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Milagro en la DC


Ricardo Hormazábal, ex senador y ex embajador, ha sido elegido presidente de la Democracia Cristiana, con el 64 por ciento de los votos. Su contendor, el diputado Andrés Palma, ha logrado el 35 por ciento, cifra altísima de acuerdo a los pronósticos iniciales: se aventuraba un 15 por ciento, y los más optimistas -digamos, los que estaban en esa lista de Palma- reconocían que lograr el 30 por ciento sería un triunfo.
Pues bien, lo han logrado, pero uno no sabe, a estas alturas, para qué sirven los triunfos en la DC. Para que sirven más allá, por cierto, de la colocación de cercanos en puestos de la administración pública y otras linduras de ese tipo.

Palma y Hormazábal han levantado un discurso de «refundación» del partido, de recuperar el sentido original, y si las dos candidaturas han apelado a eso es que coinciden en que la colectividad necesita urgentes ejercicios de resucitación, por muchos diputados, senadores, embajadores, jefes de servicio y ministros que aún luzca.

No deja de ser paradójico, además, que los dos candidatos que se disputaron la presidencia del partido hayan provenido de (la antigua) ala «chascona». Parece milagro. Hoy por hoy, hay que señalarlo, el partido más exitoso de la Internacional DC es francamente de derecha: el Partido Popular de España, con José María Aznar a la cabeza, y que acaba de obtener mayoría parlamentaria en las últimas elecciones.

Hay otros dos partidos democratacristianos que han sido la referencia obligada de la DC criolla: el PDC italiano y la Unión Cristiano Demócrata alemana.

El primero ya no existe. Luego de los escándalos de corrupción, la DC italiana estalló, y el fragmento más grande que quedó es el actual Partido Popular, que integra la coalición de centroizquierda que lidera Massimo D’Alema. Pero como las malas cosas vienen en rachas, el domingo esa alianza fue vapuleada por la derecha de Silvio Berlusconi en elecciones en 15 regiones de Italia, y el magnate de las comunicaciones ya ha invitado a «reflexionar» a los ex DC, recordándoles que su sitio «natural» es en una coalición de centrodercha.

La CDU alemana está en su peor momento tras los escándalos de financiamiento ilegal amparados por el ex canciller Helmut Kohl, y todas las cartas están jugadas en la nueva presidente, Angelika Merkel, considerada la única capaz de enfrentar la actual crisis de credibilidad. Y esa credibilidad, frente al gobierno socialdemócrata de Gerhard Schroeder, se recupera siendo lo que son: la derecha alemana.

Aquí, por el contrario, nuestra DC es de centroizquierda. Claro que, para algunos, como el propio alcalde democratacristiano de Temuco, René Saffirio, el PDC no es sino un lote de grupos de poder, que ya no tiene más ideología que la de ganar más cuotas de poder para beneficiar a sus cercanos. Tendríamos que empezar a hablar de corrupción, pero dejemos esas cosas para las tertulias internas de los camaradas. Digamos, simplemente por ahora, que la DC no encuentra un rumbo, y que ha elegido como presidente a un político que en algo recuerda a Tomic (por su fascinación por su propia oratoria, al menos) para guiarla. Su opositor ha sido Palma, el más «chascón» de los diputados de Chile. Entonces, uno se pregunta: ¿dónde está la tradicional derecha de la DC? ¿En qué está? Hormazábal, Palma, pero también Ricardo Lagos deberían preguntárselo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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