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Reflexiones para un Primero de Mayo


Las celebraciones del Primero de Mayo nuevamente no sirvieron para hacer una reflexión seria sobre el estado de la relación entre capital y trabajo. La dictadura mediática que vivimos aquí más que en otras partes hace que cada sector interesado diga e interprete los datos a su amaño, y sólo para fines coyunturales. La vieja lucidez burguesa y la proletaria parecen en serio haber llegado su fin. Como no hay proyecto de país, lo que importa es el ahora y el aquí, y para ser consecuentes con la idiosincrasia nacional, «después veremos…» Es el olvido inmerecido y renovado de los Francisco Bulnes y los Clotario Blest.



Malandrines y pillines de uno u otro bando se dicen cosas no dirigidas al diálogo sino a sus bases, a sus representados, que son la nutrida y sufrida carne de cañón de la que viven los grupos dirigentes -de cualquier cosa o forma asociativa-.



Pero hubo un hecho de cierta manera novedoso. Aumentó la capacidad de convocatoria de la CUT, y no precisamente por el sector tradicional del que nutre sus filas. En esta oportunidad, y así lo confirman muchos observadores, numerosos grupos de los llamados sectores medios, nuestra vieja y aporreada clase media, también concurrieron al acto central, convocado en la misma Alameda. Da la impresión que esto ni siquiera estaba previsto por los organizadores y dirigentes sindicales, quienes se quedaron en el discurso más bien tradicional, batallero y un tanto de barricada, ajeno a las problemáticas de estos sectores que vinieron a demostrar su adhesión a la defensa de los derechos individuales y colectivos de quienes viven de su trabajo.



A estos sectores medios, cuya incorporación es más que valiosa, es necesario entregarles un discurso más explicativo y propositivo. Me permito hasta sugerir un ejemplo: se habla de los planes de contingencia contra el desempleo, pero nadie se acuerda que las AFP han sido autorizadas a invertir en el exterior, lo que significa que los trabajadores chilenos crean, con sus inversiones, fuentes de trabajo en países extranjeros. ¿Por que no se elabora un método mediante el cual apenas la desocupación supere el 8,5 por ciento esta autorización se suspenda, para que las mismas AFP -con su capital de algo más de 30 mil millones de dólares- deban invertir en el propio país, o sea el nuestro?.



Varias otras cosas se podrían decir de este Primero de Mayo, pero la segunda muy importante es que después de regresadas las misiones que andaban en pos de los tratados de libre comercio, quedó muy claro que estos convenios no podrán prosperar mientras los salarios en Chile sean una forma de dumping productivo. Esa es una ventaja del libre mercadismo que hay que aprovechar, sin fórmulas raras que las más de las veces esconden extrañas intenciones.
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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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