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El estado actual del bosque chileno


La superficie real de bosque nativo, así como su evolución en el tiempo, constituyen todavía materia de grandes controversias. Las discrepancias varían desde la conceptualización misma de lo que se entiende por bosque nativo, hasta la forma en que se puede medir su variación.



La información «oficial» respecto a la extensión y estructuración del bosque nativo es aquella entregada por el «Catastro y Evaluación de Recursos Vegetacionales Nativos de Chile» y su actualización para las VIII y X regiones. De acuerdo a esta información, y para la fecha en que se realizó el Catastro (1994), la superficie de bosques y plantaciones en Chile ascendía a 15,4 millones de hectáreas, lo que representa el 20,8% del territorio nacional. El 85% de ésta corresponde a bosque nativo, es decir 13,4 millones de hectáreas, mientras que el 13,5% corresponde a plantaciones y la diferencia a bosque mixto.



Ahora bien, la mayor cantidad de bosque nativo existente a la fecha del Catastro se presenta bajo la estructura de bosque adulto, representando el 45% del total, seguido de bosque renoval y achaparrado con 27% y 22% respectivamente.



El tipo forestal más abundante es el siempreverde, seguido de la lenga y de coihue de Magallanes. La superficie de bosque nativo se concentra principalmente en las X, XI y XII regiones, acumulando el 82,3% del total nacional.



El catastro también utiliza una primera clasificación de los bosques por su capacidad productiva maderera y, en este sentido, señala que los bosques nativos con mayor potencial productivo son los adultos, los adulto-renovales y los renovales mayores a 12 metros, los cuales en conjunto representan el 42,4% del total de los bosques nativos del país, es decir, 5,7 millones de hectáreas.



Como se sabe, la información oficial anterior a este catastro, daba cuenta de 7,5 millones de hectáreas de bosque nativo productivo hacia el año 1985. Vale decir, en menos de 10 años se han perdido cerca de 1,8 millones de hectáreas de bosque nativo productivo.



La actualización del Catastro, realizada para las VIII y X regiones, evidencia una disminución de la superficie de bosque nativo entre 1994 y 1998. Esta disminución llega a las 8.942 hectáreas en la VIII Región, lo que representa en promedio una pérdida anual de 2.211 hectáreas, mientras que en la X Región la pérdida promedió alcanza las 6.033 hectáreas anuales.



El problema con esta información, tal como se demuestra más adelante, es que las tasas promedio anuales de pérdida de bosque (0,29% para la VIII Región y 0,14% para la X), no necesariamente reflejan las tasas de mayor disminución del bosque nativo, por lo que si bien la información permite la verificación de la hipótesis de eliminación del bosque nativo en el tiempo y fundamentalmente debido a su sustitución por bosques de pino y eucalipto, su magnitud no refleja la mayor pérdida que ha sufrido este recurso.



Otras fuentes también entregan información que permite evidenciar la disminución del bosque nativo en el tiempo, pero la magnitud de esta disminución varía por fuente, debido básicamente a la definición de bosque que utilizan, así como a la metodología empleada.



El INE por ejemplo, a través del Censo Agropecuario estima, entre otros usos del suelo, la superficie cubierta con bosque natural y monte en diferentes períodos del tiempo. De acuerdo a esta fuente, la superficie cubierta con bosques y montes naturales en 1955 ascendía a 8,24 millones de hectáreas, mientras que en 1997 disminuyó a 4,87 millones de hectáreas, registrando una disminución de 41% en 42 años.



Al dividir el período de análisis en dos se evidencia un cambio en la magnitud de la eliminación del bosque. Entre 1955-1965 la disminución del bosque nativo fue de 7%, con una tasa promedio anual de 0,7%. El segundo período entre 1976-1997 registra una disminución del bosque nativo de 8,5%, promediando una pérdida promedio anual de 0,43%. En definitiva, ha habido una desaceleración en la intervención de los bosques nativos en el tiempo.



Específicamente, entre 1976 y 1997, la superficie cubierta con bosque y matorral disminuyó 53,3% en la VIII Región y 23,9% en la X Región, lo que implica tasas de eliminación del bosque nativo del 2,6% y 1,1% promedio anual respectivamente. Estas tasas son mayores al promedio nacional para ambos períodos.



Por otro lado, en 1995, un equipo interdisciplinario de profesionales del Banco Central realizó un estudio sobre el estado del bosque nativo. La superficie estimada de bosque nativo en 1985 fue de 7,75 millones de hectáreas y ya para 1994 había disminuido a 7,3 millones, lo que implica una reducción de 450 mil hectáreas en 9 años. Esto representa una tasa de eliminación del bosque nativo promedio anual del 0,68%. El estudio destaca la disminución ocurrida en la X Región de 215 mil hectáreas, así como en las VIII y IX regiones de 79 y 72 mil hectáreas respectivamente durante el mismo período de tiempo.



El estudio de Lara et al, 1995, estima una tasa de intervención forestal de 93,9 mil hectáreas anuales durante el período 1985-1990, aumentando a 133,3 mil hectáreas durante 1991-1994, lo que equivale en definitiva a un incremento del 41,9% de la superficie de bosque nativo eliminada entre los dos quinquenios.



Por su parte, el estudio de Emanuelli, 1996 señala que entre 1985 y 1994 el bosque nativo disminuyó en 220 mil hectáreas. Las tasas de intervención, según esta fuente, son menores a las estimadas por Lara et al., ya que estima una disminución de 33,3 mil hectáreas para el período 1985-1990, y 46,1 mil hectáreas para el período 1991-1994.



Ahora, al ilustrar toda la información disponible en conjunto, se observa que, a pesar de la diferencia en las fuentes de información, la magnitud de eliminación del bosque nativo ha ido disminuyendo en el tiempo.



Lo interesante de destacar es que el bosque nativo chileno, según cualquiera sea la fuente, viene disminuyendo sistemáticamente. Sin embargo, también es cierto que la tasa a que se está destruyendo ha ido disminuyendo en el tiempo. Esto puede ser explicado de dos maneras: o hay más conciencia de la importancia del bosque o cada vez cuesta más destruirlo puesto que lo que va quedando está en la cordillera y en zonas extremas que hacen más difícil la sustitución.



Probablemente, dado que el progreso de la conciencia en Chile es menor, la causa principal se aproxima mucho más al hecho de que del bosque chileno ya queda poco y nada por eliminar y ello constituye una de las más graves pérdidas del patrimonio natural y cultural de Chile.



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Marcel Claude es economista y director ejecutivo de la Fundación Terram.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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