Publicidad

Las pesadillas de Tironi y las mías


Eugenio Tironi afirma en tono alarmista en una entrevista del domingo pasado publicada en La Tercera: «Bajo estas circunstancias, es inevitable que surja un modelo a lo Tomás Moulian». Los lectores tienen la oportunidad de observar mi foto al comienzo de esta columna. ¿Me encuentran cara de inventor de un modelo?

Lamento no haberme dado cuenta a tiempo de mi gran aporte civilizador, para por lo menos asegurar los derechos de propiedad intelectual. Después de esta denuncia corro el peligro que aparezcan otros padres de la misma criatura y me priven de las regalías del invento que Tironi me atribuye, y que anuncia como futuro inevitable de Chile si no se toman medidas drásticas.



Después de recuperarme de la sorpresa deparada por la prensa dominical me he dedicado a reflexionar sobre el sentido de las palabras de Tironi. Entre una serie de frases obvias, como por ejemplo que un modelo de crecimiento que permite crecer poco es un fracaso, aparecen algunas afirmaciones de bastante enjundia. Tironi constata que en vista de la desaceleración del crecimiento han aparecido intentos de corrección que se realizan desde dentro del sistema. Todos ellos, incluidos los que intenta Ominami, le parecen a Tironi legítimos.



Lo dramático seria la aparición del modelo cuya paternidad me cuelga. Según los razonamientos del entrevistado ese modelo catastrófico «involucra una mayor intervención del Estado, mayor regulación de los precios, mayor protección del producto nacional sobre la base de subir aranceles». Quizá por esos lapsus que suelen ocurrir con frecuencia en las entrevistas Tironi olvidó agregar dos características del modelo incriminado, que sin embargo son componentes por todos mencionados: una mayor regulación del mercado laboral y el fortalecimiento de la capacidad negociadora de los sindicatos.



Como se diría en lunfardo, por no parecer agrandado debo renunciar a la paternidad del modelo que Tironi tanto teme. En realidad fue creado por los partidos socialdemócratas europeos en su fase progresista, y en Chile fue obra de los gobiernos de centroizquierda sin cuya política visionaria con sentido nacional hubiésemos seguido siendo un pobre país rural que lloraba la perdida del salitre. La memoria de Tironi es frágil.



Pero más importante que el detalle personal de la paternidad del modelo es que Tironi revela en la entrevista una faceta nueva de sí mismo: la del critico consecuente del actual modelo de desarrollo. Afirma sin sonrojo: «…Desde hace varios años se ha venido observando por parte de muchos, y me incluyo, un agotamiento del tipo de modelo de crecimiento que tuvimos en los ’90» Habría que preguntar: ¿dónde la viste? La memoria de Tironi no solo es flaca, además falsea los hechos. A menos que se trate de ideas que ha escrito en algún íntimo diario de vida.



Es interesante observar que Tironi, conocido hasta ahora como un connotado liberal, considera que Ominami es un compañero de armas, alguien de su mismo bando. Su entrevista clama por la unión sagrada contra la irrupción de los bárbaros. Es un llamado a olvidar las diferencias menores con tal de evitar que las masas decepcionadas salgan a las calles a gritar por la defensa de la producción nacional. Ä„Harto bueno estaría: podríamos tener un poco más de empleo y un poco más de demanda interna, algo que se le ha ocurrido hasta el mismísimo Domingo Cavallo! Pero esta posibilidad hace tiritar de noche a Tironi. Cada uno con sus pesadillas.



Las mías son que continuemos con alto desempleo, y aunque crezcamos a los ritmos que anhela Tironi, con una vergonzosa distribución del ingreso. La otra noche me desperté sobresaltado con la imagen del mayor avión carguero del mundo que volvía otra vez a Chile para traer más alambre de cobre para que Chuquicamata -la mayor mina de tajo abierto del planeta, como decimos con orgullo- pudiera usarlo en otro importante tendido eléctrico. A veces hay pesadillas que se parecen a una radiografía del país.



Lea otras columnas del autor

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias