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Objetos corporativos


Llamémosle así, objetos corporativos, a la parafernalia de bolígrafos con logo de hotel y teléfono 1-800Â…, o de algún world trade centre (wwwÂ….com); a los maletines de plástico que entregan en las conferencias, a los alfileres y solapines para afirmar pertenencia e identidad corporativa (se los puede ir juntando, para que quede constancia de la experiencia en el curriculum). Los objetos corporativos son distintos de un simple bolígrafo: su calidad es similar, pero guardan ese aire nostálgico de la conferencia en cuestión. Y da no sé qué botarlos.



Los abuelos acumulaban sellos de hoteles en sus maletas, esos con tipografía antigua y colores contrastantes de sol y playa, con un logo hecho en casa. O del barco que tomaron para ir a un balneario, o a mirar los museos de Europa. Ya los padres habían empezado a robar ceniceros de las habitaciones de hotel, (antes se usaban ceniceros) o a coleccionar cucharillas de avión.



Eran los tiempos en que comprar libros de arte, de esos de tapas gordas, no era caro, al parecer, o bien se compraban en cuotas, ese es un asunto que nunca pregunté a mis padres.



Pero hay también una ola persistente de otro tipo de objetos corporativos: los informes, libros y reportes. Fronteras del desarrollo económico: el futuro en perspectiva; Nuestro sueño: un mundo libre de pobreza. En la sección ¨bestsellers¨ del folleto que, cito textual, se señalan: Asia Oriental: recuperación y más allá y Educación Superior en países en desarrollo: peligro y promesa. Estos bestsellers de dos puntos se pueden comprar en formato prensa o CD- Rom, por correo del tipo snail- mail, e- mail o por teléfono. Estos objetos no son lo mismo que los pubilicitados como Llame ya nuestras operadoras le están esperando. Por ejemplo, a una máquina para trozar cebolla o a un ejercitador de panza, se le puede botar, destrozar, guardar en la bodega, usar eventualmente. Pero qué hace usted con el Little Data Book 2000! No se lo va a recomendar a un amigoÂ…o a sus hijos para que hagan la tarea de los países en (eterno) desarrollo.



Todos nos hemos visto en el duro trance de escribir un informe, o al menos un reporte. Y el horror a la pesadilla de aparecer en los ¨libros que usted nunca leerá¨, o apilado por ahí en una librería de segunda mano, junto con libros de puzzles, novelas policiales en edición de bolsilloÂ…



Como la compasión nunca pasa de moda, es mejor sugerir a la biblioteca que compre un par de ejemplares. ¿Será el fetichismo de la era de la información?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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