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De cara al país


La premura, casi angustia, de los «transitólogos» para prever escenarios futuros y describir situaciones que den eterna juventud y fuerza a la Concertación, precisamente por ser hechos con rapidez, tienden a expresar más vacíos que contenidos.



I.- ¿No sería hora que los que se autodefinen como progresistas comiencen a aceptar la idea que Chile es parte del planeta Tierra y en consecuencia, son las evoluciones mayores las que determinan las menores y así suma y sigue?



Hay una maniacal persecución de una especie de peronismo progre, que quiere separarnos del resto del mundo, sin entender que ese ha sido por siglos y decenios el juego de la derecha para dominar sin contrapesos. Al pan, pan y al vino, vino. Lo demás son triquiñuelas. ¿Vamos a embarcarnos en la propuesta de la socialdemocracia. Si no es así, en cuál ? ¿Qué vamos a hacer
para resolver la contradicción capital-trabajo, entendiendo que hoy son dos polos complementarios del desarrollo? Al menos en las naciones cultas, como decía Don Valentín y no como suele suceder en estos andurriales donde competitividad se parece a sobre explotación y flexibilidad laboral se parece mas a precariedad vital.



II.- Esta moda aislacionista, que antes se llamaba «mirarse el ombligo», debe ser superada y de allí, ser capaces de proponer una «Idea de País» que no puede ser hecha como reacción frente a la derecha ni menos a los vestigios del desaforado. Todo esto, articulado con una idea de Región u
Subregión de la que somos parte, se llame América Latina o Sudamérica, con propuestas claras para conservar nuestros ecosistemas, para calcular el devenir de nuestras sociedades, para definir claramente cómo vamos a participar en el siglo XXI y cómo vamos a adquirir los conocimientos que se requieren para no ser parte del ejército de cualquier futuro Spartaco.



III.- Establecidas esas premisas, vamos haciendo más seria la propuesta de un bloque democrático que predomine en la administración del poder político y regulador de la vida social pensando en que hay que superar la actual división entre productores y consumidores, como anhelan algunos tontos que
de historia nunca han sabido nada.



Ciertamente sin excluir a la derecha democrática y menos a la llamada izquierda extraparlamentaria, que de esto último no tiene nada y que más bien es víctima de una payasada llamado pomposamente «sistema electoral», herencia del «que te dije».



Si quieren ser serios, atrévanse a decir de frente que esta Constitución vale «hongo» como dicen los adolescentes pues una transición no termina por la presidencia de un socialista como tampoco terminó el fascismo porque De Gasperi reemplazó a Mussolini. Creo que una convocatoria para hacer una
nueva Constitución podría ser la línea demarcatoria real, para salirnos de este Ballo In Maschera .



Será viejo racionalismo crítico heredado de Bilbao, Lastarria o Letelier, puede ser, pero no olviden que la política tiene leyes propias y puede ser hasta tragedia, pero cuando pasa a ser comedia, deja de ser y deviene en su opuesto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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