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Sobre Septiembre


Si alguien escuchara con calma la letra de la canción «Yo Canto a la Diferencia» de Violeta Parra tendría pocas razones para entender este mes como motivo de contento nacional, ni menos de fiesta popular. Claro que eran años de aguda controversia, de fuertes debates intelectuales y de menos consensos.



Pero, convocado a expresar sensaciones, sentimientos y emociones sobre Septiembre, debo decir que después de haber vivido más de 21 Septiembres fuera del espacio físico en que esto se exalta, o sea Chile, tengo una curiosa contraposición entre lo infantil y juvenil de una parte, y un acercamiento más maduro, por la otra, pues hace sólo 6 años regresé al terruño (más que al país, pues me fui a Linares en busca de los recuerdos casi desvanecidos en la memoria). Logré recuperar parte de mis olores, mis sabores, mis colores, mis otoños, inviernos y primaveras, así como
árboles, vegetación y todo lo que hace a la existencia hasta la primera juventud.



Cada uno de nosotros es hijo de sus vivencias y de las ideas que aprende o le inculcan y tengo ahora la impresión que nunca fui demasiado creyente en aquellas cosas que escuché repetir a muchos y que eran palabras que se decían impostando la voz y que terminaban, infaltablemente, con la fuerte sonoridad de «Patria». Llegué a homologarla en el subconsciente con la negación de «mundo», «viajes», en suma con todo lo que quería conocer y
que me parecían de lo mas interesante. Solo en la poesía, la historia y el arte logré, años después, reconciliarme con el sentido verdadero (o quizá el mío personal) de Patria. La ausencia obligada por exilio me permitió volver a idealizarla aunque en un modo más maduro, reflexivo y también más rico pues conocí muchos patriotas que lucharon por lo suyo, en otras patrias que también fueron las mías, toda vez que en ellas deposité la única riqueza de la que dispone un exiliado, o sea la solidaridad.



Extenso sería contar toda una larga y bella experiencia como sujeto y objeto de la solidaridad, lo que ella implica, enseña y enriquece, pero si hay algo que puedo decir en este Septiembre, que queremos definir mas que describir, es que me encantaría que fuese de la Patria y la Solidaridad, de la Tierra y del Hombre, de la Naturaleza y del Progreso, en suma que fuese algo más que
el recuerdo que todos sabemos que ya no es y que lentamente nos va llevando hacia una alegría de pantalla, sin sentido ni sentimiento. Si no somos capaces de enriquecer nuestro Septiembre para el siglo que viene, entonces la globalización nos devorará como a pichones nuevos, que no dejan traza de su vida ni con los huesos. La «china» y el huaso, así como la carreta, la alameda, la araucaria y el poncho, no serán siquiera vestigios para arqueólogos, pues tras ellos no hubo un pueblo capaz de vivirse con honestidad.



Mi Patria, ahora que sé lo que son las otras, me gusta mucho y si a veces la hiero verbalmente es porque la quiero cada vez más linda, armónica, justa, emperifollada, más elegante que una yegua de circo, hermana de otras patrias y, también como aquéllas, capaz de generar un amor filial sin condiciones, intenso y total.



Acerca de… Septiembres (Columnas de Darío Oses, Nibaldo Mosciatti…)

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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