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Un comienzo de respuesta al globalismo ideológico


Hace unos pocos días atrás, en una más que sencilla ceremonia, se presentó el libro del poeta Guillermo Bown Fernández titulado «De l´Amour al E-Mail». Es realmente notable ver cómo en el sucederse de las páginas este poeta que, precisamente por ser tan nuestro y tan universal, puede trascender el vuelo corto para remontarse más allá, con el vuelo propio del que tiene formación cultural sólida y nada le impide el elevarse también con la imaginación y la palabra para referirse a la realidad. La de ayer, la de hoy y la de mañana.



Con estas condiciones, claro que es posible tener y hacer una propuesta, aunque sea por la vía de denunciar la fealdad de lo existente. Es responsabilidad del artista velar por el mejoramiento estético del planeta que nos toca habitar, darle vida a la vida y ofrecer la belleza fuera de los cánones del mercado, este nuevo dios omnipotente que todo lo abarca y cubre, hasta ahogarlo.



Bown toma aliento con una cita de T.S. Eliot que reproduzco: «¿Dónde está la sabiduría / que hemos perdido en conocimiento? / ¿Dónde está el conocimiento / que hemos perdido en información?». Hay un reclamo y rechazo a esta humanidad que más parece humanoide cuando adora lo quemado y quema lo adorado, para lanzarse loca en la nada del ciberespacio sin otro compromiso que el ver para no conocer, deambulando para no viajar. Es notable el trabajo de reflexión de nuestro Bown, que de varios exilios regresó a su tierra para exilarse de cultura y belleza en estas comarcas de consumismo irracional, al alcance de pocos, para hacerlo tanto o mas deseable que el tabú sexual. Para no calificar más allá de la voluntad del autor, mejor lo cito en uno de sus poemas:



«Si la producción en serie
hizo el hombre serie 23456
la globalización hace al hombre globo
flotando sobre la serie informática
pulverizando el sí mismo
cortando su aldea en mil
desinformado de información
con mil caminos sin fin
y locas las agujas
con 345628 nortes
con xnxnabzn salidas
y una sola llegada
la muerte desinformada».



Creo que abundar en comentarios sería restar los méritos de este autor que parece estar entre las voces más claras para reponer en su lugar esta humanidad que nos parece tan arrebatada por las ideologías de la competitividad, del correr para no llegar tarde ni segundos, como si todos los demás debieran suicidarse después que se supo quién era el primero.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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