, ni Ross Perot y Patrick Buchanan en los 90″, enfatiza el reportero de Univisión.

«Algunos académicos predicen que el populismo marcará la política occidental durante décadas. Indican que la clásica división entre izquierda y derecha basada en la lucha de clases del siglo XX está siendo sustituida por una nueva oposición entre nacionalistas y globalistas. «No estoy haciendo campaña para ser presidente del mundo», gusta decir Trump insinuando que su rival, Clinton, sí lo hace. Esa insularidad, simbolizada por el muro, asusta a muchos que creen que el mito fundacional de la apertura de Estados Unidos está en peligro. («Antiestadounidense» es uno de los calificativos que usa el presidente Barack Obama para definir a Trump). Lo cierto es que esos paralelismos en otros países hacen pensar que incluso si Clinton gana este martes el ‘movimiento’ de Trump no se desvanecerá de inmediato y la incómoda cara del país que nos destapó el republicano seguirá siendo visible», concluye.

Publicidad

Tendencias