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Una nueva dimensión de nuestro Edwards


No siendo crítico literario y ni siquiera experto en la materia, corro el riesgo de cometer mas de algún error en criterios y apreciaciones sobre una específica obra de tan prolífico escritor como lo es Jorge Edwards.



Pero en este «lindo país con vista al mar..» tan lleno de malas y hasta peores noticias para la vida cotidiana y con debates meramente instrumentales sobre las mismas , cuando nos sorprende tan felizmente una lectura como «El Sueño de la Historia» del ya mencionado autor, creo que es una grave falta no referirse a ello , tomando en cuenta naturalmente que se trata de un lector, con una específica lectura y con propias claves de interpretación que pueden no corresponder a las de avezados literatos que hacen del análisis una ciencia con su propia criptología.



Pero lo cierto es que en este «racconto storico» en dos tiempos distintos, hay una dimensión histórica y antropológica de la quizá mejor explicación sobre la formación del carácter (por otros llamado idiosincrasia) nacional.



Cuando desde diversos ámbitos del debate más serio se nos habla de la mojigatería criolla, del pelambre y del comidillo que están a la base de la sociabilidad chilensis, de la doble moral o de los dobles y hasta triples stándares de análisis y juicio, creo que debería entenderse la obra de Jorge Edwards como una búsqueda de las raíces mismas de nuestros defectos.



Lo notable es que además lo proyecta y traduce en tiempos actuales , de los días y meses previos y posteriores al plebiscito que marcó el inicio de la llamada «transición».



Son los nietos o biznietos de los mismos que hicieron más difícil la vida de aquel italiano Toesca que vino hasta estas latitudes
a construir un Palacio que es hasta hoy la Sede del Gobierno y de lo poco que ha perdurado de una pobre época Colonial.



Es descubrir que nuestros defectos, a diferencia de nuestras virtudes, tienen raíces muy concretas, tienen historia y se resisten a morir o evolucionar pues navegan airosas en las aguas de la mediocridad, madre nominal de la maldad .



Probablemente he llegado tarde a descubrir el valor de este texto, que debería ser de lectura de nuestros adolescentes de Liceos y Colegios que están aún a tiempo de salvarse y no caer en la trampa de repetir vidas enteras que son mas de lo mismo, porque así lo obligan las buenas costumbres.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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