Publicidad

Lenguajes elípticos


En los días pasados se generó una fuerte polémica por el tema de evasión tributaria y reforma, también tributaria. Como en el cuento del huevo y la gallina, el gobierno y la oposición dijeron que «esto es primero» y ambos se autodescalificaron porque sí.



Sin embargo, en términos reales nadie o casi nadie supo de cuáles eran los términos de la discusión. Hasta hubo la sorpresa de ver diferencias en el seno del oficialismo donde tampoco estaba muy claro el qué se haría con la rebaja de impuestos a las personas, cómo se recuperaría la cuota del lado de las empresas, si habría o no habría reactivación del mercado y etcétera. Hubo hasta foros y debates entre los partidarios de una u otra posición, pero nunca hubo un texto real que pudiese llegar al conocimiento de la opinión pública para que se formara, al menos, una opinión.



Lo que queda claro de esta discusión es que hay un solo y gran consenso, supongo importante, pues se da entre todos: que lo más serio es no informar a la ciudadanía pues ésta es objeto y no sujeto de la política. Que esta rara ciencia es patrimonio exclusivo y excluyente de los políticos y nada tiene que ver con cosas obsoletas como la res pubblica y menos con subversiones del tipo «opinión informada». ¿Será que por aquí «muestra la hilacha» una parte de nuestra clase política que no tiene pasado republicano ni pedigree democrático?



La segunda discusión es aún más curiosa: se afilan las espadas para combatir, como San Jorge al Dragón del Mal, la execrable y muy denunciada evasión fiscal. Se dan cifras de cientos de millones de dólares y se condenan globalmente, creando la sensación de que aquí son todos culpables, sea por acción, sea por omisión. Tampoco hay ningún texto serio y me parece una falta de respeto que el gobierno o un parlamento trate así a quienes le eligieron.



Siam tutti ladri!! Puesto así valdría para gobernados y gobernantes. Como texto no se conoce más que en secreto de los debates parlamentarios, me permito preguntar ¿esta lucha contra la evasión contempla también la eliminación de los hoyos negros tributarios como son las famosas inversiones mineras? ¿Es posible que se discrimine al empresario chileno a favor de quien lo hace con capital extranjero, pues hasta que no recupere el último dólar de su inversión no está obligado a pagar impuestos? ¿Es posible que la tan proclamada libertad del mercado golpee en minería sólo a los que son chilenos? En ningún país civilizado del mundo existe un tratamiento de tal naturaleza y bueno sería que dejen de lado estas prácticas que son, por decir lo menos, vergonzantes.



Si se controlara tan solo la exportación de los concentrados de minerales, que tienen lugares y sistemas de maquila casi secretos, el Fisco encontraría más de los millones de dólares que busca, casi sin necesidad de ofender o acusar a su propia población. Pienso, como Francois Mitterand cuando «el Estado mira por sobre el hombro a la Nación…» algo se pierde de la esencia de la democracia.



Lea ediciones anteriores

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias