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El acuerdo de la Mesa de Diálogo


Después de largos y complejos meses de debates y encuentros, la Mesa de Diálogo encargada de buscar una solución a los problemas Derechos Humanos y particularmente al caso de Detenidos Desaparecidos, finalmente ha terminado con un acuerdo.

El resultado exitoso se produce después de una semana en que se temía que la Mesa terminara sin éxito.

El acuerdo es auspicioso por el hecho mismo de haberse alcanzado. Es el primer acto en muchos años, en que actores principales que habían estado en posiciones más que divergentes, antitéticas, logran consolidar una posición común con respecto a hechos históricos importantes.

El hecho de haberse producido el acuerdo abre expectativas reales para superar problemas que han mantenido paralizado al país y para avanzar en el propósito de que todos los chilenos podamos afrontar unidos el futuro.

Es posible que para muchos el acuerdo no satisfaga sus expectativas. Pero vuelvo a insistir: el acuerdo mismo tiene una significación excepcional.

En todo caso, a pesar de las limitaciones que algunos estiman, se ha avanzado por todos los actores que estaban en la Mesa en ciertas posiciones comunes que abren posibilidades reales para que los chilenos enfrentemos unidos el futuro.

La aproximación histórica que permite una interpretación común sobre las responsabilidades de toda la comunidad nacional en el clima de violencia que se inicia desde los años 60 y perturbó nuestra convivencia nacional contribuye a tener una percepción más objetiva del drama de los excesos cometidos en materia de Derechos Humanos. Igualmente positivo es el compromiso de las Fuerzas Armadas de hacer esfuerzos, en un período de seis meses, para hacer avances en las informaciones que puedan tener sobre los restos de los Detenidos Desaparecidos.

En suma, un acuerdo que abre un horizonte de esperanza para contribuir al esfuerzo de cerrar la transición.

De todos los sectores políticos sólo el Partido Comunista y algunos socialistas rechazaron el acuerdo de la Mesa de Diálogo. Es una expresión contumaz de un proceso que los aleja de la gran corriente de opinión nacional que quiere la paz y la concordia social en la convivencia de los chilenos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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