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La marea de fondo de las municipales

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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Tras las euforias, análisis diversos y no pocas recriminaciones, se va consolidando una reflexión de mayor perspectiva sobre los recientes comicios municipales, que en lo esencial, fueron la confirmación como mayoría nacional de la Concertación y un avance significativo de la derecha en los principales municipios al lograr combinar la imagen de Lavín, disciplinarse en la concentración de votos y mostrar figuras nuevas de recambio.



Para la coalición gobernante fue complejo lograr la ecuación entre mostrar su mayoría, entender los procesos de los partidos de perfilarse ante el supuesto de «decadencia electoral», siendo lo más cuestionable la opción apriorística de postular como privilegiados a la casi totalidad de los 200 alcaldes en ejercicio, lo que se tradujo en sonadas derrotas tanto por competencia como factores ligados a una gestión deficitaria.



En este ámbito entramos de lleno al análisis de fondo, estrictamente municipal. Al igual que el año 96, al menos un tercio de los alcaldes del país que fueron a la reelección, perdieron la alcaldía, lo que demuestra la inevitable evaluación ciudadana que castigó gestiones anquilosadas, distantes de la ciudadanía, cuestionadas en el orden administrativo y con ediles con baja capacidad de articular diversidad política y social.



Los estilos «patricios» de gestión, autorreferentes y sectarias, sin programas innovadores y participativos, sufrieron un duro castigo. Frente a ello, capitalizó especialmente la derecha, la que no obstante, llevó al paroxismo una suerte de anti-utopía gremialista en el caso de la UDI; ganaron muchos candidatos colgados de la imagen política del Lavín exitoso en la presidencial, sin que muchos candidatos tuvieran programa (más allá de slóganes genéricos) ni inserción territorial y social relevante.



Se puede agregar el sistema electoral y la capacidad logística de la derecha de disciplinar el voto por la vía de la concentración de sus recursos económicos. Pero hay que ir más allá y aceptar que los triunfos de los «lavines-virtuales» fueron posibles en comunas donde alcaldes bajaron su votación o en esquemas polarizados tuvieron leves alzas o estancamiento electoral.



Aunque algunos analistas lo advirtieron, la concentración electoral no es un mero juego aritmético. Cuando un candidato es mal evaluado y no tiene capacidad de aglutinar transversalmente, la inexistencia de alternativas en la propia Concertación, terminaron fortaleciendo el voto de la derecha.



El número de municipios y gobernabilidad local sobre la población entre ambos bloques quedó prácticamente igualado. Ahora comienzan las nuevas gestiones que deben dar paso a la observación de lo relevante; los perfiles de las gestiones neo-conservadoras y progresistas en los enfoques hacia la seguridad ciudadana, las formas de participación, la capacidad de allegar recursos a comunas carenciadas, las formas de encarar localmente la reforma educacional y de salud.



La moraleja es simple; se requieren buenas ofertas de liderazgos y programas municipales, con cooperación al interior de los pactos políticos, pero a su vez hay que saber evaluar y generar renovación cuando las gestiones son mediocres.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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