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In extremis, sonó el gon en Cataluña Análisis internacional

In extremis, sonó el gon en Cataluña

El presidente Puigdemont proclama la independencia catalana, aunque la deja en suspenso para abrir la opción de diálogo con Madrid. Y, en respuesta, el presidente español Mariano Rajoy solicita que se confirme si ha habido o no declaración de independencia.


Lo que iba a ser una tarde para la historia en España, acabó con una sorpresa, una invitación para pactar una posible salida de Cataluña. Un giro que dejó a muchos boquiabiertos, tanto dentro del Parlamento catalán, donde se esperaba la proclamación independentista, como en la calle, donde miles de personas esperaban con ansia el discurso del president de la Generalitat, Carles Puigdemont.

El astuto presidente abrió la posibilidad del diálogo, después de tener a un país entero en vilo, con un soplo de aire para buscar una estabilidad tras días tensos y catastróficos. Una sorpresa que llegó después de una presión que comenzó el pasado domingo, donde Barcelona fue el escenario de una masiva manifestación que abogó por el derecho de que Cataluña siga en España, con Mario Vargas Llosa dentro de la comitiva. Otro factor, y no menos relevante, vino del mundo empresarial, que comenzó a emigrar de la región con sus capitales. Y desde Europa, Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, horas antes de la comparecencia de Puigdemont, solicitó que no “haga nada que impida el diálogo, que respete el orden institucional. La diversidad no puede basarse en el conflicto”, anheló el diplomático.

Y así, sereno y vestido de negro, se presentó Puigdemont en el Parlamento catalán. Haciendo un repaso de la historia, aseguró que “el pueblo de Cataluña reclama hace años libertad para poder decidir. No somos unos delincuentes, locos, golpistas, abducidos. Somos gente normal que pide votar. No tenemos nada contra España ni los españoles. Nos queremos entender mejor”. Tras un suspiro, y mucha expectación de los que escuchábamos atentamente, el president añadió: “Con los resultados del referéndum del 1 de octubre, Cataluña se ha ganado el derecho a ser un Estado  independiente”. Aunque, inmediatamente, se suspendió por una semana la independencia para que se dé tiempo para abrir un diálogo. Acto seguido, en una surrealista escena de Berlanga, un grupo de diputados afines a la independencia, firmó una Declaración de Independencia, pero sin valor jurídico.

[cita tipo=»destaque»]Gabriel, diputada de la CUP, el partido socio de Puigdemont que empuja hacia una independencia radical, se explayó con una declaración romántico-comunista, asegurando que “queremos romper el candado del 78, que no sea heredero del franquismo. No queremos ser piezas en un tablero de juego, queremos ser libres y organizados. Queremos construir una república donde el pan y la casa sean el derecho para todos”, dijo, reconociendo que se enteró solo una hora antes del nuevo giro del presidente catalán.[/cita]

Nadie entendía nada. Lo única certeza es que la supuesta declaración asustaba a políticos, empresarios y ciudadanos españoles. Y la sorpresa de suspensión incluso sorprendió a los socios de Puigdemont, quienes, con decepción, replicaron que “¿con quién vamos a negociar?», ninguneando la mediación del gobierno español. Ana Gabriel, diputada de la CUP, el partido socio de Puigdemont que empuja hacia una independencia radical, se explayó con una declaración romántico-comunista, asegurando que “queremos romper el candado del 78, que no sea heredero del franquismo. No queremos ser piezas en un tablero de juego, queremos ser libres y organizados. Queremos construir una república donde el pan y la casa sean el derecho para todos”, dijo, reconociendo que se enteró solo una hora antes del nuevo giro del presidente catalán.

Aún nada está claro en las piezas de este puzle separatista. Hay muchas incógnitas sobre cómo irá a actuar Madrid. Ya que no pueden obviar que, de los siete y medio millones de personas que habitan en Cataluña, dos millones han anhelado la independencia, tomando la calle y alzando la voz, enfundados en esteladas (bandera catalana). Un grupo que se ha hecho escuchar tanto en  España como en el extranjero.

En lo económico, la fortaleza de una Barcelona pujante se desdibuja arrastrada hacia la ruina. Los grandes buques de la economía catalana se van, enfilados por los bancos Sabadell, Caixa Bank, junto a Gas Natural y Albertis. Empujando el poder y prestigio de Cataluña a un precipicio.

Sin embargo, Puigdemont, con habilidad, vuelve a marcar la agenda del gobierno de Madrid. Una saga que continúa con una comparecencia comedida del presidente español, Mariano Rajoy, quien solicita una respuesta formal por parte de la Generalitat para que aclare si ha declarado la independencia. En caso afirmativo, el gobierno español estudia aplicar el artículo 155 de la Constitución, que inhabilitaría al gobierno catalán.

En esta situación, la pelota pasa de un lado para otro. Con ambos políticos echando del freno de mano, con opción de parar las máquinas. En sus manos está la opción de detener la fractura de España. Un problema político que debería buscar una solución política.

Mientras, los demás, nos echamos las manos a la cabeza.

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