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El argumento a favor de la destitución de Donald Trump Un nuevo libro pronostica cómo el Congreso podría derrocar al presidente de Estados Unidos

El argumento a favor de la destitución de Donald Trump

En ‘The Case for Impeachment’ (El argumento a favor de la destitución), Lichtman plantea por qué Trump se merece tal destino. Las ofensas potencialmente ilegales del presidente abarcan desde lo muy posible (colusión con una potencia extranjera) a lo muy improbable (crímenes en contra de la humanidad) por haber abandonado la lucha en contra del calentamiento global. En parte suena como una ilusión, pero Lichtman tiene un récord de predicciones correctas y hasta este momento, ningún presidente, salvo Trump, ha comenzado su presidencia con tanta especulación acerca de su destitución.


El año pasado, poco después de la elección presidencial estadounidense, Allan Lichtman recibió una tarjeta de agradecimiento de Donald Trump. El historiador había sido una de las pocas personas en pronosticar el resultado. Sólo decía “Profesor — felicidades — buena predicción”. Aparentemente el Sr. Trump no se había enterado de su otro pronóstico: que sería destituido de su cargo.

En ‘The Case for Impeachment’ (El argumento a favor de la destitución), Lichtman plantea por qué Trump se merece tal destino. Las ofensas potencialmente ilegales del presidente abarcan desde lo muy posible (colusión con una potencia extranjera) a lo muy improbable (crímenes en contra de la humanidad) por haber abandonado la lucha en contra del calentamiento global. En parte suena como una ilusión, pero Lichtman tiene un récord de predicciones correctas y hasta este momento, ningún presidente, salvo Trump, ha comenzado su presidencia con tanta especulación acerca de su destitución.

Ahora bien, las posibilidades de que esto suceda son pocas. El punto clave con respecto a destituir a un presidente estadounidense es que siempre se trata de una decisión política.

La ley tiene poco que ver con el asunto. Los «altos crímenes y delitos menores» de una persona bien pueden ser el comportamiento político normal de otro individuo. No hay jueces involucrados en el proceso. La rapidez con la que la mayoría de los miembros del partido republicano dejaron de ser anti-rusos para volverse rusófilos desde que Trump asumió su cargo sólo puede ser explicado por una extrema lealtad partidista. Y ya que los republicanos controlan las dos cámaras del Congreso, tendría que haber un cataclismo para que destituyeran a Trump en los próximos 18 meses. Pero si los demócratas retoman el poder de la Cámara de Representantes en las elecciones intermedias, entonces las posibilidades de una destitución son mayores. De hecho, destituir a Donald Trump podría convertirse en un “grito de guerra” de los demócratas en 2018. Si los demócratas llegaran a ganar en base a esto, tal vez se desencadenaría el proceso.

Bajo la constitución estadounidense, la destitución comienza con un simple voto mayoritario en la Cámara de Representantes. Entonces pasa a un juicio completo en el Senado. El presidente puede ser destituido con una mayoría de dos tercios de los miembros de la cámara alta. Sólo dos presidentes estadounidenses — Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1998 — han sido destituidos en la Cámara de Representantes. Ninguno ha sido condenado en el Senado. Es probable que Richard Nixon hubiera sido destituido, pero renunció antes de que el Congreso pudiera empezar el proceso.

Al igual que Nixon, Trump tiene una visión optimista de la inmunidad legal de los presidentes de EEUU. Trump piensa que ninguna de las leyes normales de la nación se aplican en el caso del líder del país. Y en muchas áreas es verdad.

Pero dos leyes importantes sí se aplican al presidente de EEUU. La primera es la cláusula de emolumentos de la constitución estadounidense, que le prohíbe aceptar obsequios de una potencia extranjera. La segunda es una ley que prohíbe que los funcionarios oficiales se beneficien del conocimiento interno. En ambos casos, Lichtman piensa que hay suficiente evidencia para comenzar el proceso en este momento. Trump ha prometido donar las ganancias que han percibido sus hoteles de funcionarios extranjeros al Tesoro de EEUU. Pero hasta la fecha, no ha recibido un centavo. Sin embargo, no hay duda de que el Trump International Hotel en Washington está lleno de dignatarios que están de visita. Y ni hablar de Mar-a-Lago, la “Casa Blanca de invierno” de Trump, que duplicó sus cuotas de membresía a US$200,000 después de su inauguración.

Además, un presidente estadounidense puede ser destituido por sus acciones antes de asumir su cargo. Esto fue lo que le sucedió a Bill Clinton, cuyo presunto acoso sexual de Paul Jones ocurrió durante su término como gobernador de Arkansas. Antes de que Trump asumiera su cargo, ya había estado sujeto a más demandas civiles que los anteriores 43 presidentes juntos. Ha sido el demandante 1,900 veces, el acusado 1,450 veces y ha estado involucrado en demandas de quiebra y de terceras partes 150 veces, según una lista compilada por USA Today. Algunos de los casos, incluyendo una demanda de acoso sexual, tal vez terminen en los tribunales. Si el Sr. Trump mintió bajo juramento, al igual que Clinton, eso podría desencadenar una investigación mucho más amplia.

Lo mismo se aplica a las múltiples investigaciones relacionadas con Rusia. Lichtman señala que Nixon enfrentó una posible destitución por la ofensa menos importante de las tres grandes que cometió: el robo en las oficinas del partido democrático en el complejo Watergate. Y realmente, fue su encubrimiento del crimen y no el crimen mismo lo que lo derrocó. Las otras dos ofensas de Nixon eran crímenes contra la humanidad por su bombardeo ilegal de Camboya, y traición por haber realizado negociaciones secretas con Vietnam del Norte para retardar un cese de fuego hasta después de que él fuera elegido. Esta última ofensa se descubrió después de que Nixon había renunciado. En contraste, la presunta colusión de la campaña de Trump con Rusia ya es el objeto de una de las investigaciones más grandes que ha realizado el FBI en muchos años.

Pocas figuras oficiales podrían emerger intactas bajo este tipo de escrutinio. Clinton fue destituido — pero no condenado — por mentir bajo juramento sobre su relación amorosa con una becaria de la Casa Blanca. La investigación había comenzado como un sondeo de los tratos inmobiliarios que había realizado algunos años antes en Arkansas. Entre más investiguen los negocios del Sr. Trump, más pistas encontrarán. En algún momento, es posible que le exijan al Sr. Trump que revele sus récords de impuestos, lo cual él se ha rehusado a hacer hasta el momento.

¿En qué acabará todo esto? Las predicciones son inútiles. Pero el poderoso libro de Lichtman es un recordatorio de que las investigaciones de los asuntos del Sr. Trump están en sus inicios. El sistema estadounidense tarda mucho tiempo en echar a andar. Pero una vez que lo hace, es difícil detenerlo.

 

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