Publicidad

La Concertación vuelve a arrasar

Iván Auger
Por : Iván Auger Abogado y analista político
Ver Más


En las elecciones municipales la Concertación obtuvo el 52% de los votos y la derecha sólo el 40%, es decir, por cada ciudadano que votó por la oposición derechista, 1,3 lo hizo por la coalición gobernante. Una victoria aplastante en cualquiera parte del mundo.



De inmediato, sin embargo, los medios de comunicación dominados por los poderes fácticos, que incluso influyen en la línea de los pocos medios independientes, proclamaron ganadora a la derecha. TVN, que es de todos y, por ende, la mayoría de sus socios son concertacionistas, en vez de destacar el triunfo arrollador de la centroizquierda, dedicó sus noticiarios a las celebraciones de la UDI por lograr las alcadías de Santiago, La Florida y Concepción.



Desde entonces, esas comunas pasaron a ser emblemáticas, sin que nadie explique por qué son más representativas que Valparaíso, Viña del Mar, La Reina o Temuco. Y no se trata de más o menos votantes. En el caso de Santiago y Concepción votaron menos ciudadanos que en Viña del Mar y Valparaíso, 119 mil y 103 mil en las «emblemáticas» y 136 mil y 128 mil en las que no lo son.



La segunda gran desinformación es que la Concertación tiende históricamente a bajar su votación y la derecha a subirla. Para ello sólo se compara la elección municipal de 1996 con la del 2000, fuera de contexto y saltándose las tres elecciones generales que hubo entre una y otra. Además, el Instituto Libertad se vanagloria del coeficiente de concentración de votos, que en el caso de la derecha fue de 82%, en contraste con el 58% de la Concertación.



Es decir, se felicita de que su electorado obedezca más a su cúpula que el concertacionista. Esa disciplina es, por el contrario, preocupante porque recuerda estructuras políticas autoritarias.



Sobre esas bases, Lavín se ofreció para un cogobierno. Un insulto a la razón; olvidó que la coalición gobernante ha ganado las nueve elecciones de la transición a la democracia y, salvo una, por mayoría absoluta.



Nuestro electorado posdictadura es bastante estable en sus preferencias. Está congelado en 1989, tal vez debido a la persistencia de la figura Pinochet y de los enclaves autoritarios Ä„Oh sorpresa! para quienes aseguran que se despolitizó o que no le importa el pasado sino sólo el futuro. En las elecciones con distritos múltiples, los porcentajes de sufragios de cada tendencia ni siquiera han cambiado en doce años, entre la de diputados de 1989 y la municipal del 2000.



En el caso de la Concertación, 51,49% y 52,11%, en el de la izquierda extraparlamentaria, 5,31% y 5,12%, y en el de la derecha incluyendo disidentes, 41,32% y 41,31%, respectivamente.



Por supuesto que ha habido movimientos entre esas elecciones, en términos generales, de la derecha de 1989 a la centroizquierda en 1993, de ésta a la abstención (más nulos y en blanco) en 1997, de esa no preferencia a Lavín en 1999, y de éste de nuevo a esa abstención en las municipales del 2000.



Con todo, los vaivenes han sido suaves, en especial, en las elecciones con distritos múltiples. En éstas, la Concertación partió en 1989 con tres millones y medio de votos, los incrementó en 234 mil en 1993, los bajó en 806 mil en 1997, para finalmente recuperar 335 mil en las municipales recientes. En el caso de la derecha, comenzó con dos millones ochocientos mil votos, perdió 365 mil en 1992, disminuyó en otros 195 mil en 1996 y recuperó 420 mil en el 2000. Y así volvimos al año 1989.



No obstante, la tendencia reciente es al alza de la Concertación y a la baja de la derecha. En la elección municipal la coalición gobernante logró una votación casi idéntica a la que obtuvo hace menos de un año en la primera vuelta presidencial, y aumentó su porcentaje respecto de ambas vueltas presidenciales. En contraste, la derecha bajó su votación en 730 mil votos en relación a la primera vuelta y en 840 mil respecto de la segunda, es decir, entre 7,5 y 8,5 puntos porcentuales.



En la Concertación, la DC, que comenzó siendo algo más del 50%, hoy es el 40%. Con todo, ese proceso se inició en 1993, en plena euforia freísta y cuando fue superada por sus socios en la elección de diputados. Y ahora se explica porque desde la baja de 1997, que afectó a toda la coalición, los aliados repuntaron 275 mil votos y la DC sólo 62 mil en la municipal del 2000. Con todo, esta última cifra no es magra dado los augurios que la precedieron.



La derecha, por su parte, se unificó, los votos en listas disidentes disminuyeron de 485 mil en 1989 a 78 mil en el 2000. Y, por primera vez, en la municipal del 2000, la UDI, el último partido leninista, superó en votos a Renovación Nacional. Tal vez, gracias a ello, aumentó la disciplina del sector.



Como consecuencia de este cuadro, se desarmaron las presiones para que el gobierno y los partidos de la Concertación cambien sus políticas y personal por muy críticos que seamos de ellos. El soberano en democracia, recordemos, es la ciudadanía.



La elección parlamentaria del año próximo puede así ser enfrentada con tranquilidad por la coalición gobernante. De repetirse los resultados de la municipal, la Concertación, en la Cámara de Diputados, perdería siete bancas (distritos 2, 11, 17, 18, 21, 33 y 37) y ganaría ocho (distritos 4, 5, 9, 25, 35, 43, 57 y 60), un incremento neto de un diputado.



En el Senado, sólo tiene la posibilidad de ganar una segunda banca en la circunscripción 3a., Atacama; está a algo más de dos mil votos, o sea, a dos puntos porcentuales. En las ocho restantes, la Concertación no corre riesgo alguno, pero sólo en tres el partido del senador en ejercicio es mayoría dentro de la coalición.



Esos leves cambios en el personal parlamentario, si fueran más sería mejor para la democracia, pueden crear roces entre dirigentes políticos concertacionistas. La solución, para no perder bancas y consolidar las mayorías y los pocos avances posibles dentro del sistema binominal, no son los acuerdos cupulares, ya se tuvo la experiencia con Marta Larraechea, sino las elecciones primarias.



Si la Concertación cierra filas tras el gobierno y sus discrepancias se superan en votaciones, esa coalición podría incluso sobrevivir a la figura de Pinochet y ser mayoría, a lo menos, hasta que la derecha finalmente se democratice.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias