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Low Tech


Pues no sólo hay high-tech, también hay su opuesto. Esto lo descubrí cuando se acabó la tinta de la impresara, justo cuando imprimía un documento que, ahora sí, me haría rica y famosa… En la librería de urgencia me mostraron paquetes sellados con mucha imagen corporativa, isotipos y logotipos (¿alguien sabe la diferencia?) con precios equivalentes a un perfume sencillo, pero bueno…. Difícil disyuntiva.

Eché maldiciones a estas empresas que nos cobran sus años de ingeniería, la cuenta del publicista y hasta el sweater a rombitos del director (ay, a la moda en Sylicon Valley!), Ä„sin contar los regalos que hacen cuando se presentan a licitaciones importantes! Así no podemos competir. Llamé entonces a la secretaria de una de esas empresa que ahorran de todo. Me informaron que nadie comete errores tan tontos como comprar marcas y derechos de propiedad con tinta adentro. Y que no hay junior con ánimo de hacker que no ocupe los minutos que le sobran al celular del jefe a fin de mes, utiliza su clave y ya tenemos «minutos para el George», claro, el George también tiene derecho a minutos…

Los países en vías de desarrollo, y específicamente los (ex) tigres asiáticos, ahora simplemente los Nics, han previsto caminos correctos para competir. Además de pagar poco a sus empleados, pagan mucho a su lobbying para defenderse de cosas tan horribles como la Organización Mundial de Comercio, o, peor aún, de recibir visitas de una muy fea señora que usa trajes muy cortos para su edad, tiene un peluquero que da vergüenza y un poder que hace temblar (tan bright ella…). Los NICs han inventado también el relleno Ä„para cartuchos de tinta de impresora! Esto no es la precareidad del tercer mundo, no, no, esto es low tech, por favor!

Me lancé por esos barrios donde se encuentra de todo, donde se conservan antiguos oficios como reparar cosas y hasta hay tiendas de botones al por menor. Llegué donde «los chinos», una librería-tienda-de-regalos-pañales-insumos-de-computación-y-adornos que nadie puede comprar sin ponerse rojo de vergüenza. Me entregaron un paquete sin logo ni isotipo (¿alguien sabe….?) hecho en Malasia. Un verdadero sistema, con tinta, jeringas, manual, adaptable para nuevos y antiguos cartuchos. Especificaba que no era «de marca», pero, claro, la marca se la pido al perfume que me compré con la diferencia (bueno, un poco más…).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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