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Si no existiera septiembre



Si Chile no tuviera septiembre, es decir, si este mes no acumulara tal profusión de símbolos y fechas históricas, seguramente algo básico del alma nacional sería muy diferente.



Si el golpe militar hubiera sido en mayo, o si la primavera comenzara en octubre, o si a los patriotas del siglo pasado no se les hubiera ocurrido unir el día de la Independencia con la celebración del Ejército, Chile no sería el mismo.



Pero el hecho es que en septiembre se mezclan las cuecas con las romerías al memorial de los detenidos desaparecidos, las banderas flameando con el cielo limpio y recién estrenado que siempre trae la primavera, las empanadas con los volantines, los fusiles con los escotes.



Ser chileno es tener un septiembre en el corazón. O dicho de otro modo, no se puede ser totalmente chileno si uno no tiene un «18» y un «11» personal en la memoria. Es como ser comentarista de fútbol y nunca haber visto jugar a Pelé o Maradona; como ser pintor y nunca haber recorrido El Prado. Se puede ser chileno y «no estar ni ahí» con esas fechas, pero siempre faltará algo en ese mosaico de vivencias, identidades y emociones que supone ser parte de una colectividad nacional.



Por eso, septiembre es verdaderamente el mes de la unidad nacional. No el día que inventaron hace algún tiempo con fines espurios y que cae el primer lunes del mes. Ese día divide más que une. Pero considerado con mayor perspectiva, tanto el «11» como el «18» nos unen a todos los hijos de esta tierra al constituirse en referentes que sólo nos movilizan a nosotros y dejan totalmente indiferentes a los demás habitantes del planeta.



En un mundo globalizado, septiembre nos recuerda un sentido de pertenencia básico, una manera única de ser diferentes, un universo privado que sólo cuenta para nosotros, en el vasto universo virtual de redes planetarias y mercados invasivos a los que nos vemos sometidos todos los días.



Cuando Marcelo Ríos se niega a llevar la bandera de Chile en unos Juegos Olímpicos que se desarrollan en septiembre, es a los chilenos a los únicos personajes en el mundo que eso nos importa. Y vaya que nos importa!



Septiembre nos hace mirarnos hacia adentro más que cualquier otro mes del año. Nos hace preguntarnos acerca de la chilenidad, privilegio que no posee ninguna otra fiesta del calendario. Y ya sea que odiemos las empanadas o que amemos la chicha, seamos partidarios del «pronunciamiento militar» o enemigos del «golpe», ninguno de los habitantes de este barrio del mundo queda completamente indiferente a este conjunto de símbolos cargados de sentido que llamamos septiembre.



Por eso, si este mes no existiera, los chilenos lo tendríamos que inventar.



Lea la serie de artículos «Acerca de… Septiembres»

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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