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«En la URSS Fidel Castro era tan grande como Yuri Gagarin»

«En la URSS Fidel Castro era tan grande como Yuri Gagarin»

Siendo el líder de una nación pequeña, Fidel Castro logró posicionarse junto a las figuras históricas más simbólicas del siglo XX en Rusia: los «monstruos sagrados», como los definiera el escritor y dirigente político ruso Eduard Limonov.


Siendo el líder de una nación pequeña, Fidel Castro logró posicionarse junto a las figuras históricas más simbólicas del siglo XX en Rusia: los «monstruos sagrados», como los definiera el escritor y dirigente político ruso Eduard Limonov.

En los años 60, Castro se convirtió en ícono carismático en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), a la altura del cosmonauta, Yuri Gagarin, el primer hombre en orbitar la Tierra.

Por ese entonces, la mayoría de los soviéticos aún creía que el ideal comunista era bueno en general: que había sido distorsionado por Stalin, pero que era posible construir un comunismo «correcto».

El solo hecho de que una nación hubiera hecho una revolución y escogido el socialismo en ausencia de tanques soviéticos se consideraba una prueba de que Marx y Lenin estaban en lo correcto.

La Revolución Cubana era vista como una encarnación del «buen» comunismo.

Castro y sus camaradas habían demostrado que el comunismo podía ser joven, vibrante y abierto.

Revolución tropical

Fidel Castro y Nikita Kruschev en la visita de Castro a la URSS en 1963

Para los soviéticos, el sistema en el que habían vivido por décadas era sinónimo de opresión, miedo, privilegios para la clase gobernante, desfiles militares, propaganda hipócrita y aburrida y los rostros hinchados de burócratas arrogantes sin sentido del humor ni rastro de inteligencia.

Sabían muy poco del lado oscuro de la realidad cubana.

Lo que veían era un alegre festival de desobediencia, lucha guerrillera heroica, románticas consignas de «patria o muerte»; hombres extravagantes, barbudos y sonrientes, que besaban a hermosas chicas por las calles e improvisaban discursos.

Los rusos estaban profundamente impresionados por el Ché Guevara, quien rechazó la vida cómoda de ministro de gobierno y se sacrificó por sus principios, y dudaban profundamente de que sus propios líderes harían alguna vez algo similar.

La Revolución Cubana fue descrita como una «revolución a ritmo de salsa», mientras que Cuba era llamada «la isla de la Libertad».

Canciones de tonos alegres sobre Cuba sonaban día y noche por la radio. Todo ruso conocía las expresiones en español «venceremos» y «¡viva Cuba, viva Fidel!».

Entre abril y mayo de 1963, Fidel Castro realizó una visita sin precedentes de 40 días a la Unión Soviética.

Recorrió el país entero, fue recibido en instalaciones militares secretas y se convirtió en el primer extranjero a quien se le permitió acceder al mausoleo de Lenin durante la concentración del 1 de mayo.

En todas partes fue aplaudido por las masas.

Desaire con habano

Después, cuando Leonid Brezhnev se convirtió en líder de la URSS (1964), Castro visitó otra vez Moscú.

Sus asesores le advirtieron del hábito de Brezhnev de besar a sus visitantes en el aeropuerto.

Para un macho como Fidel, dejarse besar por un hombre era convertirse en blanco de chistes insidiosos, por decir lo menos.

Fidel Castro y el premier Leonid Brezhnev en 1977

Pero encontró una solución: bajó las escaleras del avión con un enorme habano encendido en la boca.

Hubo rusos que aplaudieron este gesto de un Fidel que astutamente desairó a Brezhnev, por quien sentían poco respeto.

En ruso, la palabra «Cuba» puede leerse como una abreviatura de la expresión «comunismo cerca de la costa de Estados Unidos» («Communism u beregov Ameriki»).

La broma era especialmente popular entre militares que veían a Cuba como un portaaviones imposible de hundir.

Muchos rusos admiraban Cuba con sinceridad.

Para otros, se trataba de una forma legal de criticar indirectamente su propio sistema y a sus líderes.

Pero no todos compartían el mismo entusiasmo.

Algunos estaban muy descontentos con la prolífica ayuda económica y militar que la URSS otorgaba a Cuba, mientras la población soviética estaba sumergida en la pobreza.

El descontento quedó de manifiesto públicamente en una estrofa anónima y una broma que se hizo muy popular.

La estrofa rezaba «Cuba, devuélvenos nuestro pan y llévate tu azúcar; estamos hartos de tu barbudo Fidel, vete al diablo».

La broma:

«¿Por qué Cuba no tiene un buen equipo olímpico? ¡Porque todos los cubanos que pueden nadar o correr ya están en Estados Unidos!».

Relaciones oficiales

El ascenso de Castro ocurrió inesperadamente para el liderazgo soviético.

Muchos asesores del Kremlin lo veían como otro gobernante nacionalista latinoamericano y les molestaba el hecho de que había disuelto el Partido Comunista de Cuba, además de otras organizaciones políticas.

Cuba se convirtió en aliado soviético después de que Anastas Mikoyan, amigo íntimo del miembro del politburó Nikita Krushchev, viajara a La Habana en misión de reconocimiento en febrero de 1960.

La URSS le prometió a Cuba suministros de combustible, asistencia militar y un préstamo de US$100.000.000.

Concentración para escuchar a Fidel Castro en el estadio deportivo de Lenín, en 1963
Fidel Castro en los jardines del Kremlin, 1974

Durante la Crisis de los Misiles de 1962, Moscú trató a Cuba de manera humillante.

Sólo después de que ya había tomado una decisión definitiva, el gobierno soviético le informó a Castro y le pidió su opinión.

No se firmó ningún documento oficial, así que la operación militar más dramática de la segunda mitad del siglo XX se condujo sobre la base de acuerdos verbales.

Hubiera sido lógico que los cubanos celebraran el fin de la crisis más que nadie: su país hubiera sido el primero en convertirse en un desierto radioactivo con un conflicto nuclear.

Pero, de hecho, estaban indignados porque Moscú mantenía conversaciones con Washington y tomaba decisiones sin consultarles.

El Che Guevara llegó a decir públicamente que la URSS «destruyó a Cuba».

Los últimos obstáculos para una relación afable fueron eliminados con la restauración del Partido Comunista Cubano en 1965 (del cual Fidel Castro se convirtió en secretario general) y la muerte de Guevara en 1967.

El valiente revolucionario era visto por Moscú como un revoltoso impredecible. A diferencia de Fidel, no fue oficialmente promocionado en la URSS.

Las relaciones soviético-cubanas alcanzaron su máximo esplendor entre 1975 y 1990 cuando, a pesar de la amenaza militar estadounidense, cerca de la mitad del ejército cubano fue despachado a África a promover los intereses globales soviéticos.

Esto resultó muy conveniente, porque los soldados cubanos de ascendencia africana podían hacerse pasar por combatientes locales.

Cuba se convirtió en el mayor receptor de ayuda soviética, y sólo su deuda oficial con la URSS llegó a ascender a US$25.000 millones.

El comienzo del fin

El 7 de noviembre de 1987, en el marco del 70 aniversario de la Revolución Bolchevique, Fidel Castro y Wojciech Jaruzelski de Polonia fueron los únicos jefe de delegaciones extranjeras en saludar al político caído en desgracia Boris Yeltsin, ya por entonces despojado de su cargo como jefe del Partido en Moscú.

Fidel Castro y el líde ruso Boris Yeltsin en 1995.

El gesto no pasó desapercibido para la opinión pública, aunque por entonces ya era poco lo que iba quedando de aquella época de relaciones especiales, a la que el colapso de la Unión Soviética vendría a poner punto final en breve.

Cuba dejó simplemente de ser foco de atención pública en Rusia. De hecho, muchos ni siquiera prestaron atención al cambio: la transformación tectónica que estaba ocurriendo en su propio país dejaba espacio para poco más.

En 2002, Moscú cerró la base de radares Lourdes que mantenía en Cuba, con lo que tocó fin su presencia militar permanente en el hemisferio occidental.

En 2013, Rusia perdonó la deuda de la era soviética a Cuba, ya que la probabilidad de que La Habana la pagara era prácticamente nula.

Ahora, la isla sigue siendo un lindo recuerdo.

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