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Un ombusdman para el empleo

Mario Waissbluth
Por : Mario Waissbluth Ingeniero civil de la Universidad de Chile, doctorado en ingeniería de la Universidad de Wisconsin, fundador y miembro del Consejo Consultivo del Centro de Sistemas Públicos del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Chile y profesor del mismo Departamento.
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En los últimos meses me he topado con varios medianos empresarios, de oposición y gobiernistas, que me han contado alguna historia amarga respecto a inversiones que tienen paradas hace meses o años esperando autorizaciones burocráticas. Por discreción no cuento los detalles, pero créame el lector que algunos casos son verdaderamente patéticos.



Ni duda cabe, en algunos casos hay empresarios que pretenden hacer inversiones ecológicamente dañinas, o que desafían abiertamente alguna norma de convivencia social. Para eso están los gobiernos, para regular el bien común. Pero son muchos los casos que se explican por una acumulación de normas absurdas, o por procesos de aprobación engorrosos, o lo que es peor, por actitudes burocráticas y entorpecedoras de funcionarios de alto o bajo nivel.



Esta última causa es la que más me preocupa. Digamos las cosas tal como son. Hay un porcentaje respetable de funcionarios públicos que ha leído con demasiado entusiasmo la parábola bíblica, aquella de que «antes pasará un camello por el ojo de una aguja…» Ven a los empresarios con cara de explotadores y frescos, a los cuales lo mejor es darles una buena «atrincada burocrática», no sea cosa que se aprovechen demasiado.



A estos funcionarios, a los que también les preocupan los problemas de desarrollo, se les «calma la conciencia» con eso de las PyME. Ayudar a las PyME suena bien, y si están fregadas, mejor. Eso todavía es «políticamente correcto», pero… ayudar a que una empresa mediana o grande prospere… Dios me libre. Les cuesta entender que aquí no se trata de hacer que los ricos se hagan más ricos, sino de que la única manera sólida y dura de mejorar las remuneraciones es logrando que la fuerza de trabajo se vuelva escasa. En cualquier país que se acerca a una tasa de desempleo del 5% las remuneraciones comienzan a aumentar significativamente, por obvias razones. Así pasó en Chile, y espero y ruego que vuelva a pasar.



El problema es que los funcionarios públicos españoles, o neozelandeses, o noruegos, o taiwaneses no piensan lo mismo que nuestros funcionarios criollos, y le dan un apoyo personalizado, directo y cuasi conspirativo a cada empresa promisoria que puede crecer y exportar, sin importarles un pepino su tamaño,….. y es contra esos competidores que tenemos que disputar los mercados internacionales.



El otro problema que generan estas actitudes y barreras burocráticas es lo que me dijo textualmente uno de los medianos empresarios arriba mencionados: «Mira Mario, la verdad… «me cabrié»… yo ya tengo mi situación bastante asegurada, y antes de seguir pasando malos ratos, mejor voy poniendo la plata en bonos del Tesoro norteamericano».



Resolver estos problemas no tiene nada que ver con el manejo macroeconómico, ni con los manoseados fantasmas de las leyes laboral y tributaria, respecto a las cuales todavía me falta ver a un solo empresario que esté dejando de invertir por ellas. Tiene que ver con cambiar las normas y leyes reguladoras de la inversión y la construcción, tiene que ver con la reingeniería de los procesos de aplicación de dichas normas, tiene que ver con que de una vez por todas tengamos un sistema adecuado de gerencia pública, y tiene que ver con cambios culturales en los funcionarios públicos. Estas cuatro batallas me temo que nos van a tomar bastante tiempo, y entretanto los desempleados no pueden esperar.



Por ello es que propongo -en nombre de un querido amigo que me sopló la idea- un «ombusdman para el empleo», lo que viene a ser también el «defensor de las inversiones» -y de los grandes y pequeños inversionistas- aunque suene a pecado. La figura del «ombusdman» fue inventada en Europa, como alguien que defiende a los ciudadanos de los desatinos que el propio Estado puede cometer en contra de ellos.



Inventemos entonces un «ombusdman para el empleo», con «licencia para matar» y con poder para resolver cualquier traba que, desafiando al sentido común y la sensatez de un profesional calificado, esté entorpeciendo una inversión generadora de empleos. Démosle además la autorización y los recursos para poner un sitio web, donde se reciban denuncias, se publiquen casos flagrantes, y se lleven estadísticas de casos trabados y destrabados, empleos esperando y empleos generados, región por región y comuna por comuna. Ayudémoslo con «ombusdman» regionales, puestos por la Intendencias. No cabe duda de que vamos a acelerar de esa manera la generación de miles de empleos, de esos que son permanentes y que no van a desaparecer cuando se acaben los recursos de emergencia que -en buena hora- está presupuestando el gobierno para el próximo año.



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Mario Waissbluth es director ejecutivo de Invertec IGT.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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