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www.priscilla.org


Este portal no existe en el mundo virtual ni en el material, sino en lo real-invisible. El poder de esta organización es enorme. Tampoco ellos saben que existen como organización, esto es sólo una hipótesis del terror.

Son las priscillas que ayudan en los quehaceres domésticos, los contratistas de las grandes empresas, los porteros, los guardias de seguridad, las telefonistas del servicio al consumidor, los guardianes del orden público, los recaudadores de impuestos, entre muchos otros.

Las priscillas no sólo conocen todos los secretos y secretillos de la familia, sino también los del vecindario completo, y saben administrarlos. Son ellas también las que difunden el status de una familia según su marca de automóvil y, en caso de incongruencia de status, son ellas quienes recomiendan cambiar el vehículo. Cuando los hijos son adolescentes, ellas son las mediadoras entre la verdad y lo oculto del sábado por la noche. Si se alían con los porteros, su poder aumenta al doble, y si además entran en relaciones sentimentales con los guardias de seguridad o con los del orden público, su poder ya es incontrarrestable. Es sabido que los porteros, y las porteras, han sido históricamente los mejores aliados de las polícias secretas, o no tan secretas (‘le concierge’ presente en las novelas sudakas de parís, o la portera de la España franquista).

Se encuentran también priscillas en la empresa privada y en el Estado. En las empresas, o más bien justo en el borde donde la empresa comunica con los consumidores, hay círculos de hierro de priscillas. Y es así como cuando una empresa que ha invertido enormes cantidades de tiempo y dinero para elaborar su imagen corporativa, ésta termina destruida por el contratista que tiene maquinaria peor, que repara con un alambrito y sin normas de seguridad, y así por delante. También se ha sabido de empresas transnacionales que basan su marketing sobre lo que hacen las priscillas, como por ejemplo, no recomendar la disposición final de detergentes domésticos porque las pris… enjuagan el envase para ocuparlo todo. Y peor aún, cuando algún consumidor responsable (Ä„Ä„qué sí los habemos!!) llama al servicio del consumidor y la prisci correspondiente no responde. Son los lazos más débiles del marketing, la imagen corporativa y hasta de la calidad.

El Estado tampoco se libra de esta organización. Ä„Claro que aquí no hacen fracasar su marketing porque se supone que el Estado no lo tiene! Ellas/os tienen un poder mayor aún: son quienes definen lo normal, lo moralmente conveniente y lo estéticamente adecuado. Así, para los recaudadores de impuestos ( y los temibles revisores) lo único normal es ser empleado -con horario fijo y salario más o menos idem-, cualquier otra alternativa pasa a ser inmediatamente digna de sospecha. Si los guardianes del orden llegan a una casa a mediodía y ven que, por ejemplo, hay montañitas de libros por el suelo, la estética y luego la moralidad del habitante es inmediatamente puesta en cuestión (ellos, sin embargo, toleran perfectamente baratijas chinas, pero en línea recta). Ä„O peor aún, si la familia no se compone de padre, madre y dos hijos!

Este poder para definir lo normal también se observa en las empresas de servicios, como la luz, el agua y el gas. Las reparaciones normales de las eléctricas suelen ser en la noche o los domingos, suponiendo que nadie posee insomnio, o que nadie enciende su computador el domingo, o sea, en la noche se duerme y los domingos se come con la familia. El gas, en tanto, hace sus reparaciones justo después que la normalidad se ha duchado, o justo después que la idem ha almorzado, a las horas que ellos definen como normales. Estas son las explicaciones de los priscillos cuando una apurada columnista de El Mostrador escribe su columna un domingo por la tarde…

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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